Un segundo que cambio mi vida 

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Esteban Jaramillo Osorio

A 20 años del título de la Libertadores. Tiempo para exaltaciones y homenajes. 

Momentos felices que están en la memoria, lo que hace placentero el viaje con recuerdos.

Un segundo para escribir una historia, cuando Juan Henao tapó el penalti a Cángele jugador de Boca Juniors. El bofetón final para un entrenador, Bianchi el argentino, patán, enceguecido, presuntuoso.

El epílogo de una travesía resbaladiza, victoriosa, fantástica, tumbando la cabeza de los grandes. Sao Paulo, Santos, Boca, plantandole cara a la dirigencia suramericana que, con su poder, siempre intento meter la mano en los títulos.

Cómo nos cambió la vida.

Manizales ardiendo, en el ojo de todos, el Once Caldas para el mundo. El triunfo nunca soñado. El de las dudas y certezas. El partido que la TV ha pasado “mil veces”.

Confieso que solo me sentí campeón cuando las manos milagrosas de Henao descifraron el camino de la pelota en el penalti final, el del infarto.

Solo tú, o yo, quienes lo vivimos sabemos lo que representa y lo que se siente. Esa carga de emociones que tocaron las fibras, que calaron profundo.

La noche más bella que inspiró el profe Montoya con su liderazgo en el vestuario. Al lado de Carlos Valencia, su asistente, para gestionar la nómina y apaciguar los egos. Para ambicionar algo grande. 

Con jugadores comprometidos con el club y con la idea. Con futbol y coraje. Con el convencimiento de la dirigencia.

Aquella bella noche cuando el Once fue campeón de América. Cuando el pueblo, mi pueblo, fue feliz.

POSDATA: El futbol de hoy, es el mismo que al Once Caldas se le criticó en su recorrido al título. El que hoy llaman contemporáneo, dominado por la urgencia de los resultados, sin importar el camino recorrido. Ironías del futbol o un campeón aventajado en el tiempo. Esteban J.

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