Por JUAN MANUEL GALÁN*
En Colombia lo justo no puede ser un privilegio. Y lo justo es que los jóvenes reciban todo el apoyo posible para que su talento germine y prospere en la era de la inteligencia artificial. Tienen los jóvenes al frente una vía de transformación sin precedentes y que en el próximo quinquenio tendrá un crecimiento exponencial. No se trata de una utopía lejana ni de un sueño imposible; es una realidad que empieza a tomar forma y que puede acelerarse con voluntad política y decisión colectiva.
Las cifras son contundentes. En 2016, Colombia recibió 5.147 millones de dólares en remesas. Para 2024, ese monto ascendió a 11.848 millones de dólares, una cifra que supera las exportaciones de café (3.393 millones) y carbón (7.100 millones), y se acerca al valor exportado de petróleo (15.000 millones). Pero detrás de estos números hay una historia aún más poderosa: cada vez más colombianos trabajan desde su casa en Colombia, se conectan con empresas extranjeras gracias a las nuevas tecnologías.
Ya no es indispensable migrar para acceder a oportunidades globales. Los jóvenes no tendrán que irse del país para tener oportunidades. La digitalización, el teletrabajo y las plataformas colaborativas han abierto las puertas de empresas en Estados Unidos, Europa, Asia y África para desarrolladores, diseñadores, escritores, traductores, asesores, y muchos otros más. Una buena proporción de estos ingresos se registran como remesas, pero en el fondo representan el inicio de una nueva economía cuyo eje es el conocimiento, el talento y la conectividad.
Lo más esperanzador es que esta revolución tecnológica es liderada por jóvenes. Desde su celular, aprenden inglés, programación, marketing digital y habilidades que antes parecían reservadas a unos pocos en la presencialidad. Cada vez es más común ver a estudiantes que, entre clases virtuales, prestan servicios a startups internacionales, o venden productos digitales en plataformas globales.
Este fenómeno es más que una tendencia: es una oportunidad histórica para cerrar brechas y descentralizar el acceso al mercado laboral en los próximos 5 años. Pero lo más importante, oportunidades reales para aumentar ingresos. Desde pueblos alejados, desde barrios populares, desde cualquier rincón con conexión, los jóvenes colombianos pueden construir un proyecto de vida conectado al mundo.
Lo que sigue ahora es tomar decisiones audaces. Colombia necesita una autopista digital que no discrimine por ubicación ni por estrato. La propuesta es remplazar el modelo actual, que destina 564.000 millones anuales de acceso comunitario como las zonas wifi públicas, que según el DANE menos del 5% de las personas usa. Se pueden enfocar estos esfuerzos en subsidios a la demanda, a través del cruce de parte de la contra prestación periódica que pagan los operadores para que se traslade directamente a los subsidios. El usuario libremente elige al proveedor con el que accede al subsidio. Un subsidio directo de 50.000 pesos para los casi 700.000 hogares de estrato 1,2 y 3 que hoy reportan el costo como su principal barrera de acceso. Esto abriría una autopista de varios carriles para que el talento colombiano florezca sin barreras.
Con un gobierno que entienda esta transformación y la promueva decididamente, Colombia puede convertirse en una potencia de servicios digitales. Las remesas dejarán de ser simplemente dinero que llega del exterior, para convertirse en símbolo de una economía flexible, inclusiva y global.
*Director Nacional del Nuevo Liberalismo