Por GERMÁN MEJIA GALLO
Así se titula el libro que escribió con Editorial Planeta Javier Hernández Bonnet, uno de los periodistas deportivos más importantes de Colombia y quien hizo su lanzamiento anoche en el Gimnasio Moderno de Bogotá.
“Es muy notable el poder del periodismo, de los periodistas y, sobre todo, de la información. Es un ámbito que muchas veces nos obliga a nosotros, que estamos en el medio, entre la gente y la comunicación, en no decir siempre lo que pensamos, y sí en pensar muy bien lo que decimos. Vaya que hay poder en el periodismo. Nos lideran, en muchas oportunidades desde, no solo la comunicación, sino desde la forma en que lo hacen“, dice en el prólogo Gustavo Alfaro, el técnico argentino que en muchas oportunidades ha sido su compañero de transmisión en Caracol Televisión.
Se casó a los 20 años con Ángela María, la mama de Juan Pablo y Alejandra, y su actual pareja es Carolina Romero, con quien tiene una niña de 16 años, Sofía. Vive feliz con sus 5 nietos. Con Javier tuvimos la oportunidad de hacer este diálogo para La Veintitrés, que hoy compartimos con todos ustedes, para conocer un poco más a este periodista manizaleño, que como todos los nuestros, son un orgullo para la ciudad.
Los primeros recuerdos de su comienzo fueron en Manizales, su tierra natal, “cuando empecé en Transmisora Caldas ya a mi padre lo habían trasladado a Medellín, ahí comenzó para la familia, pero muy especialmente para mí, una nueva vida en la capital antioqueña. Yo me vine a unas vacaciones para Manizales y un primo, Arley Hincapié Bonnet, me dice, veni vamos a Transmisora Caldas que yo tengo un amigo, Fernando Montes, que tiene el turno en la noche; allá hay parrilla, hacemos chocolate y llevamos parva… Nos íbamos a acompañar a Fernando que tenía el turno de amanecida, ahí había un pequeño radioteatro y Montes, para complacer a todos los patos que lo acompañábamos, prendía el monitor del pequeño radioteatro, y ahí se subía hasta el perro y el gato, unos recitaban, otros narraban, había un muchacho que narraba toros, otro cantaba, y como me gustaba el fútbol, yo narraba partidos de fútbol imaginarios, ahí empezó esa inquietud”, nos contó Javier.
La historia para Javier continuó, y seguío narrando fútbol cada que iba, pero todo comenzó por la historia que por ese entonces se contaba, según la cual, en Transmisora Caldas había muerto una señora: “supuestamente” cuenta Javier, “por la noche se aparecía el espanto de la señora de los tintos, y asustaba, entonces a ninguno de los operadores de la noche le gustaba estar ahí solo, por eso nosotros nos quedabamos hasta las 3 o 4 de la mañana, todos mamando gallo y jodiendo con a jugar al locutor”.
El narrador
“Un día que faltó el narrador principal, que era Óscar Mejía, el popular ‘serrucho’, me dicen, venga que hay un partido y hay que narrarlo, me fui a hacerlo, pero yo no tenía voz para hacerlo sostenido, ni tenía verbo tampoco, yo era un pelao, no había terminado estudios, estaba allí de pato, de vacaciones”, dice.
Tenía 18 años, ya para cumplir 19, cuando ocurrió aquello, “empezó ese ajetreo en la emisora para que les diera una mano; había un partido del Once Caldas contra el Unión Magdalena, equipo en el que tapaba un arquero guajiro, Sixto Molina, y en el Once Caldas había un muchacho Efraín Naranjo un puntero izquierdo buenísimo, muy rápido… Pero la verdad es que narre, pero no di la talla, entonces más bien me mandaron a hacer entrevistas, y ahí quede engomado con el tema de la radio”.
