La Veintitrés Manizales cubre un nuevo capítulo del debate sobre la fama y el papel de los creadores de contenido en Colombia. Liliana González respondió a Yina Calderón y reavivó la conversación sobre si la celebridad depende del talento o del ruido mediático. En paralelo, Juan Pablo Llano compartió una reflexión en sus plataformas y Calderón respondió en video defendiendo a los creadores de contenido, mientras González publicó un video en sus cuentas personales para reforzar su postura en este intercambio público que tuvo eco entre seguidores y figuras del entretenimiento.
El hecho, ocurrido en la actualidad de las redes sociales, reúne a actores y creadores de contenido en un diálogo que trasciende las pantallas. Liliana González, actriz reconocida por su interpretación de Vicky Parra ‘La pajarita’ en la primera versión de Hasta que la plata nos separe, aseguró mediante su intervención que las artes escénicas aportan valor a la sociedad y que la inestabilidad de la profesión exige reconocimiento del oficio. Calderón, influyente en el ámbito digital, respondió en sus redes con un video en el que defendió a los creadores de contenido y sostuvo que si el público y la prensa les dan pantalla, es porque algo les gusta. Por su parte, Juan Pablo Llano, consciente de la fragilidad de la carrera actoral, planteó en una historia de Instagram una crítica contundente sobre la relación entre talento y reconocimiento mediático, lo que prendió una conversación que continúa en estos días.
La discusión se viraliza en redes colombianas
La conversación ha tomado fuerza en plataformas digitales del país, donde los actores y los influenciadores comparten sus visiones sobre qué significa ser famoso y cuál es el valor real del talento. Llano expuso su punto de vista en una historia de Instagram, lamentando que la fama, en ocasiones, se base en el ruido más que en la habilidad, y subrayando que el talento y el trabajo detrás de una interpretación o una actuación deben valorarse igual o más que la visibilidad momentánea. Calderón respondió a ese cuestionamiento con un mensaje directo en sus redes, afirmando que el público consume y la prensa exhibe a quienes dan entretenimiento, y que ese reconocimiento no debe recayerg en quien no demuestra mérito real. En respuesta, González declaró que la labor de los actores es esencial y que, aun cuando el trabajo sea inestable, la presencia en pantalla no define por completo el valor humano ni el aporte de quienes entregan arte y entretenimiento al público, destacando además que la carrera puede prolongarse en la memoria de las personas gracias a los personajes que quedan en el imaginario social.
«Hoy la fama no necesita talento, solo ruido. No canta, no baila, no actúa, no crea nada de valor… Pero los medios le dan pantalla como si fuera ejemplo. Y lo peor de eso: es que hay niños soñando con ser iguales. Qué mal estamos cuando la fama vale más que el mérito» – Juan Pablo Llano, actor
«Si el público nos consume y la prensa nos da pantalla es porque algo gusta y eso que GUSTA, usted no lo tiene» – Yina Calderón, influencer
«Pero el caso es que los actores, así tengamos o no tengamos trabajo, o así pasemos años sin trabajo, porque además somos muy conscientes de que nuestra profesión es superinestable y no se puede vivir solo de ella, por eso muchos ya tenemos otras cosas, pues de todas maneras podemos llegar, así sea, a viejitos y podemos volver a tener personajes y podemos volver a trabajar, sobre todo porque podemos estar en los corazones de muchas personas, porque nos cogen cariños con nuestros personajes. Así que algo aportamos a la sociedad, entretenimiento, en el teatro hacemos arte y muchas cosas que construyen, pero las personas que están en pantalla, que están visibles, son personas mediáticas, son productos, productos que están de moda y que después pasan de moda y más adelante viene otro y llega la moda. Así que aprovecha el cuarto de hora que es tu momento de moda» – Liliana González, actriz
En este marco, los detalles biográficos también aportan contexto: González es una actriz consolidada dentro de la televisión colombiana, recordada por su interpretación en una telenovela emblemática, y su intervención busca matizar la conversación, recordando la capacidad de los actores para sostener espacios culturales incluso ante la volatilidad de la fama mediática. Este episodio llega en un momento en que la discusión pública sobre talento versus ruido se ha intensificado y la responsabilidad de los medios y de los propios creadores vuelve a estar en el centro del debate, con posibles efectos en la percepción del público sobre actores frente a influenciadores y la manera en que se valora el trabajo artístico frente a la popularidad momentánea.
La historia refleja un conflicto que perdura en la cultura de las redes en Colombia: la fama, su valor y el posible desequilibrio entre mérito y audiencia. A falta de una cronología exacta del intercambio, lo seguro es que la conversación continúa en foros y plataformas digitales, alimentada por las voces de quienes trabajan en el medio y por la experiencia de quienes viven de la influencia pública. En definitiva, este episodio subraya la naturaleza cambiante de la celebridad y la permanente necesidad de un debate público informado sobre talento, esfuerzo y la responsabilidad de los medios en la construcción de figuras públicas.
















