Alyssa Bolaños, una estadounidense de 34 años hija de madre cubana y padre tunecino, decidió abandonar Estados Unidos junto a su esposo e hijos para establecerse en Medellín, Antioquia, en busca de mayor seguridad, acceso a salud asequible y un ambiente de paz. Esta mudanza, concretada durante el segundo mandato de Donald Trump en 2025 y con un punto de quiebre durante su primera presidencia, refleja las crecientes preocupaciones por las políticas migratorias restrictivas, la inseguridad en las escuelas, los elevados costos médicos y el tenso clima político y social en su país natal. Anteriormente radicada en Nueva York y Orlando, Bolaños relató su experiencia en una entrevista con CNN en español, donde destacó cómo estos factores la impulsaron a reencuentrar sus raíces familiares en Colombia.
Con una década de experiencia como asistente legal en temas de migraciones en Estados Unidos, Bolaños se vio particularmente impactada por los discursos antiinmigrantes y las amenazas a los derechos de las mujeres. “No queríamos vivir con ese peligro, no queríamos que nuestros hijos crecieran así”, expresó, aludiendo a la inseguridad escolar y los tiroteos frecuentes. Su decisión forma parte de una tendencia mayor: según un informe de Gallup, el 40% de las mujeres estadounidenses entre 15 y 44 años desean vivir fuera del país, con una brecha en el deseo de migrar por actitudes políticas que alcanzó 25 puntos en 2025, superando el promedio de 14 puntos entre 2017 y 2024, y los 8 puntos durante la era Biden. Este fenómeno, que creció desde el fin del gobierno de Obama y se acentuó en las presidencias de Trump, refleja un cambio profundo en la percepción del futuro entre las mujeres jóvenes estadounidenses.
El costo de la salud y la búsqueda de paz
Uno de los detonantes principales para Bolaños fue el sistema de salud estadounidense. “Es casi imposible ir al hospital sin preocuparte por las deudas”, lamentó, contrastándolo con su nueva realidad en Medellín. “Poder ir al doctor, al dentista, recibir tratamiento médico sin preocuparte por endeudarte es un lujo que en Estados Unidos parece imposible”, agregó. En Colombia, ha encontrado no solo atención médica accesible, sino también comida más sana, ausencia de tiroteos escolares y una comunidad más unida. “La comida es más sana, el acceso a la salud es real, no hay tiroteos en las escuelas y la comunidad es más unida. El sueño americano, ya veo que eso es una mentira; aquí realmente podemos vivir tranquilos”, afirmó.
“Soy inmigrante, hija de inmigrante, y no podíamos seguir con esa presión. Vivir aquí nos da seguridad y paz que allá era imposible de conseguir”
Alyssa Bolaños, ciudadana estadounidense
Raíces, comunidad y responsabilidad local
En Medellín, Bolaños ha experimentado un reencuentro con su herencia cultural, la amabilidad de los locales y, aunque reconoce desafíos como la gentrificación, se siente plenamente integrada. “Siempre pensé que quería vivir aquí. Ahora siento que es mi hogar. Criar a mis hijos en esta cultura, con su familia y sus raíces, ha sido un privilegio”, compartió. Consciente del impacto económico de su llegada, ya que perciben ingresos en dólares, la familia se esfuerza por apoyar negocios locales en lugar de limitarse a barrios turísticos. “Somos conscientes de que al ganar en dólares podemos afectar la economía local. Por eso intentamos apoyar negocios locales y no solo consumir en los barrios turísticos. No queremos ser parte del problema”, explicó. Además, ahora orienta a otros expatriados mediante contenido en redes y asesorías sobre migración. En una palabra, lo que ha encontrado en Colombia es “comunidad”. “Me siento en paz y en casa”, concluyó.

















