Por ESTEBAN JARAMILLO OSORIO.
Cuando dominan las lenguas y se rebelan los caciques. Las mentiras del vestuario. Lánguido el juego, aburridos los partidos. El balón no es aliado y los piscinazos, la única fórmula de ataque.
…
Recuerdo que el bueno de Reynaldo Rueda, tras su fracaso a Catar, entre lágrimas y con video en mano, explicaba ante los directivos que lo habían despedido, las opciones perdidas por sus delanteros, estériles ante el gol, en extremo improductivos.
Su proyecto había fracasado, Colombia eliminada, en rebeldía algunos de sus jugadores, que, así se niegue, le fabricaron la salida. Como había ocurrido con Carlos Queiroz, su antecesor en el cargo.
De nuevo lo mismo en el actual viaje imperfecto al mundial, por los errores estratégicos de Lorenzo, su lenta búsqueda de soluciones y la ausencia de un juego estructurado, con bases tácticas sólidas que garanticen las victorias.
Sus fórmulas lucen agotadas. Solo quedaba el efecto sanador de un centro en rosca de James para los cabeceadores, pero el futbol del publicitado volante luce desconocido.
Desaparecieron los triunfos. También las fantasías prefabricadas, justificadas en resultados y no en el rendimiento colectivo.
Tan criticado siempre, pero que falta hace Lucho Díaz.
El balón se convirtió en un azote. Con él se fabrican los enredos en el juego, se limita la comunicación con pases, se ahonda la crisis atacante, para el incendio en los resultados. Porque no genera rendimiento. No hay idea de juego.
Las lenguas de los futbolistas y los periodistas, de nuevo conflictivas. Patético Jader Durán.
Frente a su aporte y el de «Cucho» Hernández, ¿por qué no Dayro, y ¿por qué no el renacido Falcao? como fórmulas de gol alternativas.
Para colmo los procesados de ayer, los fracasados en torneos anteriores, dictan cátedra, micrófono en mano, señalando con el dedo acusador a los implicados en los actuales momentos de zozobra, que, pese a todo, no ponen en riesgo el tiquete al mundial.
Frente a sus errores, los de años anteriores, perdieron la memoria. No tienen autocrítica. Son vengativos.
Que aburrido es el futbol, cuando es tosco. Sin goles. Con mal ataque. Cuando desespera a los aficionados. Cuando débiles son los argumentos en la búsqueda de triunfos.
Cuando no entienden los jugadores que “si tienes el balón bajo tus pies, en el área de gol, lo único posible es llevarlo a las redes”. Lo demás es tontería.
Que extraño don el de Lorenzo, el de convertir en mediocres a los buenos jugadores, por la ausencia de tácticas y estrategias efectivas. Esteban J.