Un hecho que reaviva el debate sobre la transparencia de precios en aeropuertos ocurrió en el Zyrope del Aeropuerto Internacional El Dorado, en Bogotá, cuando la creadora de contenido Lola Vargas denunció un cobro irregular. En su relato, la cuenta inicial por un desayuno descrito como dos caldos, un capuchino y dos arepas ascendía a 180,000 pesos, a pesar de que, según la carta, cada caldo tenía un precio de 24,000 pesos. El caso ocurrió antes de abordar su vuelo, mientras aún se encontraba en la zona de salidas del aeropuerto. La diferencia entre lo cobrado y lo que señala la carta generó dudas y llevó a pedir un desglose de precios para contrastar lo facturado con el menú.
Tras solicitar el desglose, Vargas señaló inconsistencias detectadas en la factura, como que un capuchino Baileys fue cobrado como un capuchino normal. La creadora de contenido explicó que la diferencia entre la realidad y lo informado podría oscilar entre 11,000 y casi 30,000 pesos. Tras el cruce de información, indicó que el total tras el desglose quedó en 90,000 pesos, la mitad del monto inicial, lo que subraya la disparidad entre lo facturado y lo descrito en la carta y alimenta el debate sobre la transparencia de precios en el aeropuerto.
Denuncia por cobro irregular en Zyrope desata debate sobre precios en El Dorado
Contextualmente, este caso toma relevancia ante un entorno en el que, según el relato, hay amplia variedad de precios entre comercios dentro del mismo recinto y no existe una entidad que regule de manera externa las tarifas. En El Dorado, la autonomía de precios se atribuye a la ausencia de regulación por parte de organismos como OPAIN, que no establece un control único de tarifas; cada local fija sus precios conforme a sus costos operativos. Esta realidad, sumada a los costos operativos altos del aeropuerto —con facturas que incluyen alquiler, turnos de trabajo que pueden extenderse hasta 20 horas y otros gastos— alimenta una estructura de precios que puede generar discrepancias con la carta o la expectativa del cliente. Este hecho reciente reaviva preguntas sobre la necesidad de mayor transparencia para los pasajeros que transitan por El Dorado y la posibilidad de abrir investigaciones ante los operadores a partir de denuncias ciudadanas.
«Luego pedimos la factura y la comparamos al menú y nos damos cuenta que, por ejemplo, Evens que pidió capuchino, le cobraron un capuchino Baileys cuando le dieron un capuchino normal. La diferencia es de 11 mil a casi 30 mil pesos» – Lola Vargas
Las implicaciones de este caso no se limitan a una experiencia de consumo individual. Expertos y pasajeros señalan que, ante la ausencia de regulación externa, los usuarios pueden presentar denuncias ante el operador del aeropuerto para iniciar una investigación sobre posibles irregularidades. En este marco, se destaca que los costos operativos del El Dorado influyen en la estructura de precios de los locales comerciales y de comida, por lo que la transparencia en el desglose de precios y el cumplimiento de las cartas son elementos clave para la confianza del público en el funcionamiento del recinto.
















