Murió ‘Caín’ 

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A la edad de 76 años murió la noche de este lunes en Manizales Jorge Eduardo Toro Isaza, el popular Caín, quien padecía últimamente afectaciones cardiacas que finalmente acabaron con su vida.

Jorge Eduardo, uno de los historiadores más importantes del deporte en Manizales, especialmente del Once Caldas y del fútbol en general, fue toda una figura de la capital caldense, no existía en la ciudad quien no supiera quien era Caín, gran conversador, excelente amigo, padre de familia y esposo.

Pocos sabían que Caín era escritor, y de hecho no hace mucho fue invitado en un programa internacional para hablar de poesía, y allí declamó uno de sus poemas: 

A mis abuelos 

Se fueron muriendo aquellos viejos, cayeron como árboles derribados, no dijeron un adiós del desespero, pensando en el futuro de sus nietos, fueron grandes y verracos todos ellos, nos dejaron un ejemplo de labriegos, y el hogar que formaron fueron llenos de pan, abrigo, amor y de consejos, buenos todos, mejores imposibles, no quisieran vivir en el momento, pues Colombia se desangra incontenible, pasarán esos viejos a la historia, reconocerlo de admirarlo es lo correcto, su vida se da para una eterna memoria de paz, amor y comportamiento recto, hombre recios querendones y amigueros, sus dados, domino y cartas seguirán en tu carriel, escuchando nuevamente el cantar de los jilgueros. Que bueno que Colombia comprendiera, que tus valores existieran todavía, que los hombres de esta patria decaída aceptaran que el amor, el trabajo y la palabra, deberían ser nuestro pan de cada día”. 

Nunca escribió un libro con sus poemas, pero cuentan que sus amigos le pedían prestados sus escritos para ir a leérselos a sus damas.  

La historia de Caín

Afirmó el mismo Jorge Eduardo que “cuando yo era pequeño teníamos una cancha de fútbol cerca a la casa donde vivían mis padres y yo era muy travieso, muy hiperactivo, y unos amigos míos dijeron ese berraquito es más malo que Caín, y en el ambiente del fútbol esos apodos se generalizan, y ya uno a estas alturas del campeonato, me es imposible quitarme el remoquete”.

Estudió su bachillerato en el Instituto Universitario, y se dedicó gran parte de su vida a  ser visitador médico y posteriormente a aspectos relacionados con el agua y las piscinas. 

Escribió hace algunos años en La Patria un documento de colección sobre la historia del fútbol y el Once Caldas, una de sus pasiones, en donde dejó escritas anécdotas e historias de futbolistas, técnicos, directivos y aficionados, que quedaron para el recuerdo.

En Lindaraja, su pequeña tierra adquirida en los comienzos de su vida laboral, donde con frecuencia se reunía con sus amigos, quedarán los recuerdos de un gran hombre, conversador con gracia que hacía reír a montones a quienes con él compartían, inigualable anfitrión. Pierde el fútbol a una de sus memorias, todo y a todos los conocía, seguramente en el camino hacia el infinito se encontrará con unos de sus amigos en esta tierra, Javier Giraldo Neira, para seguir recordando historias.   

La Veintitrés acompaña de corazón a su esposa Melva y sus hijas e hijos María Antonia, Natalia, Juan Francisco y Nicolás, sus hermanos, sobrinos, al igual que a sus miles de amigos que ahora sufrirán la ausencia de un ser especial. Manizales lo recordará por siempre.  
Este martes a partir de las 8 de la mañana será su velación en Jardines y su sepelio será el miércoles.

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