Comenzó a pensar cómo mantenerse, porque de momento estaba paseando donde una tía. “Quedarme era someter a mi tía una carga, aunque un primo muy muy querido, Alberto Montoya Bonnet, me dijo, tranquilo hermano quédese aquí, cumpla sus sueños, entonces yo dije, tengo que conseguir algo, y me fui a trabajar al almacén El Pintor de Jaime Jaramillo, trabajaba en el día y por la noche me iba para Transmisora a hacer recocha; hasta que un día me dieron 10 minutos para hacer un programa para hablar del Once Caldas y después ya me ofrecieron que si quería hacer un turno de amanecida, porque Montes era muy bueno y ya había cambiado a otro horario. Trabajaba entonces vendiendo pinturas en el mostrador de El Pintor y por la noche era control locutor, entonces ya cuando me dieron el turno de la noche, dije, bueno aquí es la oportunidad, entonces ya no le hice tanto a las pinturas me fui desligando y me retiré del almacén, porque ya me pagaban algo mínimo, pero me pagaban. La emisora en ese momento estaba afiliada a RCN, ahí fue donde comencé”.
El llamado de Javier Giraldo
Recuerda el periodista caldense que estando allí, recibió el llamado de Javier Giraldo Neira, “me preguntó ese día, ¿cierto que su familia está en Medellín?, le dije que sí y me dijo, usted porque no se va a la voz del Río Grande. Javier había escuchado una transmisión donde Campuzano daba cambios a los camerinos y la reportería era muy floja; vallase para allá, me dijo”.
Recuerda Javier que él había empezado a imitar y a aprenderse todos los discursos de Javier Giraldo, “Javier comentaba un partido y por la noche de memoria me lo grababa, y lo hacía con la entonación de él, así como los que empezaron a narrar, imitaban a Carlos Arturo Rueda o a Armando Moncada Campuzano y llegó el momento en que me voy a Medellín, Campuzano me da la oportunidad y me tocó el camerino del deporte Tolima que en ese entonces no daba declaraciones, era el último en el campeonato, el presidente era el doctor Guzmán Molina… Me mandaron a un camerino donde nadie hablaba, el partido era Tolima-Medellín, pero como el Medellín había jugado la fecha anterior en Manizales ante el Caldas y ganó el Once Caldas, y Sarnari, que era volante del Medellín votó una pena máxima, entonces yo me había aprendido todo el discurso. Nos dieron cambio, estaba con un muchacho muy canchero cubriendo ese camerino, entonces él dio la alineación y me dejó a mí sin material. Yo dije, ahora el Tolima va a enfrentar a un Medellín herido… y empecé con el tono de Javier Giraldo Neira, imitador, haga de cuenta Yo Me Llamo. Campuzano me dijo, vámonos para la emisora, yo lo necesito, y ahí empecé con Jorge Eliécer Campuzano, una nueva etapa que era la de desmontar el personaje de Javier Giraldo y empezar a hacer el personaje propio”.
Transcurría el año de 1974, estuvo todo ese año con Jorge Eliecer y hasta finales de 1975, cuando le llegó una oferta de Caracol Radio: “Increíblemente, contra todos mis pronósticos, llegó esa oferta Caracol, en aquel entonces La Voz de Antioquia, ahí había un fenómeno muy muy interesante, la emisora era una repetidora de la cadena, no tenía programación propia, y la emisora de mostrar, que barría en Medellín que tenía el sello afiliada a Caracol, era Radio Visión, que la manejaba y era copropietario, Jaime Tobón de La Roche, el hermano de Bernardo; él era narrador deportivo y tenían en Radio Visión un equipo muy bueno, en el que Weimar era el reportero; después sube a comentarista y a esa Emisora llega Iván Mejía, y me llaman para organizar la Voz de Antioquia, y me nombran director de Deportes, cuando llego y miro quien más hay en la emisora, me dicen, usted no más, porque ni siquiera el narrador pertenecía a la nómina, era el emperador Marco Antonio, quien leía noticias en la voz de Antioquia”.
