Manizales está construida sobre los restos de al manos 20 erupciones volcánicas. Pese a lo que muchos puedan imaginar, ninguna de ellas está asociada con la actividad del volcán Nevado del Ruiz
Foto: Lina Marcela Castaño López, Líder del OVSMA
Además de latente amenaza del llamado ‘León Dormido’, existe otra estructura volcánica que representa mucho más peligro que el Volcán Nevado del Ruiz. Una eventual explosión de la misma causaría efectos devastadores en una amplia zona del centro y occidente del país y llegaría a impactar a capitales como Bogotá y Quibdó, que aunque en zonas de menor alcance, están incluidas en el mapa de amenaza elaborado por el Servicio Geológico Colombiano, SGC, en el que, de acuerdo con los estudios geológicos, podría afectar, en diferente grado, hasta cuatro millones de colombianos.
A pesar de que el sueño de esta fiera es mucho más profundo que su vecino el del Ruiz, lo cierto es que se trata de una gran amenaza para las comunidades que habitan en su zona de influencia, aunque la percepción sobre el peligro de su reactivación “es escasa o nula y tiende a la trivialización de la misma”, dice el Servicio Geológico Colombiano, SGC
Este león que duerme profundamente es conocido como volcán Cerro Bravo, o, así lo identifica el SGC, Complejo Volcánico Cerro Bravo (CVCB).
Fotos: Juan José Idárraga y Lina Marcela Castaño L
Su última erupción fue hace 150 o 200 años aproximadamente (antes de la tragedia de Armero en noviembre de 1985, el volcán Nevado del Ruiz había hecho erupción 140 años atrás). Debido a su carácter explosivo abarca una gran zona de influencia con diferentes grados de afectación. Por ejemplo, en amenaza alta por caída de piroclastos figuran centros urbanos como “Manizales, Chinchiná, Dosquebradas, Santa Rosa de Cabal y Pereira”, según el mapa de amenaza, que además señala que poblaciones como Mariquita, Honda y La Dorada, “se verían afectadas por lahares en las cuencas de los ríos Gualí, Guarinó y Magdalena”, mientras que en “los departamentos de Caldas, Risaralda y Tolima se vería afectada infraestructura importante para la economía regional y nacional, en sectores como el transporte terrestre y aéreo, el energético, además de extensas zonas agropecuarias”.
Del porqué se llama Cerro Bravo no aparece explicación alguna pero todo indica que su nombre está asociado a la dificultad para ascender la escarpada montaña, paso obligado de arrieros y campesinos que a lomo de mula transportaban la carga que bajaba o subía por el río Magdalena y debía saltar la cordillera con destino al occidente del país. Hoy, a la zona se llega por un carreteable, la vía nacional Ruta 50 que forma parte de la Carretera Panamericana, tramo que parte de Manizales , asciende por el Páramo de Letras y toma el descenso al Valle del Magdalena serpenteando por uno de los flancos de CVCB, en medio de profundos precipicios y la belleza natural del paisaje.
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De hecho, desde la parte más alta, en el sector conocido como El Doce, se puede apreciar, si las condiciones del clima lo permiten, el cono volcánico en su conjunto. Desde ese punto, a 3.677 metros altura sobre el nivel del mar, se toma un sendero de aproximadamente seis kilómetros que lleva directamente al cráter, lugar desde el cual se aprecian domos de lava y una laguna, que sumado a las fuentes termales y la cercanía a una carretera importante, conforman un atractivo paisajístico y geoturístico.
Imagen captada en un sobrevuelo de FAC y SGC – enero 2021
Las generalidades
Cerro Bravo está ubicado a 4.000 metros de altura en jurisdicción del municipio de Herveo, Tolima, aproximadamente a 150 kilómetros al noroccidente de Bogotá, 72 de Ibagué y 23 al oriente de Manizales, sobre la cordillera de Los Andes.
Fuente: Mapa de Amenaza CVCB -SGC
Es clasificado como un complejo volcánico, conformado por remanentes de domos y dos edificios volcánicos: sur y norte, donde se localizan los domos y cráteres más recientes, de 1.5 y 1.0 kms de diámetro. Es un estratovolcán, es decir tiene forma cónica con un cráter central, el edificio volcánico está formado por capas sucesivas de depósitos de lava y fragmentos de roca .
Aunque el Servicio Geológico
Colombiano indica que se trata de “un complejo volcánico activo en estado de reposo” lo considera “muy violento”.
