Egan está de vuelta

Egan Bernal (Fotos: Ineos Grenadiers)
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El renacimiento del campeón colombiano tras mirar a la muerte de frente

Por SAMUEL SALAZAR NIETO

El 24 de enero de 2022, la vida de Egan Bernal cambió para siempre. Aquel día, el campeón del Tour de Francia de 2019 y del Giro de Italia de 2021 chocó violentamente contra un bus mientras entrenaba en Gachancipá, Cundinamarca. Su cuerpo quedó destrozado. En el parte médico inicial se hablaba de fracturas múltiples: en la columna vertebral, el fémur, la rótula, varias costillas y el pulgar derecho. Los médicos aseguraban que estuvo a pocos milímetros de quedar parapléjico… o de morir.

Ese fue el principio de una historia épica, no solo de recuperación física, sino de resistencia mental, emocional y espiritual. Egan cayó al fondo del abismo y comenzó desde allí un ascenso que hoy, más de tres años después, lo tiene otra vez entre los mejores del pelotón internacional. Colombia vuelve a emocionarse con su pedalear. El mundo vuelve a reconocer su clase. Porque Egan está de vuelta.

El accidente: un segundo nacimiento

El impacto del accidente fue devastador. Egan fue sometido a más de diez cirugías en menos de dos semanas. Estuvo hospitalizado en la Clínica Universidad de La Sabana durante un mes. Su proceso de rehabilitación fue lento, doloroso y, sobre todo, incierto. Muchos se preguntaban si volvería a caminar. Él respondía desde una férula, con un mensaje en redes sociales: “Tuve un 95 % de posibilidades de quedar parapléjico y casi pierdo la vida. Pero aquí estoy, agradecido con Dios.”

Para el ciclismo colombiano, acostumbrado a poner sus esperanzas en su figura más icónica del nuevo siglo, ese momento fue devastador. Sin embargo, desde la clínica y más tarde desde su casa en Zipaquirá, Egan se propuso algo más difícil que conquistar una gran vuelta: volver a ser ciclista.

El camino de regreso: cicatrices y pedalazos

Durante 2022, Bernal compartió su proceso de recuperación con disciplina y esperanza. En marzo ya caminaba con ayuda. En mayo montaba en bicicleta estática. En junio volvió a la ruta, primero solo, luego con el equipo Ineos. El 16 de agosto de ese año, reapareció oficialmente en una competencia: el Tour de Dinamarca. Terminó en la casilla 106. Para muchos, era un milagro que estuviera ahí.

En 2023, su temporada fue prudente. Corrió varias pruebas por etapas, incluyendo la Vuelta a San Juan, la Volta a Catalunya y el Tour de Romandía. Aunque no mostró resultados destacados, su progresión física fue evidente. Cada carrera era una victoria simbólica, un paso más hacia la reconstrucción.

Ese mismo año, corrió la Vuelta a España. Terminó el recorrido completo, ocupando el puesto 51 en la clasificación general. Lejos de la élite, pero cerca del alma del ciclismo: la persistencia, la lucha diaria, el orgullo de portar una bicicleta sobre los hombros aún con el peso del dolor.

2024: el regreso competitivo

La temporada 2024 fue la consolidación de su retorno como competidor. Logró un top 10 en el Tour de Suiza. En el Tour de Francia fue gregario de lujo para Geraint Thomas y terminó en el puesto 18, lo que confirmaba que su cuerpo ya respondía en las grandes vueltas. Volvía a escalar con solvencia. Volvía a sonreír. Y sobre todo, volvía a soñar.

Su participación en el Mundial de Ruta en Zúrich fue otro punto alto: concluyó en el grupo principal, con buena lectura táctica y sólido ritmo en montaña. Las críticas que lo daban por acabado se acallaron. La confianza de Ineos renació. La afición lo recibió como el guerrero que jamás se rindió.

2025: Giro de Italia, tierra de redención

Y llegó el Giro. La carrera que ya lo había coronado en 2021, y que parecía inaccesible tras su accidente, volvió a ser escenario de su grandeza. Desde la primera semana, Egan mostró piernas, inteligencia y espíritu de líder. Fue protagonista en la etapa 4 con final en Rapolano Terme, donde concluyó tercero tras un tramo de sterrato que exigía alma y potencia. La afición lo ovacionó. El ciclismo volvió a enamorarse de su clase.

Después de siete etapas, Egan se ubica séptimo en la clasificación general. Ha sido constante, aguerrido en montaña, sólido en el llano y elegante en las transiciones. El cuerpo responde. La mente está en modo batalla. El país lo acompaña con fervor. El mundo lo mira con respeto. El espectáculo brindado este domingo en el sterrato al lado de sus compañeros del Ineos o caminos de tierra o sin asfaltar, que revolcó la clasificación general, lo tuvo virtualmente como segundo de la general, pero al final de la jornada, la reacción del pelotón de favoritos llevó a que lo alcanzaran, aunque al final el resultado fue bastante positivo.

Al concluir la primera semana, la prueba entra al primer día de descanso con el mexicano Isaac del Toro, 21 años, el único que aguantó en sterrato el ataque de Egan, Brandon Rivera y demás compañeros.

Más que un ciclista, un símbolo

Egan Bernal no es solo el primer latinoamericano en ganar el Tour de Francia. Es hoy un símbolo de superación humana. Su regreso es una lección viva de resiliencia. Ha demostrado que la vida se puede reiniciar incluso cuando todo parece perdido. Que se puede reconstruir un sueño con dolor, paciencia y voluntad.

La suya es una historia que trasciende al ciclismo. En cada pedalazo hay memoria de los quirófanos, de las lágrimas en familia, de los mensajes de aliento de un país entero. Cada ataque en el pelotón es una declaración: “Estoy aquí. Y sigo creyendo.”

Lo que viene: ¿un nuevo podio?

Aún queda mucha carretera por recorrer en este Giro de Italia. Egan no parte como favorito para el título, pero su ubicación en la general y su rendimiento en terrenos difíciles lo posicionan como contendiente serio para el podio. Sería el mejor cierre para esta historia de redención. Pero incluso si no lo logra, el país ya lo celebra.

Porque Egan está de vuelta. Y eso, por sí solo, es una victoria.

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