Armero Guayabal, Tolima: 40.º aniversario revela documento que fijó la cabecera municipal

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En el marco de la conmemoración del 40 aniversario de la tragedia de Armero, La Veintitrés Manizales divulga un documento incluido en la Ordenanza 15 del 13 de noviembre de 1986, la norma que fijó como cabecera municipal a Armero Guayabal, la antigua Armero, y que recoge el clamor de los sobrevivientes: están dispuestos a correr su propia suerte antes que abandonar su tierra natal, aun cuando la amenaza de una nueva erupción siga latente. Las cifras de la tragedia hablan de más de 25.000 muertes, según reportes extraoficiales, y el recuerdo de aquella fecha se entrelaza con el contexto de que, en 1985, Armero fue devastada por la erupción del Nevado del Ruiz y, para ese momento, formaba parte de los 45 municipios del Tolima. La historia de hoy se enmarca en la conmemoración y en la revelación de un documento que compila la voz de los habitantes ante el riesgo de futuros episodios volcánicos.

El documento fue gestado en la Asamblea del Tolima y la Ordenanza 15, aprobada el 13 de noviembre de 1986, fijó la cabecera municipal en Armero Guayabal. En ese escrito se recoge un apartado emotivo que recoge el sentir de los residentes, y el fragmento fue rescatado posteriormente por Héctor Ossa Alarcón, quien dio a conocer el pasaje clave del texto y su significado para la comunidad. En los archivos se identifica a Enrique González Cuervo como presidente de la Asamblea del Tolima y a José Orlando Arias como secretario general, firmantes de aquella ordenanza que convirtió a Guayabal en la sede administrativa.

Armero Guayabal: una cabecera, una memoria de resiliencia

La historia contemporánea de Armero se entrelaza con una decisión administrativa que buscaba asegurar una estructura municipal estable en una región que, años atrás, había dejado una marca imborrable. La Ordenanza 15, fechada el mismo día en que se conmemoraba la tragedia del Nevado del Ruiz, no sólo delimitó la jurisdicción, sino que dejó constancia de la voluntad de sus habitantes de permanecer en la tierra que aman, incluso ante la posibilidad de perder la sede ante futuras erupciones. En aquel contexto, Armero Guayabal se consolidó como la cabecera municipal, un gesto que la memoria colectiva interpreta como un acto de defensa de la identidad y del vínculo con el territorio.

«Saben los armeritas que Guayabal no está fuera de peligro y que quedaría expuesta la nueva cabecera municipal a desaparecer en caso de una eventual erupción, pero han manifestado estar dispuestas a correr su propia suerte, antes que abandonar lo que les ha sido tan caro: el amor por la tierra natal» – Héctor Ossa Alarcón, rescatista del documento

Este hallazgo llega en la era de la conmemoración de 40 años y sirve como testimonio de resiliencia: la fijación administrativa de la cabecera en Guayabal se convirtió en una evidencia del apego a la tierra natal y de la determinación de sus habitantes por seguir anclados a su historia, incluso cuando el entorno geológico y político de la región estuvo marcado por decisiones que buscaban ordenar su desarrollo en medio de la incertidumbre.

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