Pastrana niega conspiración con Bernie Moreno ante acusaciones de Petro en Santa Marta

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Desde La Veintitrés Manizales informamos sobre una jornada marcada por la polarización entre el Gobierno y figuras históricas del país. El expresidente Andrés Pastrana Arce rechazó de plano las acusaciones de Gustavo Petro acerca de un supuesto complot internacional entre él y Bernie Moreno para vulnerar la labor de su gobierno. La afirmación de Petro se hizo durante su intervención el 9 de noviembre de 2025 en Santa Marta, Magdalena, y Pastrana respondió días después en una entrevista concedida a El Tiempo en Bogotá, sosteniendo que no ha sostenido reuniones con Bernie Moreno y que mantiene su postura de defensa de su trayectoria. En medio de ese choque verbal, se alude a tensiones políticas y a posibles sanciones o a relaciones con Estados Unidos, con ecos históricos que evocan el año 1994 y su impacto en la historia reciente del país.

«Petro se cae solito, no necesita la ayuda de nadie» – Andrés Pastrana Arce, Expresidente de Colombia

En su respuesta publicada en El Tiempo, Pastrana explicó que mantiene cierta cercanía con la familia Moreno, especialmente con Bernie Moreno y con Luis Alberto Moreno, pero dejó claro que hace mucho tiempo no habla con él y que nunca se ha reunido con Bernie Moreno. Recordó que Luis Alberto Moreno colaboró con él en el noticiero TV Hoy y que desempeñó cargos relevantes durante su gobierno, como ministro de Desarrollo y embajador en Washington, pero negó cualquier vínculo cercano que pueda haber sido interpretado como una alianzas de poder. Sobre las acusaciones y los señalamientos, Pastrana reiteró que no ha estado vinculado a Jeffrey Epstein y desmintió esas insinuaciones; afirmó haber viajado a Cuba —“la isla de Fidel Castro”— y no a otras islas. En cuanto a la relación con Estados Unidos, comentó que “el gobierno americano está esperando que venga un nuevo proceso electoral y que haya un cambio de gobierno”, una visión que sitúa a su criterio de la política exterior en un marco de transición y expectativas.

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La secuencia de hechos continúa con un recuento de referencias históricas que Pastrana utiliza para contextualizar la actualidad. En su valoración, rememoró 1994 con la tesis de que Colombia atravesó un periodo de crisis y deserción institucional, cuando Ernesto Samper era presidente y el país enfrentaba significativos desafíos de legitimidad. Afirmó: «Exactamente igual en 1994. Colombia, un país desertificado, Ernesto Samper sin visa. Éramos un Estado fallido. Gano yo la presidencia de Colombia y pasamos a ser un Estado viable, con el Plan Colombia, a ser el tercer receptor de ayuda americana gracias a Clinton y gracias al presidente Bush». Esta línea intenta dibujar una trayectoria de mejora y cooperación con Estados Unidos en un marco de seguridad y defensa. En esa misma línea argumental, cuestionó la existencia de listas controvertidas y afirmó: «Cuál lista Epstein si no existe. Esa es una lista que el Departamento de Estado no ha hecho». Y, para enfatizar su distanciamiento de cualquier narrativa de incentivo a tensiones, añadió: «Que quede claro aquí, a la única isla que fui fue a la de Fidel Castro, que es Cuba».

«No nos dejaremos manejar por pedófilos; haremos democracia y construiremos dignidad. Y no hablo de Trump, hablo de Andrés Pastrana, quien ha organizado este infundio a través de su amigo Bernie Moreno y de sus hermanos, los ladrones de su gobierno» – Gustavo Petro, Presidente de Colombia

La situación, que ya se había presentado como una tensión entre el Gobierno y exmandatarios, se ve ampliada por este nuevo intercambio público, que aborda temas de cooperación internacional, sanciones y la manera en que se interpretan las relaciones bilaterales con Estados Unidos. El hecho de que Pastrana relacione su explicación con paralelos históricos de 1994 y que Petro insista en una conspiración percibida genera un efecto de polarización que podría influir en la opinión pública y en la lectura de la política exterior del país. En ese contexto, el episodio no solo redefine la narrativa entre ambas partes, sino que también sitúa el debate en torno a posibles impactos para la cooperación y la percepción internacional, con un énfasis en el papel de Estados Unidos en la región y la memoria de procesos pasados que siguen resonando en la política nacional.

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