Esteban Jaramillo Osorio
De la peor manera, con el pito envenenado del árbitro Hinestroza, le dieron el ácido al Once Caldas. Lo liquidaron.
Solo faltó poner un epitafio que dijera “Ha sido un placer pero no te necesitamos en las finales, eres incómodo para los planes oscuros que se traman”.
Atraco con debates públicos.
Despojo para la indignación general de los hinchas y la sorpresa del futbol. Los expertos arbitrales reconocen el error del árbitro y la malicia del VAR, a cargo de un tal Jhon Perdomo acostumbrado a embarrarla, con la complacencia de los dirigentes.
Las imágenes, mil veces repetidas, dan claridad a la jugada y a la desproporción del error, con sus consecuencias.
En el partido el Once regaló la iniciativa en el primer tiempo, con precavido refugio, sin dar tregua en el trabajo defensivo, pero con renuncia a la vocación atacante, cuando el Tolima le regalaba espacios. La condena a los miedos.
Después del gol y en el complemento, el Blanco se hizo grande… e hizo grande al partido. Pero no pudo rematar este fantástico viaje hacia un título que enloqueció con fervor desbordante a toda la clientela, por los despilfarros ante el portero.
Fueron once meses de fulgurante travesía, que arrancó en enero, en medio del escepticismo por la cercanía del descenso. La tensión aflojó para dar paso a la emoción extrema con buenos resultados.
El once jugo de igual a igual contra todos. Sin complejos, en un trayecto perfecto, malogrado por la teneborsa mano negra del árbitro.
Dicen que “soldado advertido no muere en guerra”.
En el club conocían el riesgo que se asumía, pero la gestión tras bambalinas no fue la adecuada. No es con tibios comunicados pidiendo veedurías, sino con hechos, con presencia, con autoridad en las exigencias y en los reclamos.
Enrevesado el raglamento aplicado, distante del que esta escrito. “Entre dos faltas simultaneas, se sanciona la mas grave”.
El Once entendió la trascedencia del partido a medida que este fue avanzando, pero desaprovechó los espacios de un mediocre Tolima que gano el tiquete a la final con poco.
Cuando el blanco corrió hacia atrás, en trabajos de marca, se debilito sin el control de la pelota y cuando lo hizo hacia delante, no pudo definir.
Comparto, al cierre de este escrito, las imágenes reveladoras de la transmision de la TV oficial, que no admite ni reclamos ni controversias por lo evidentes, a no ser que influyan malinterpretaciones malévolas.
Se justifica la reacción del entrenador, pero no sus gritos y sus palabras sucias. Aunque la decencia y la prudencia de las críticas, que van en contravía del desbarajuste ético y moral que se vive y se palpita, no se escuchan por parte de quienes manejan la competencia. Por eso la tendencia a hablar duro para que tiemblen los culpables.
De regreso al mundo real, aturdidos estan los hinchas, calientes tras el atentado Se inicia por enésima vez la reconstrucción del club con los fichajes esperados. No hay inversión a la vista. Esteban J.