La campaña liderada por la Alcaldía permitió canalizar la solidaridad de los manizaleños en favor de La Eneida y La Latina, librerías de tradición que resultaron afectadas por la conflagración del 11 de agosto.
El alcalde Jorge Eduardo Rojas explicó que, además de las ayudas inmediatas, se están gestionando alternativas de crédito a través de Bancóldex con tasas subsidiadas por el municipio.
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El pasado 11 de agosto, un incendio en la carrera 21 del centro histórico de Manizales arrasó con dos librerías de tradición: La Latina y La Eneida. Entre humo, agua y cenizas quedaron reducidas a ruinas miles de páginas que durante décadas acompañaron a estudiantes, investigadores y amantes de la lectura. A un mes de la emergencia, la solidaridad ciudadana se convirtió en la chispa que empezó a encender de nuevo la esperanza de sus propietarios.
La Alcaldía de Manizales lideró una campaña para recolectar libros en favor de las dos familias afectadas. La respuesta de la ciudad superó las expectativas: en pocas semanas se donaron 4.900 ejemplares, un gesto que los libreros reconocen como un primer paso para resurgir.
El alcalde Jorge Eduardo Rojas entregó este lunes un mensaje de respaldo a José Albeiro Moreno y Diego Giraldo, propietarios de los establecimientos, destacando que la administración fue solo un puente para canalizar el espíritu solidario de los manizaleños. “Manizales es una ciudad solidaria que fue capaz de donar 4.900 libros en un corto tiempo. La gente se solidarizó y entregó estos libros para que las librerías puedan resurgir de las cenizas y volver a iniciar su negocio”, expresó.
El mandatario resaltó además la labor del Cuerpo Oficial de Bomberos, que evitó una tragedia mayor. “Si no hubiera sido por bomberos se quema toda la manzana. Para eso está el cuerpo oficial, para atender este tipo de eventualidades, y aquí estuvieron. Tenemos uno de los equipos más preparados del país, ahora que cumplimos 100 años de historia”, señaló.
Rojas recordó que la Alcaldía ha acompañado a las familias no solo con la campaña de libros, sino con ayudas humanitarias inmediatas como kits de alimentos, subsidios de arriendo y acompañamiento psicosocial. Además, anunció alternativas de crédito a través de Bancóldex con tasas subsidiadas por el municipio, así como la posibilidad de tramitar un alivio tributario especial en el Concejo de Manizales.
“El equipo de la oficina empresarial está listo para apoyarlos en el arranque de nuevo. Ustedes saben el quehacer de su negocio como nadie, pero en estas condiciones no es fácil. Por eso los acompañaremos con profesionales de contabilidad, finanzas y derecho. Queremos que sean los primeros beneficiarios de una exoneración tributaria que impulsaremos desde el próximo año”, indicó el alcalde.
El compromiso también incluye visibilizar a estas empresas en escenarios como la feria empresarial de la ciudad, que reúne a más de 22 mil visitantes en cada edición. “Cuenten con esta alcaldía, cuenten con el apoyo de Manizales. Estoy seguro de que las cenizas no acabarán con estas dos empresas, al contrario, las llenarán de energía para crecer y fortalecerse. Esta es una ciudad cultural y literaria, y lo seguirá demostrando comprándoles libros a estas librerías de tantos años”, añadió.
El alcalde Jorge Eduardo Rojas explicó que, además de las ayudas inmediatas, se están gestionando alternativas de crédito a través de Bancóldex con tasas subsidiadas por el municipio. Estos mecanismos buscan facilitar capital de trabajo a los propietarios de La Eneida y La Latina para que puedan recuperar inventarios y reabrir sus locales.
El mandatario añadió que se estudia un alivio tributario especial, que deberá ser tramitado en el Concejo de Manizales. La medida estaría dirigida a respaldar a las empresas que resultaron afectadas por el incendio y se complementaría con asesoría empresarial en contabilidad, derecho y finanzas para garantizar la sostenibilidad de los negocios en el mediano plazo.

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Gracias infinitas
Diego Giraldo, propietario de La Eneida, compartió la mezcla de gratitud y nostalgia que lo acompaña desde el día mismo del siniestro. “Infinitas gracias en nombre mío y de mi familia por esta gran labor. En el incendio se perdieron joyas, pero con la colaboración de la comunidad tenemos la oportunidad de recuperarlas. Estas librerías no pueden quedar en el olvido, tienen que volver a renacer de las cenizas, porque prestamos una función muy grande: generar conocimiento y cultura”.
El librero, que abrió su negocio hace 22 años, confesó que aún le cuesta hablar de lo sucedido sin quebrarse. “Se me viene a la memoria el 11 de agosto, que fue muy traumático. Incluso personas que no leen se han sumado a colaborar, porque han visto la labor que hacemos como libreros. Nosotros somos como los recicladores de la literatura: rescatamos libros que casi nadie usa, les damos amor y los volvemos a poner en circulación. Eso es lo que queremos seguir haciendo”, dijo emocionado.
Albeiro Moreno, de la Librería Latina, recordó que estaban próximos a cumplir cuatro décadas de actividad cuando ocurrió la tragedia. “Ahora en noviembre celebrábamos 40 años de estar al servicio de la ciudad. Hoy, precisamente a las cuatro de la tarde, se cumple un mes del incendio que afectó la cuadra de las librerías. Desde ese mismo día la comunidad se solidarizó con nosotros y la Alcaldía nos acompañó”.
Con voz serena pero cargada de sentimiento, Moreno agradeció el respaldo recibido. “Con esta campaña de donación, la comunidad respondió de manera magnífica. El apoyo ha sido muy, muy bueno. Gracias a ese gesto hemos recolectado una cantidad significativa de libros que nos motivan, que nos dan fuerza para seguir prestando un servicio a la comunidad, a la educación y a la cultura. Somos parte de la ciudad cultural del Eje Cafetero, y con este impulso volveremos a hacerlo”.

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Voces de gratitud y esperanza
La emergencia del 11 de agosto no solo consumió inventarios y locales; también golpeó la memoria de quienes durante décadas encontraron en estas librerías un refugio de historias. Entre los títulos perdidos había ediciones únicas, colecciones familiares y libros descatalogados que difícilmente podrán recuperarse. Pese a ello, el ánimo de los libreros apunta más al futuro que al pasado.
El gesto ciudadano de llevar un libro para compartir se convirtió en un símbolo de resiliencia colectiva. Niños, jóvenes, profesores y vecinos se acercaron con paquetes pequeños o cajas repletas. Cada ejemplar entregado fue una muestra de confianza en que la cultura puede levantarse incluso entre cenizas húmedas y portadas ennegrecidas.
El alcalde insistió en que la campaña de donación no se cerrará, e invitó a los manizaleños a continuar apoyando. “Gracias a quienes ya aportaron y a quienes seguirán donando. Estos libros significan mucho más que papel impreso: son la base para que dos librerías tradicionales vuelvan a encender la luz de la lectura en Manizales”.
Un mes después, el olor a papel quemado aún persiste en la memoria de Diego y Albeiro. Pero junto a ese recuerdo también está la certeza de que no están solos. La ciudad que vio arder sus librerías es la misma que hoy las ayuda a reconstruirse, página por página.
En los próximos meses continuarán los trámites para acceder a créditos, reubicación y apoyos tributarios. Mientras tanto, los libreros guardan con cuidado los libros donados, sabiendo que representan algo más que inventario: son la prueba tangible de que Manizales se niega a perder sus espacios de cultura.