El precandidato presidencial David Luna presentó su decálogo energético «Colombia no se apaga» con el fin de garantizar un suministro estable de energía, reducir costos y transformar la minería. Luna, excongresista y exministro que recientemente renunció a su militancia en Cambio Radical, lanzó la propuesta en medio de un contexto de rumores sobre una posible crisis energética y críticas a las decisiones del Gobierno de Gustavo Petro. La iniciativa contempla reformas estructurales en transmisión, generación y políticas tarifarias, y señala la necesidad de aplicar la solución de forma gradual y coordinada a lo largo del país, con especial énfasis en la Costa Atlántica y la Costa Caribe.
En su exposición, Luna subrayó que la visión busca no apagar lo existente sin prender lo nuevo y planteó usar de manera eficiente la riqueza del petróleo y el gas para financiar la energía limpia del mañana. También insistió en recuperar la exploración y producción de gas para que Colombia no se apague, proponiendo la reactivación de proyectos frenados y la utilización de la ciencia para decidir sobre nuevas tecnologías. El plan ubica al gas como respaldo en verano y como estabilizador de tarifas, una pieza clave para evitar impactos bruscos en los costos para hogares y empresas. Además, defendió un enfoque que combine facturas con alivio real y la masificación de medidores inteligentes para que el ahorro realmente se note, en un marco de transición energética que no sacrifica servicios básicos.
El decálogo en detalle
La propuesta incluye un plan de choque en transmisión y generación, con respaldo para hospitales, colegios, acueductos y pequeños negocios, y propone una revisión de cada componente tarifario para que las facturas de energía reflejen la realidad de los consumidores. También plantea impulsar la minería responsable de minerales estratégicos, con énfasis en cobre, níquel y coltán, trazabilidad total, cero mercurio y beneficios reales para las regiones productoras. En zonas donde la red eléctrica no llega, propone soluciones solares y microgeneración, fomentando comunidades energéticas que produzcan y vendan excedentes. En cuanto a tarifas, sugiere revisar subsidios para que estos realmente se ajusten a la realidad de cada región, con inversión en redes y reducción de pérdidas para disminuir costos. Todo ello se propone dentro de una visión de energía como política de Estado, con reglas técnicas estables para atraer inversión, asegurar proyectos y mantener tarifas justas, independientemente de cambios de gobierno.
«La luz se va cuando más se necesita. Y cada mes los recibos llegan más caros… aunque uno desconecte todo. Mientras tanto, la minería ilegal sigue financiando al narcotráfico y el minero que cumple la ley termina estigmatizado» – David Luna, precandidato presidencial
Contextualmente, la apuesta de Luna surge en medio de antecedentes que incluyen rumores de crisis energética vinculados a decisiones del Gobierno de Petro, una acumulación de deudas públicas y la preocupación por la disminución de reservas de gas natural, todo ello en un marco de posibles desabastecimientos por retrasos en proyectos clave. El objetivo declarado es fortalecer la infraestructura, garantizar tarifas justas y construir soluciones para regiones apartadas, con el gas funcionando como respaldo y como mecanismo para financiar la transición hacia energías limpias. Además, la renuncia a Cambio Radical y la focalización en la Costa Atlántica y la Costa Caribe señalan una estrategia para mostrar capacidad de liderazgo ante críticas y para impulsar una agenda con impacto tanto regional como nacional.

