El CVCB tiene asociadas fuentes termales y en el interior de su edificio ocurren algunos sismos vinculados principalmente al fracturamiento de roca. “Su estructura es monitoreada por el Servicio Geológico Colombiano (SGC) desde 1995 dede el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales (OVSMA)”, explica Lina Marcela Castaño López, Líder Técnica de este organismo.
Es explosivo, “pero además el material que expulsa, según los estudios geológicos, lo hace peligroso y mucho más para nuestra ciudad porque las columnas eruptivas que registró en el pasado eran mayores de 20 kilómetros y tradicionalmente ha sido al occidente donde el viento ha llevado gran parte del material expulsado desde el cráter, sin que esto quiera decir que haya que descartar el sector oriental”, recalca por su parte la Geóloga María Luisa Monsalve Bustamante, Líder Técnica de Evaluación de Amenaza y Riesgo Volcánico del OVSMA.
Fuente: Mapa de Amenaza CVCB -SGC
Sin embargo, las autoridades colombianas son conscientes de que no hay que ignorar la potencial amenaza que representa el Complejo Volcánico Cerro Bravo y, por eso en noviembre del año pasado concluyeron la actualización del mapa de amenaza, el cual ya fue socializado a las autoridades que están dentro del área de influencia, particularmente en las zonas de alto y mediano riesgo.
Líderes de varias comunidades han preferido no hacer difusión de estas recomendaciones por el temor a generar temor y pánico en sus habitantes o a espantar turistas, ignorando una posibilidad real que aunque poco probable de momento, no puede descartarse. De hecho, El SGC lo tiene clasificado en nivel de actividad verde, (el primero dentro de una escala de cuatro que incluye además el amarillo, naranja y rojo según el grado de actividad), es decir que su estado actual es estable, sin signos de actividad eruptiva inminente, sin cambios significativos en la sismicidad, emisión de gases o de deformación del terreno, por lo que no se espera una erupción en el corto plazo y las poblaciones cercanas pueden continuar sus actividades de forma normal.
Para elaborar el mapa de amenaza “se realizaron simulaciones computacionales de fenómenos volcánicos, basados en los estudios geológicos, que posteriormente llevaron a la zonificación de las amenazas en alta, media y baja, según su potencialidad de daño. La zona de amenaza alta puede ser afectada por uno o varios fenómenos volcánicos simultáneamente (corrientes de densidad piroclástica, lahares, proyectiles balísticos, flujos de lava, ondas de choque y caída de piroclastos) durante un evento eruptivo“, sustenta el informe que actualizó y clasificó las zonas de riesgo.
Las capas de tierra definen la presencia histórica de las erupciones. Las capas oscuras, casi negras, son las épocas de acumulación de materia orgánica (desarrollo del suelo, es decir, épocas en las que no hubo erupciones). Las demás, entre colores beiges y marrones, son depósitos de caída debido a la actividad eruptiva. Las capas superiores representan las últimas explosiones. En las gráficas se puede apreciar el afloramiento de las últimas nueve erupciones del CVCB. (Fotos: Lina Marcela Castaño López)
Para tener una idea de su peligrosidad, mientras el volcán Nevado del Ruiz tiene un Indice de Explosividad Volcánica (VEI, por sus siglas en inglés) de 3 a 4, como lo registró en la erupción de 1985 que provocó la tragedia de Armero, el volcán Cerro Bravo presentó en el pasado explosiones de VEI 4 y similares a las del Vesubio que en el año 79 d. C. que destruyó a Pompeya.
El VEI es una medida de la magnitud de una erupción volcanica, la escala va de 0 a 8 y con ella se registra el volumen total de lo que expulsa un volcán (lava, piroclastos, ceniza, etc.), así como la altura que alcanza la columna eruptiva, la intensidad de la erupción y otros factores. El aumento de un punto en el índice de explosividad equivale a una magnitud diez veces mayor. El registro y los estudios geológicos realizados al volcán Cerro Bravo, lo ubican con índice de explosividad de 4 a 5.
Vigilantes
Hoy la atención se centra en la posibilidad de su reactivación ya que los riesgos potenciales asociados con una erupción volcánica en el Cerro Bravo podrían ser flujos de lava que afectarían áreas cercanas, incluidas comunidades y tierras agrícolas; flujos piroclásticos (corrientes de densidad piroclástica), es decir, gas caliente, cenizas y fragmentos de roca que pueden descender rápidamente por las laderas, representando peligro significativo para los centros poblados cercanos; cenizas volcánicas que afectarían la calidad del aire y la salud de las personas, así como causar daños en infraestructura y cultivos; y lahares, que pueden fluir a través de ríos y valles ocasionando daños considerables.
