*Esteban Jaramillo Osorio*
El Once en la adversidad, con el partido en contra, no se entregó, luchó y empató.
Por eso la valoración exacta al celebrado resultado, por las características del partido
Atacó con insistencia, en el remate del juego, a pesar del caos en el tercio ofensivo, en el primer tiempo.
Sin Niche Sánchez el mejor hasta su relevo, junto talento en tres cuartos de cancha, para sorprender a Junior y hacer justicia en el resultado.
No podía faltar James Aguirre, siempre “porterazo”, activando, además, el ataque con precisos pases.
Que tal cuando se junten los Mateo, Dayro, Alejo, Ibarguen, el Niche, Barrios, Cuesta y Quiñones quien dio un concierto cortesía de su talento, significativo para la igualdad, jugando como delantero externo, a perfil cambiado y no como volante como se empeñaban en demostrar los periodistas oficiales. Gambetea en una baldosa.
El asunto va a funcionar si el técnico los armoniza, asocia y saca de ellos la mejor versión.
Tamayo dejó buenas sensaciones, aunque se ve comprometido en uno de los goles, previo resbalón y descuido en la marca, la que se necesitaba más firme.
Con el resultado y el trámite en contra el equipo habló a favor de su entrenador, con la postura en el campo. Herrera lo comprometió con juego generoso en el esfuerzo y con técnica asociada.
La tolerancia al error.
Fallo Zapata, cuando se lanzó al vacío en el área, en grotesco piscinazo, en ataque que pudo definir con calidad, en momento clave del partido, pretendiendo engañar al árbitro.
Pero se reivindicó con goles de cabeza. De cabeza igualó el Once porque los jugadores nunca perdieron la compostura.
También falló Quiñones cuando pretendió un pase simple a Dayro, en zona comprometida, que, en un contragolpe, produjo el segundo tanto en contra, con deficiencia en marca en el medio campo. Es sensible la ausencia de Mateo García. Arriesgado es jugar con un solo volante de marca.
El Once no fue inferior a Junior, equipo sin el talento de antes, los números lo dicen. Le jugó de igual a igual, en treinta metros, con exigencias en el espacio reducido.
El empate al final fue una gran alegría para los aficionados, especialmente porque Junior ya tenía los tres puntos en el bolsillo y “le robaron la cartera”.
En el futbol se gana o se empata de rabona, de chilena de taquito, de carambola o en jugadas aisladas. Esta vez la igualdad estuvo en la cabeza, no solo por los goles, sino por la serenidad para manejar el resultado en contra y la complacencia en la técnica, para lograr la remontada. Esteban J.