Destinarán $1.200 millones para investigación de colección Quimbaya.

El viernes pasado se realizó el simposio 'Rescatando nuestro origen Quimbaya' en el Museo del Oro Quimbaya, en Armenia (Quindío), un evento organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes junto con la Cancillería y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), para reflexionar y hacerse preguntas difíciles sobre la Colección Quimbaya, a propósito del pedido que hizo el Gobierno nacional a España para retornar las 122 piezas en oro y otros metales que se encuentran actualmente en Madrid. 
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El viernes pasado se realizó el simposio ‘Rescatando nuestro origen Quimbaya’ en el Museo del Oro Quimbaya, en Armenia (Quindío), un evento organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes junto con la Cancillería y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), para reflexionar y hacerse preguntas difíciles sobre la Colección Quimbaya, a propósito del pedido que hizo el Gobierno nacional a España para retornar las 122 piezas en oro y otros metales que se encuentran actualmente en Madrid. 

“La carta enviada a España significa abrir una conversación y hacernos preguntas en ese sentido. La primera medida será destinar un fondo de $1.200 millones al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) para la investigación de la Colección Quimbaya y su contexto ​en la cuenca media del Cauca”, anunció el ministro de las Culturas, Juan David Correa, durante el encuentro.    

Alrededor de 90 personas, entre académicos, investigadores como Monika Therrien, Clemencia Plazas Uscátegui, Jorge Hernán Velásquez, Fernando Montejo, Pierre Losson, e integrantes de procesos sociales de la región, asistieron a este encuentro en el que se abrieron debates desde diferentes campos del conocimiento acerca de las disputas por la narrativa de la nación alrededor del patrimonio cultural y arqueológico de Colombia, y los procesos de conservación, con el fin de comprenderlos como una posibilidad para la reparación simbólica y espiritual de los pueblos indígenas.  ​

“Creo que es importante el cambio de nombre de ‘Tesoro’ a ‘Colección Quimbaya’. Yo abogo por un proyecto a largo plazo y no quedarnos solamente con la belleza y el valor económico supuesto. Es mejor no pensar en el valor económico de este material”, dijo la antropóloga Clemencia Plazas Uscátegui.   

Otra de las reflexiones fue la importancia de resignificar las piezas que fueron vendidas por guaqueros y regaladas por el Gobierno colombiano. En ese sentido, la viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, Adriana Molano, agregó que la colección “es una de las obras de orfebrería más emblemáticas. Estos diálogos buscan facilitar la integración social de la Colección Quimbaya con el fin de darle significado. Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la función social de la colección para lograr una gestión que se integre con la dinámica de los procesos territoriales en el marco de la justicia cultural, la soberanía cultural”.

Aunque el simposio tenía en el centro la importancia de estas piezas para la historia colombiana, este espacio también sirvió para reflexionar acerca de la forma como históricamente nos hemos relacionado con otros países, como España.  

“Los países que fueron colonias de los grandes imperios europeos están reclamando en los mejores términos parte de su patrimonio, para dar paso a otro momento de la historia donde las relaciones entre naciones sean miradas de una manera más horizontal. Estamos dando cuenta de cómo los procesos de descolonización tienen que ver con nuevas formas de legitimación que tenemos que aprender a construir con España con quien tenemos un patrimonio y un legado histórico”, señaló Alhena Caicedo, directora general del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).  

 Al cierre del evento, el ministro de las Culturas mencionó que el gobierno nacional continúa esperando una respuesta de esta carta. Sin embargo, su visión es optimista y considera que estos espacios marcan un precedente y es la oportunidad para “tener una verdadera discusión sobre esto porque estos silbatos, estos poporos, fueron objetos funerarios que guardaban significados mucho más trascendentales”.  Recalcó que frente a estas conversaciones difíciles no hay una verdad y que la intención de estos espacios es dialogar y darnos cuenta de las diferentes miradas.

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