Por ello, pese al largo período de reposo en que se encuentra, desde el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales (OVSMA) se hace un constante monitoreo para detectar cualquier signo de reactivación y con el conocimiento adquirido del comportamiento del volcán reducir los riesgos potenciales para las comunidades cercanas, teniendo en cuenta que la vigilancia permanente y la colaboración entre científicos, autoridades y población local son fundamentales para una respuesta efectiva en caso de una erupción volcánica. Esta tarea de monitoreo se adelanta teniendo en cuenta diferentes variables:
- Sismología: La detección de movimientos sísmicos puede indicar cambios en la actividad volcánica y a partir de estos, se puede inferir qué procesos ocurren al interior del volcán, como el movimiento de magma bajo la superficie.
- Deformación del terreno: El monitoreo de cambios en la forma del volcán y el terreno circundante puede ayudar a detectar inflación o deflación del volcán y su medición, permite inferir el tamaño y el comportamiento de la cámara
- Gases volcánicos: El análisis de los gases liberados por el volcán y de sus concentraciones puede proporcionar información sobre la composición del magma, su cercanía a la superficie y la probabilidad de ocurrencia de una erupción inminente.
- Monitoreo térmico: La detección de cambios en la temperatura superficial puede indicar actividad volcánica en curso.
Los estudios realizados por el SGC han permitido establecer que la actividad eruptiva del volcán Cerro Bravo data de finales del Pleistoceno y Holoceno y siempre ha sido explosiva, del tipo pliniano o subpliniano, es decir, de un alto índice de explosividad y de violentas manifestaciones en las que expulsaron grandes volúmenes de gas volcánico, fragmentos y ceniza, que alcanzaron una altura de hasta 24 kilómetros. “La Historia de Cerro Bravo más reciente tiene 14.000 años, y en ese tiempo más o menos se tienen documentadas 23 erupciones, la última de ellas, que por mucho tiempo fue confundida aparentemente con una erupción del volcán Nevado del Ruíz, fue más o menos hace 150 – 200 años”, revela la geológa Monsalve Bustamante.
En la gráfica el equipo de trabajo de Observatorio Vulcanológio y Sismológico de Manizales encabezado por la geóloga y Líder Técnica del mismo, Lina Marcela Castaño López (3ra de derecha a izquierda) y la geóloga María Luisa Monsalve Bustamante, Líder Técnica de Evaluación de Amenaza y Riesgo Volcánico del OVSMA (2da de izquierda a derecha) (Foto: SGC)
“… es común encontrar depósitos asociados a columnas eruptivas, en la que los piroclastos son dispersados por el viento depositándolos en una amplia zona alrededor del complejo volcánico: por ejemplo, en el municipio de Manizales, a 20 km del complejo, se han encontrado espesores de 40 cm que fueron depositados durante una de las fases eruptivas”, destaca el documento que sustenta el mapa de amenaza elaborado por el SGC.
Sin embargo, fenómenos naturales como los ocurridos hace varias semanas y que obligaron a la suspensión del servicio de gas natural para una amplia zona del país, incluidas todas las capitales de los departamentos del Eje Cafetero, no tienen origen en la actividad del CVCB, como lo han precisado las mismas autoridades.
Por lo pronto, El Volcán Cerro Bravo, una fiera que duerme profundamente hace casi dos siglos, permanece en reposo, su nivel de actividad es verde y, con excepción de una mínima sismicidad que provoca fracturamiento de roca según lo arroja el monitoreo constante que se le hace, ninguna manifestación que alerte sobre un cambio significativo de su estado, ha sido detectada. Todos, desde luego, esperamos que de ese sueño no despierte ahora y permanezca así “siempre, por lo siglos de los siglos”, como clama El Gloria, la alabanza católica a la Santísima Trinidad, sin sorpresas como las del pasado reciente del volcán Nevado del Ruiz y el Nevado del Huila, que tras permanecer por varios siglos en reposo, despertaron ocasionando grandes tragedias.
Que el descanso para el volcán Cerro Bravo, sea, de vedad, eterno.
Consulte aquí la memoria explicativa sobre la situación del Complejo Volcánico Cerro Bravo