Muere Zarco Aldinever Morantes, segundo de Segunda Marquetalia; ruptura con ELN tras ataque fronterizo Colombia-Venezuela

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La Defensoría del Pueblo anunció la publicación de la Alerta Temprana de Inminencia 015 de 2025 y, de forma adicional, reportó la muerte de José Manuel Sierra Sabogal, conocido como Zarco Aldinever Morantes, señalado como el segundo líder de la agrupación Segunda Marquetalia. El ataque, atribuido al Eln, ocurrió en la frontera entre Colombia y Venezuela el 3 de agosto de 2025 y ha encendido una nueva fase de tensiones entre las facciones armadas, con impactos directos en derechos humanos y en la dinámica de control territorial de la región.

La autoridad detalló que, en paralelo a este hecho, se registró la detención de Simeón Pérez Marroquín, alias El Viejo, identificado como la figura de mayor jerarquía dentro de la estructura criminal responsable del ataque, y que también se menciona la participación del senador Miguel Uribe, del Centro Democrático, en el marco de las complejas influencias políticas y de seguridad que operan en la frontera. Según la Defensoría, ELN y Segunda Marquetalia gestionaban rutas estratégicas para el tráfico de drogas y la extracción ilegal de oro, coltán y estaño; esa convivencia, que debilitaba la gobernanza en la región, se fue desgradando después de operaciones militares que provocaron incautaciones y aumentaron la desconfianza entre las dos organizaciones, marcando un giro en la lógica de sus alianzas y usos del territorio.

Ruptura de pactos y reconfiguración de la violencia en la frontera

Las fechas clave quedan registradas como el 3 de agosto de 2025, cuando se produjo el ataque que costó la vida a Zarco Aldinever Morantes, y el 5 de agosto de 2025, cuando la Segunda Marquetalia emitió un comunicado que señala el homicidio como un “ataque traicionero” perpetrado por el Eln. En este contexto, la Alerta Temprana 015 de 2025 sitúa a la frontera Colombia-Venezuela como escenario de una reconfiguración de la violencia y de la gobernanza armada, con foco en varias zonas concretas: en Venezuela, Elorza y Sabanas del Sinarruco (Apure); y en Colombia, Puerto Carreño, La Primavera, Cumaribo y Santa Rosalía (Vichada), junto con las áreas Rómulo Gallegos, El Sarrapio, Aguas Blancas, Isla Ratón y Maroa; además de las zonas mineras del estado Bolívar.

«El Eln presumió que las incautaciones eran el resultado de información suministrada por la ‘Segunda Marquetalia’, por lo que dichas operaciones militares generaron un ambiente de desconfianza y tensión entre estos grupos» – Defensoría del Pueblo

«Luego del asesinato de alias Zarco Aldinever Morantes, se presentaron otros hechos relevantes en el contexto. El 5 de agosto, la ‘Segunda Marquetalia’ emitió un comunicado en el que catalogó el homicidio como un “ataque traicionero” perpetrado por el Eln. En esta comunicación, la ‘Segunda Marquetalia’ enfatizó su intención de continuar con su “plan estratégico” en la región. Con esta declaración, confirmó la ruptura de los acuerdos existentes entre ambos grupos y reafirmó el propósito de mantener su presencia y operaciones en el territorio» – Defensoría del Pueblo

Contextualmente, los antecedentes de enfrentamientos entre la Segunda Marquetalia y el Eln en la zona limítrofe con Venezuela motivaron la emisión de la Alerta Temprana 015 de 2025, que además advierte sobre posibles violaciones al DIH y riesgos para derechos humanos en Puerto Carreño, La Primavera, Cumaribo y Santa Rosalía (Vichada). La autoridad también indica que, según nuevos elementos, Zarco Aldinever participó en el ataque que terminó con la vida del senador Miguel Uribe, y que Simeón Pérez Marroquín ha sido identificado como nexo entre disidencias de las Farc en Caquetá. En la lectura oficial, la Defensoría señala que ambas organizaciones dirigían rutas estratégicas para el tráfico de drogas y la extracción de oro, coltán y estaño, pero ese entendimiento se deshilachó tras las operaciones militares que impactaron sus recursos económicos y aceleraron la desconfianza entre las facciones. Este episodio se interpreta como una maduración de la violencia de coerción hacia una dinámica más letal y una ruptura significativa de acuerdos previos que condicionaban la gobernanza armada en la región.

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