Una pareja espectacular
Comenzó una nueva oportunidad, en una nueva frecuencia, ahí se aleja de Campuzano, pero la amistad se mantiene: “finalmente él se convirtió en mi verdadero maestro, fue Campuzano quien me enseñó todos los secretos, no profesionales, sino en materia de comportamiento, todo, y ahí es donde viene como por parte de magia, estando muy joven, un florecer inesperado, no pensaba crecer tan rápido, porque había gente que llegaba a hacer reportería y se quedaba 10 o 15 años; empecé a tener el propio vuelo como comentarista, voy al Campeonato Mundial del 78 con Caracol, es mi primer mundial, y después en el 79, RCN nos hizo una oferta para juntarme con Campuzano, quien se había ido de Medellín para montar con Armando Prodeportivo en Radio Sutatenza en Bogotá”.
Con el regreso de Jorge Eliecer montan en la capital antioqueña una de las parejas de radio más importantes de la historia, hasta cuando en 1988, Javier Hernández recibe una oferta de Caracol TV, para vincularse a uno de los canales privados de la televisión colombiana, “ya habían comenzado los canales regionales y me tocó en Teleantioquia hacer transmisión de varios partidos, era una época sin tanta complicación de derechos como hoy; También hacía Noticias El Colombiano”.
La nueva vida
Hernández Bonnet, comenzó su nueva vida en Bogotá que al principio fue muy complicada: “una vida muy complicada porque uno acostumbrado en Medellín a tener en la maleta del carro, los Guayos, las medias, los petos, el balón y todo para estar listo cuando lo llamaran a cualquier hora para jugar un partido en algún lado, y todo bien cerquita, para ir a Bogotá a esa distancias tan tenaces, entonces terminé en ese momento dudando de si me podría amañar, pero descubrí de la Capital que uno no tiene tiempo ni de amañarse ni de aburrirse, y allí me quedé empeñado hasta la fecha”.
Cuando llega a Bogotá se mantiene en RCN, incluso le tocó el comienzo de Antena Dos, eran tres los protagonistas, Pacho Restrepo, Rubén Darío Arcila y Javier Hernández, quienes hicieron los primeros programas hasta que Jairo Tobón recibió la autorización de la cadena para fortalecer esa nueva alternativa, “él en ese momento lo que hizo fue contratar a Vélez y a Paché, ahí arrancan ellos y doy un paso al costado porque lo que quería era quedar libre en el mercado y en ese momento había pactos de no agresión, no se podían quitar gente de RCN y de Caracol, entonces decidí aceptar una oferta que me hizo el gordo Iván y empecé a trabajar con él en Colmundo Radio, me acuerdo que a los dos nos fue en fabuloso porque parte del contrato era una plata y un cupo, pero le digo, gordo aquí que voy a hacer, no conozco a nadie, y me dijo, yo se lo pago a partir de la fecha hasta que lo venda, se demoró cinco meses en venderlo, y esos cinco meses el gordo me pagó de su bolsillo, él tuvo esa característica, lo que prometía lo cumplía; en esa oportunidad el narrador era Rey Mosquera”.
Recuerda que hubo un momento de su vida muy especial, el mismo día recibió ofertas de Caracol y RCN, “un día por la mañana, eso fue previo al Mundial del 94, me llamó Don Ricardo Londoño y me dice, necesito hablar con usted, fui a verlo y me dice, le ofrezco la gerencia de deportes, le dije, suena interesante… Pero la verdad es que necesitaba estar en un medio mucho más fuerte que Colmundo, entonces le dije, bueno lo voy a pensar. Salí de ahí hacia el Hotel Tequendama donde estaba Bavaria haciendo la presentación de la Selección Colombia y todos los emblemas para el Mundial del 94, ya Colombia estaba clasificada. Allí estaban Augusto López Valencia y Ricardo Alarcón, quien me llamó y me dijo, lo necesito, le tengo una propuesta, pero me tengo que ir para España mañana, entonces cuando venga nos hablamos…”.
