María Jimena murió haciendo lo que más le gustaba: jugar al fútbol.

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Hace algo más de 10 años que Maria Jimena Grajales Ríos llegó a Manizales. Desde entonces fue la guardameta del equipo de fútbol de salón de la Universidad de Caldas y la selección del departamento. Hoy todos lloran su muerte, la que se produjo a causa de las lesiones que le dejaron el choque con una rival cuando disputaba el que sería el último partido de su vida

Nació en Pueblo Risaralda hace 29 años. Actualmente se preparaba para comenzar a estudiar Derecho, hacía planes para ir a la playa y conocer el mar. La comunidad estudiantil y del deporte hoy lloran su trágica partida. Jugaba con el equipo que fundó, un torneo local en el barrio Peralonso.

Por Daniela Cancimance y Germán Mejía Gallo

Su cálida sonrisa y la alegría que siempre irradió contrastaban con la tristeza y el dolor de quienes le daban el último adiós. Su imagen subliminal estampada en tela cubría el féretro en el camino a su destino final en el camposanto de Cartago. Hasta allí acompañaron a María Jimena Grajales Ríos su familia, amigos, compañeros, deportistas, afligidos e impactados por el dolor que les causó su trágica muerte haciendo lo que más le gustaba: jugar al futbol.

Su hermana mayor y compañera de aventuras desde que hace diez años se radicaron en Manizales, fue la última persona en tener contacto con ella. “Me lesionaron”, le escribió a su washapp.  “Yo pensé que había sido una rodilla, porque ya había sufrido lesiones en las dos, y le pregunté: ¿y ahora cuál rodilla fue?” relató Viviana, quien nunca obtuvo respuesta a su interrogante. “Ya no me volvió a contestar”, dijo. 

Bebé, ¿Usted cómo está? ¿ Por qué no me contesta? ¿Es que está muy mal?”, le insistió el lunes cuando por fin logró contactarla. Solo le respondió con monosílabos y un desgarrador “me duele mucho”, que reflejaba el drama por el que estaba pasando. Habían transcurrido más de 24 horas desde que en el partido de fútbol sala que jugaban en El Espinal, Tolima,  las universidades de Caldas y la Nacional de Manizales, dentro de la programación de los Juegos Regionales organizados por la Asociación Colombiana de Universidades, ASCUN, cuando la guardameta – esa era su posición- sufrió un fuerte golpe en el estómago al chocar con una rival, y nadie daba razón de cuál era su condición de salud. 

De hecho, no se entiende  por qué no fue atendida en la Clínica Las Victorias, donde en primera instancia fue llevada, ni por qué en el Hospital San Rafael se demoraron dos días en  atenderla, ni por qué no la remitieron a Ibagué donde con seguridad los médicos tendrían más recursos para diagnosticar su estado de salud y tratarla. Transcurrieron dos días después del incidente,   demasiado tiempo para alguien que, debido al golpe que recibió, sufrió graves lesiones en sus órganos internos que derivaron en la peritonitis que causó su deceso el pasado miércoles.

Su llegada a Manizales

A sus 29 años la joven futbolista, que estaba próxima a convertirse en licenciada en Filosofía y Letras, se fue a la eternidad sin cumplir dos de sus grandes sueños: estudiar derecho y conocer el mar. 

Llena de ilusiones se radicó en Manizales hace 10 años con su hermana Viviana, quien en principio solo llego para acompañarla y dejarla instalada en la ciudad. El arribo fue toda una odisea. “El primer día que llegamos nos robaron la maleta. Nosotras no conocíamos a nadie, solamente sabíamos que teníamos que llegar a una universidad, pero no conocíamos a nadie; una profesora que nos enseñó en el bachillerato y que era de acá de Manizales, nos dio la dirección de una señora, cogimos un taxi y llegamos allá al barrio Fátima, allí nos ubicamos en el lugar donde vivimos por mucho tiempo por la cercanía con la Universidad”, le contó Viviana a La Veintitrés. 

Desde que eran niñas las dos jugaban fútbol con sus cuatro hermanos, “en un pantano allá en la vereda Las Margaritas de Pueblo Rico”. Sus fortalezas como deportista no pasaron inadvertidas y pronto Jimena se destacó y comenzó a ser convocada para integrar el equipo de la Universidad de Caldas, la Selección  del departamento e incluso en el 2018 alcanzó a ser llamada  a participar en un microciclo de la Selección Colombia. 

Con su hermana fundó el equipo  Niupi, que fue siempre la tribuna para mostrar sus condiciones y agregarle a su vida de estudiante y trabajadora, el complemento con lo que más le gustaba. Viviana, quien no pudo acompañarla a El Espinal, afirmó que su muerte la sorprendió haciendo lo que más le gustaba: “viajando, representando a su universidad, a su departamento y jugando al fútbol”. 

Hoy, en medio de su dolor, lo que recuerda de ella es “la alegría que siempre irradiaba, lo linda que fue siempre con todo el mundo, la excelente persona, noble, bondadosa, buena hija, hermana y el excelente ser humano que era”.

“Era mi niña, mi bebé, mi alma gemela”, expresó en medio del llanto, quien afirmó que el mejor homenaje que le pueden hacer es no abandonar el proyecto de fútbol aficionado que crearon hace algunos años. 

Al momento de su muerte María Jimena trabajaba también como Supervisora de Orientadores en el programa de las Zonas Azules de la ciudad y concentraba sus esfuerzos en prepararse para aplicar a la carrera de derecho, lo que siempre quiso estudiar, pero que por lo costoso de la matrícula en la Universidad de Manizales, que incluso le ofreció media beca para tenerla en su equipo, le había sido imposible hacerl. 

La Veintitrés acompañó a su última morada en Cartago, Valle del Cauca, a la deportista fallecida, quien contó con el acompañamiento de familiares y amigos para darle la despedida final.

Hoy lloramos su partida, pero también celebramos la vida que vivió, aunque fuera demasiado breve. Recordemos su alegría contagiosa, su risa que iluminaba cualquier habitación y su capacidad infinita de amar y ser amada. Cada uno de nosotros lleva consigo un pedacito de Jimena, un recuerdo, una lección, una sonrisa“, dijo en su despedida una de sus profesoras, Gloria Castellanos.

Los interrogantes

Tras la tragedia quedan varios interrogantes aun sin respuesta:

  1. ¿Por qué no la ingresaron en la Clínica, el centro asistencial al que en primera instancia fue trasladada tras el accidente?
  2. ¿Cómo es que en el Hospital San Rafael no diagnosticaron a tiempo la gravedad de su estado y solo dos días después decidieron intervenirla?
  3. ¿Por qué no fue remitida de inmediato a un hospital de alto nivel en una de las capitales del Eje Cafetero donde seguramente habría contado con atención especializada desde un comienzo?
  4. ¿Qué atención recibió al momento de la lesión por parte de los paramédicos que se supone debía haber en el lugar donde se desarrollan el evento? ¿había o no había dicha atención?
  5. ¿Qué gestiones hicieron los delegados de la Universidad en el certamen para buscar su inmediata atención o disponer de los medios para su traslado a otra ciudad?

En fin, no son pocos los interrogantes que tanto hoy  familiares como amigos se hacen, y que dejan dudas de si María Jimena recibió la atención que requería.

dc/gmg/sos/

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