…Ama Dayro al Once o se ama a sí mismo

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Por Esteban Jaramillo Osorio

El Once Caldas sacó de quicio a su afición, ante Jaguares. Dio señales inequívocas de su discreta nómina, hizo visible la debilidad de su rendimiento y dejó en claro que la técnica individual o asociada no son sus argumentos predilectos, a la hora de competir. Que, partido a partido, no faltará la cuota de sufrimiento para sus seguidores.

Fue dominado, goleado y bailado. 

Es cierto, el balón no quiso entrar. Y no entró porque su ataque se redujo a la presencia de Dayro Moreno, quien jugó otra vez contra sí mismo, ególatra como protagonista, con su consabida cuota de improperios como castigo intolerante a sus compañeros por sus fallos. 

Nadie se atreve a contrariarlo, al punto de relevar a Arce, efectivo en el cobro de las faltas, para él, errático, ejecutarlas. 

Dayro, es la última palabra en el equipo. Nadie levanta la voz para cuestionarlo, incluido el presidente quien le teme y les teme a las barras violentas que lo respaldan.

Herrera, el entrenador, tampoco. Jugó, desde el banco, complaciente a sus arrebatos y equivoco los caminos para el triunfo. Reincidió en la alineación de Mera, saturado de equivocaciones. Lo relevó después de media hora, dejándolo en evidencia. 

Le dio cabida a Roger Torres, muy bajo de forma, como otros jugadores, en especial Quiñones y Mejía, y volvió a asumir riesgos con dos centrales zurdos.

Arce…jugó y corrió. Por pasajes se tragó la cancha, haciendo el trabajo creativo y por la banda izquierda, el defensivo, dadas las deficiencias de Castaño. 

Sospechosa, la actuación de Castaño. Parecía uno más en la alineación de Jaguares, su antiguo club. Atacó sin freno, con individualismo. Ejecutó pases erróneos en la ofensiva y su regreso fue lento. 

El Once, como el futbol de la selección en otros tiempos, tuvo mucho toque y de aquello nada. Penetraba, pero no anotaba. Hasta Mateo Garcia, destacado en los últimos partidos, perdió la brújula. Corrió como siempre, resolvió confundido y se vio enredado con el balón.

A Herrera, Bodhert le dio un repaso. Lo arrasó y lo bailó, con veloces “contras”, típicas en su futbol. Son los jugadores rápidos en transiciones, sus preferidos.

Futbolistas del montón contrató el Once Caldas, con pocas excepciones. Se demuestra fecha a fecha. Reservó en su nómina deportistas discutidos, sin calidad, vistos desde procesos recientes. 

Dicen los grandes entrenadores que perder o ganar un partido forma parte del juego, pero no la renuncia al sacrificio, a correr para recuperar el balón y a demostrar un compromiso colectivo. Que equivale a jugar para el equipo. ¿Lo hace Dayro? ¿lo hacen los restantes, con excepciones? Esteban J.

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