Una decisión de vida
Javier, que venía de recibir el ofrecimiento de RCN, no podía esperar porque debía darle respuesta a Ricardo Londoño, entonces le dijo, “lo que pasa es que me acaban de ofrecer la gerencia deportes de RCN; me dice, no no, no lo acepte, yo lo necesito ya, y lo que hizo fue decirme vaya y hablé, creo que fue con Antonio José Uribe, que era uno de los vicepresidentes; con él mantuve una comunicación hasta que me aterrizaron que lo que querían era que fuera el director de la transmisión del mundial de fútbol para todas las emisoras latinas en EEUU. Finalmente me puse a pensar más que en la plata, que era lo que más me convenía, ir de gerente deportes era hacer de árbitro de boxeo entre Vélez y Trapo, que estaban en la misma cadena, pero no se podían ni ver, entonces me tocaría ir a tratar de pacificar la cosa, lo que era imposible, entonces me incliné por Caracol, muy emocionado con el proyecto, cuando faltando 10 días para que la selección viajara al Mundial, me llama Ricardo Alarcón y me dice, venga, hay cambio de planes, el doctor Augusto López quiere que usted sea el Jefe de Prensa de la Selección Colombia por pedido de la Federación Colombiana y del cuerpo técnico, y me meten en ese chicharrón, entonces cambiaron mis planes, pero al mismo tiempo ocurre algo, y por eso le digo que llevo 50 años en los que los astros se me han alineado para todo, siempre llega el momento en que todo está sincronizado. Llega el instante en que me dicen, asuma y ahí veremos qué hacemos en el camino. Eliminan a Colombia, que fue el episodio aquel de la derrota, del autogol de Andrés Escobar, se cierra en San Francisco con el partido Colombia-Suiza que gana Colombia, y se da el suceso de la crisis de la selección”.
Todo cambia en el camino
Era el momento más difícil para la selección de nuestro país, llegaban amenazas de muerte por lo ocurrido en el mundial y el momento no era el mejor, “eso origina el que se abran Peláez y Perea, entre ellos se agarran y se culpan por las cosas que se habían dicho, entonces Peláez asume la posición de no querer narrar con Perea, entonces ahí viene otro momento de impacto y es una llamada de Alarcón que me dice, usted va a ser el comentarista de Perea el resto del Mundial, ¿cómo?, ¿por encima de Weimar y de Javier Giraldo?, que estaban por encima en jerarquía, en reconocimiento, en todo. Me acuerdo que llamé a Javier Giraldo, porque eso causó impacto, y con Javier porque resulta que yo estaba de segundo comentarista. Entonces termino siendo el comentarista principal de Caracol. Llamé a Javier Giraldo a decirle, yo sé que por méritos, si es meritocracia, usted y Weimar son los que tienen ese derecho y a mí me avergüenza, pero no es una decisión mía, entiéndalo yo no he escalado hasta aquí, he sido muy respetuoso de los procesos y sigo siendo y por eso soy intolerante. Yo lo único que no admito dentro de la organización es que la gente se pase por encima, y los directivos de Caracol lo saben, yo he tenido diferencias con directivos de Caracol, que dan órdenes por encima, y yo bloqueo las órdenes porque se deben respetar los conductos regulares. Ese tema fue el más maluco de todos los vividos porque era de cierta manera entrar a un terreno que no me correspondía, porque ese lugar lo tenían ganado por meritocracia, por reconocimiento profesional, Javier y Weimar. Javier había sido compañeros de Perea, fueron los comentaristas del título de Atlético Nacional en la Copa Libertadores. Ahí empieza una nueva etapa hasta que Perea se lanza después al Senado en el 98”.
