Me despido por un tiempo de mi bella Manizales y en el camino me encuentro con panoramas distintos, con la ilusión de conocer nuevos caminos; sin embargo, marcharme es dejar a un lado el hecho de pensar que de estas fechas en adelante la ciudad se viste de fiesta, de festivales y de todos esos eventos que hacen únicos a los manizaleños. 
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Ojalá que…

Redactado por: Andrés Felipe Rivera Motato

Redes sociales: @Osomotato

Me despido por un tiempo de mi bella Manizales y en el camino me encuentro con panoramas distintos, con la ilusión de conocer nuevos caminos; sin embargo, marcharme es dejar a un lado el hecho de pensar que de estas fechas en adelante la ciudad se viste de fiesta, de festivales y de todos esos eventos que hacen únicos a los manizaleños. 

Durante mucho tiempo pasó por mi cabeza que en la ciudad solo había tres calles y nada para hacer, pero como las leyes naturales lo dicen: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Lejos, doy cuenta de la diversidad de actividades que tiene la ciudad y de toda la logística a la que se le debe agradecer.

No solo se trata de extrañar eventos, artistas y espacios culturales, también la gastronomía y esos lugares que poco a poco hacen que la ciudad crezca y sea un atractivo turístico hasta para los mismos habitantes, poco a poco he sido un unfoodie y turista que deambula por negocios recomendando y probando comida y bebidas. Solo desde afuera es que se logra juzgar y ver el crecimiento y la innovación de los pequeños empresarios de la ciudad.

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Intento no pensar mucho en que será de mí estos meses sin teatro, sin literatura, sin cine, sin rock y sin tantas reuniones donde anualmente se aprende sobre lo bonito del arte y la lucha que hay detrás de los gestores que hacen eso posible. Al llegar a mi destino pregunté si había de eso y me contestaron con un NO rotundo, aún no asimilo aquella negación y no me cabe en la cabeza como una ciudad no tenga algo de esto. 

El Festival Internacional de Teatro ya tiene sus abonos preparados para este año y cada vez se me hace más interesante toda la producción que hay detrás de este evento, ojalá cada vez más personas sientan esa nostalgia estando allí y asistan, me encantaría ver fotos con los escenarios completamente a reventar por la cantidad de gente.

O que será de un octubre sin rock, que con las garras se han mantenido y el Grita Fest sigue congregando a miles de personas que viajan de distintas zonas del país para mover la melena y tirar pogo al son de las guitarras.  

Ojalá que los gobernantes que están ahora algún día se tengan que ir y sientan el peso de no estar en la ciudad donde el arte brilla por sí misma y donde la oportunidad para la cultura está al alcance de un simple apoyo que pudieron dar de verdad. Ojalá que extrañen esos espacios que muestran a una ciudad organizada y grande por el reconocimiento de sus festivales. Y ojalá que al mandato llegué alguien que valore esto, le nazca del corazón vincular a los gestores dentro de su gobierno y se le abran las posibilidades de posicionarse como un alcalde que sí pensó en su ciudad.

Columna de opinión

Las opiniones expresadas en las columnas de opinión son de exclusiva responsabilidad de su respectivo autor y no representan la opinión editorial de La Veintitrés.

Foto de: ICTM

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