Si los días tuvieran espíritu

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Por: Oskar Trujillo Zuluaga*

Puedo decir que los 16 de febrero tienen para algunos uno muy particular, uno en el que se hace una fiesta silenciosa mientras se recuerda, se hacen relecturas o se citan sus pensamientos.
Para quienes los días cómo hoy tienen ese espíritu único somos los fervientes lectores y discípulos en diversos aspectos de Fernando González Ochoa, ‘El Brujo de Otraparte’, porque en un día cómo hoy pero de 1964 a Fernando lo recogió el silencio.

Ya son 60 años de su trascendencia física, de haber desencarnado en el mismo pueblo que lo había visto nacer, preguntarse, rebelarse, crecer, escribir, amar, reproducirse, escribir, revelarse, inspirar, iluminarse, Evigado, Antioquia.

Adolescente expulsado de colegios Jesuitas, por exponer sus dudas sobre las limitaciones y condiciones humanas que le adjudicaban los doctores de la iglesia a un Dios. Abogado de profesión cuya tesis de grado en un principio se tituló ‘El derecho a no obedecer’ la misma que estremeció las columnas del derecho positivista en su alma mater y a la que después de muchos ires, venires y desencuentros se resignó en llamar ‘Una Tesis’, significando que lo que solicitaban los académicos recalcitrantes era simplemente un texto apegado a la santa y docta tradición.

Figuró como Juez Promiscuo Municipal de Manizales, de esa experiencia han surgido decenas de anécdotas como en la que le negó una herencia al Niño Jesús por no poder demostrar su mayoría de edad ante su despacho.

La controversia en la vida de Fernando González fue una constante, su modelo de pensamiento atípicamente autentico solía estremecer a sus puritanos y conservadores prójimos, la forma punzante de sus palabras heria de muerte al establecimiento antioqueño incapaz de comprender la visión adelantada de un hombre tan curioso.

“Resumiendo, diré que soy un hombre, espíritu que desde la carne y por medio de los sentidos atisba con fruiciones a LA VERDAD DESNUDA.”

De los veinticiete libros y una revista, la Revista Antioquia que produjo su prolija inquietud me detendré en los que más me he sumergido y me han ocasionado bellas epifanías.

‘Pensamientos de un viejo’, escrito a sus 19 años y presentado en sociedad por don Fidel Cano, por petición del autor en 1916, es la revelación sutil de una precoz sabiduría.

‘Viaje a pie’, el resultado de una aventura impensable caminando desde Medellín hasta Buenaventura en 1928 acompañado de su amigo Benjamín Correa, ambos autodenominados filósofos aficionados. Una reflexión sobre la vida cómo camino y el camino como vitalidad.

‘El hermafrodita dormido’, meditaciones sobre su vida consular en Europa, la cercanía con los modelos de pensamiento y actuación de los europeos al tiempo que narra su visión sobre arte que campea en los frontispicios de Francia o Italia. El año pasado se conmemoraron 90 años de su publicación.

‘El payaso interior’ presumible la continuación o complemento de ‘Pensamientos de un viejo’. Mismo encantamiento espiritual precoz, idéntica lozanía auténtica.

Temas tan diversos como la vida, el amor, la política, el arte y la sociedad colombiana fueron sus predilectos, en medio de ellos un profundo deseo de consciencia, de elevación a un estado superior del hombre, el anhelo de irse desprendiendo de las limitaciones humanas, de la carne que lo hace pecar y volver a lanzar juicios.

En 1941 cansado y agobiado por la insensatez de los colombianos y atravesando una profunda crisis económica y emocional decidió irse para Europa con su esposa Margarita Restrepo a ocupar cargos consulares, en 1957 regresa con el deseo de publicar el ‘Libro de los viajes o de las presencias’ escrito cómo todos, en las libretas que usaban los carniceros de la época para apuntar los fiados, su formato cómodo le permitía tenerlas en los bolsillos y escribir fácilmente cuando conectaba con una idea o pensamiento, mientras estaba en un café, una cantina o en su casa de Envigado.

La negativa de la editorial Bedout de publicar su libro por considerar que las ideas en este eran contrarias a los lineamientos editoriales, morales y políticos de la empresa pues en este libro González decía que el presidente Mariano Ospina Pérez era un hijueputa lo empujó a un estado de descontento y desazón. Finalmente fue publicado por un joven inexperto en la edición de libros, Alberto Aguirre, quien después de apreciar de cerca la crisis del maestro, decidió lanzarle un salvavidas publicando su libro, ­“Y por la pica lo hacemos en Medellín”­ remarcó Aguirre.

Después de la publicación de éste, el más profundo, González vive más tranquilo, inspira sin pretenderlo al movimiento nadaista con Gonzalo Arango a la cabeza y se entrega a una suerte de misticismo otoñal, intercambiando palabras, pensamientos y cartas con varios pensadores y escritores de todo el mundo.

Muere finalmente en su casa de Envigado cómo ya lo anoté, el 16 de febrero de 1964, después de haber solicitado ser enterrado «sin flores, sin avisos en la prensa, en una caja sencilla, en Envigado», petición que solo fue cumplida en cuanto al lugar.

Decir que Fernando González Ochoa, aún vive es una frase de cajón, existe un esfuerzo por parte de su familia de mantener su legado y Otraparte, casa en la que vivió fue convertida en casa museo y sus libros han sido reeditados bellamente en varias ocasiones.

Seis décadas sin las punzantes reflexiones, sin las advertencias políticas y sociales, sin las divertidas anécdotas que rodearon su vida.

Hoy a partir de las 7:00 de la noche, en la Casa Museo Otraparte de Envigado se realizarán homenajes y lecturas para conmemorar no la muerte, sino la vida y la obra de el más auténtico de los filósofos colombianos.

*Periodista colombiano residenciado en Brasil, sus textos artículos y crónicas han sido publicadas en el Semanario El Andino de Manizales, El Espectador, Tinta Tres de Medellín y su crónica La Flor-ida, fue seleccionada para el libro Colombia en una gota de agua, de la Universidad Javeriana y el Banco de la República en 2013. Fue Presidente del Consejo Departamental de Literatura de Caldas entre el 2018 y 2020. Dirigió el II Concurso de Cuento Infantil de Villamaría en 2020. Actualmente prepara su libro NO FICCIONES, compendio de crónicas de viajes, personajes y otros ambages.

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