Jorge Eliecer es un padre
Javier Hernández Bonet ha tenido la suerte de haber trabajado con los mejores narradores y comentaristas de Colombia, por eso para él no es tan fácil hablar de cuál puede ser el mejor grupo de trabajo o el mejor compañero, sin embargo nos cuenta que, “he sido un bendecido porque me han tocado los mejores narradores, me tocó mi papá y mi maestro, que es muy distinto a lo que representa Javier Giraldo, Javier representó un ideal, pero trabajar y que te reprendan, te enseñen y te digan esto no se hace, esto tiene que ser así, a la gente hay que respetarla, esto es para hacer amigos, no para construir enemistades, Jorge Eliécer Campuzano, yo lo amo”.
Destaca entre los demás narradores a “´El emperador´, me tocó Sergio Ramírez, en épocas donde ellos estaban en crecimiento, pero igual eran personas con mucho talento; me tocó Perea, William Vinasco en todo su esplendor, siendo William el Chacho que merece un capítulo aparte porque es el verdadero dueño del éxito de la televisión deportiva hoy en los partidos de fútbol, a él le tocó darse la pela y enfrentarse a un mundo de un estrato muy alto que veía estridente todo lo que se hacía en televisión, tenemos que recordar que la televisión era limitada, no todos los hogares tenían televisión. Yo recuerdo que veía las peleas de Cassius Clay a la vuelta de mi casa, la veía pegado de una baranda en la única casa del barrio donde había televisión, y nos abrían la ventana para que pudiéramos ver desde la calle. Hay gente que se apropió y no resistía que se hablara rápido o que se le echaran tiros en televisión como los que echaba William. Él fue el que se dio la pela, es decir, el éxito del modelo de lo que se hace hoy es de William Vinasco, porque además era la única manera de derrotar la radio, porque la gente encendía la radio y le bajaba volumen al televisor”.
Entre los comentaristas menciona a algunos de los que trabajaron con él, “me tocó trabajar con Jaime Ortiz Alvear que es un verdadero loco, también lo hice con Rubencho en las carreras de ciclismo; con Armando Moncada tengo muchas anécdotas, en el 75, yo en Caracol, me convoca a la Vuelta a Colombia que salía de Cúcuta, y su primera etapa llegaría a Pamplona y después Pamplona – Bucaramanga; me acomodaron en el Caracol Habano que era el dos, con Roger Araujo, un personaje, era de los que apuntaba la alineación en la mano, y se le borraba; era incumplido, y yo esperando a mi compañero de carro, iba a arrancar la transmisión de la carrera y no habíamos llegado los dos, y la enjabonada que me pegó Armando Moncada, que no aceptaba disculpas, ahí empecé a aprender algo que siempre he aplicado en mi vida y que después la revalide con Hernán Peláez, cuando uno lidera tiene que ser el primero, porque usted como líder no puede decir nos vemos a las 8 y llegar a las 8:15, entonces yo siempre estoy 10 o 15 minutos antes, aprendí eso con Armando”.
Con Moncada impartió muchas transmisiones de ciclismo y fútbol, pero también recuerda momentos difíciles, “un momento muy difícil que me conmovió, cuando Armando fracasó en sus proyectos comerciales y se quedó prácticamente sin empleo, yo había comprado en Todelar los espacios para hacer la Copa América de Ecuador y Armando estaba sin trabajo, me lo llevé a esa transmisión, era uno de mis ídolos. Yo era empresario en compañía de Darío Ángel, salíamos con la maleta de vender para poder financiar todo, Darío se conseguía unos clientes muy extraños, yo aprovechaba la imagen que tenía televisión para ir a los corporativos, a Pomona, Bavaria, cigarrillos Mustang, que eran los grandes patrocinadores del momento”.
Con Jaime Ortiz y Rubén Darío Arcila tiene sus historias, dos genios con chispa y creatividad que en el micrófono todo lo hacen fácil, “recuerdo que los domingos hacíamos un programa que había vendido Jairo Restrepo López, el más grande vendedor de la Cadena Caracol, y se llamaba Siempre en Domingo con Coca-Cola, era una matinal deportiva en la mañana, que generó en la cadena un impacto porque se cortó Monitor que era un programa institucional para una audiencia muy exquisita, y nosotros en el deseo de luchar en Medellín y posicionar a Caracol, cortamos el programa, y contratamos a Rubencho para transmitir ciclismo, todavía no estaba la autopista Medellín – Bogotá desarrollada, sino que estaban haciendo el túnel yendo por Bello, no había la interconexión que hay ahora, estamos hablando de más de 45 años, y los dos eran un show, genios de esos con una chispa para las cosas impactantes, impresionante, pero entre ellos había cierta rivalidad, y parte de la rivalidad se dirimía era en las salidas, porque en esa época usted anunciaba por ejemplo una doble al hatillo en Medellín, y eso se llenaba el sitio de salida para ver a los ciclistas, porque el ciclismo era una fiebre impresionante y alrededor de eso pues había mucho, y transmitía Todelar, RCN y Caracol por la mañana. Ellos se divertían contando sus historias para sacarse la chispa, pero la única verdad es que el único que llegaba en sano juicio era yo, Jaime llegaba con los ojos como Zabaleta pescada con dinamita y a Rubencho se le sentía el tufo hasta el túnel, fueron genios de los que uno aprendía muchas cosas”.
Un encuentro con Javier Giraldo Neira
Con Giraldo Neira se encontró la primera vez en una Copa América, creo que fue en Bolivia donde empezamos a compartir comentarios, “era muy difícil seguirle el paso porque Javier tenía un ritmo muy fluido, ahí es cuando uno empieza a revisar cuáles son sus debilidades, y de esas debilidades buscar oportunidades y después de esas oportunidades fortalecerlas, entonces yo empecé a darme cuenta de que no era capaz de sostener un ritmo, que Javier era un tipo protagónico en todo el sentido de la palabra, por el tono de voz, por expresión, por el verso prolongado, por todo el laberinto que se metía salía y conectaba todas las entradas y salidas con su discurso impresionante, entonces dije, yo no puedo hacer eso, entonces tengo que aprender a sintetizar, decir cosas claves y de cierta manera como entender más el estilo de Hernán, aunque Hernán no es muy profundo, él es muy conocedor de historia, pero no tiene la profundidad de los pequeños detalles como para dar a entender dónde hay un nudo táctico que se tiene que desatar, entonces empecé ahí, mi vida ya empecé a acompañarla con un montón de amigos, por ejemplo en Manizales siempre me reúno con Martín Quintero, porque es un hombre de una gran experiencia y la mayor parte de la experiencia que uno le exprime a él, es la de las anécdotas. En Medellín también me reúno con el profesor Rodrigo Fonnegra, que fue el primer técnico colombiano en graduarse como entrenador en Argentina, ya está muy muy entrado en edad, pero tal vez lo más impactante de todo, era que tenía una gran convocatoria, en la oficina se podía encontrar uno con Mario Agudelo, Cunda Valencia, Pacho Maturana, el doctor Gabriel Ochoa, Fuad Char en sus comienzos de dirigente, Nelson y Hugo Gallego, y allá uno no tenía necesidad de hablar, ahí sí que se tenía que aplicar la teoría de que si dios nos dio una sola boca es para hablar menos, yo me quedo quieto, escuchando y tomando apuntes, y con el aprendí un montón de pequeños detalles que finalmente pude aprovechar para tener un estilo con el que quería diferenciarme de los demás, no porque no quisiera ser como ellos, sino porque no podía”.
Javier Hernández Bonnet hace rato ha tenido la intensión de terminar su carrera en los medios, pero aún no se lo han permitido, “el presidente Caracol me pidió que lo acompañara otro ratico más, tengo con la familia Santo Domingo una gratitud enorme, porque todo lo que he podido hacer, criando mis hijos y patrimonialmente, se lo debo a ellos, pero sí está llegando un momento en el que tengo que plantear no volver a los noticieros, por ejemplo, ya no quiero más noticieros, quiero irme a mi casa temprano, me encanta la radio, si puedo permanecer en Radio pues permaneceré en radio, pero ya no hay el apego de antes…”