La justicia colombiana ha señalado a Ricardo Rafael González Castro como supuesto autor del golpe final que dejó inconsciente y provocó la muerte de Jaime Esteban Moreno Jaramillo, descrito por las autoridades como “el extremo máximo de crueldad”. La audiencia de medida de aseguramiento, celebrada la noche de Halloween en Bogotá, dejó en claro la participación de González en la golpiza y señaló la posibilidad de un traslado a un centro de reclusión en Cartagena, mientras el proceso judicial continúa. Este caso, que La Veintitrés Manizales cubre de cerca, añade un capítulo más a la investigación sobre el fallecimiento de Moreno, estudiante de la Universidad de Los Andes, a partir de hechos ocurridos en circunstancias aún no completamente aclaradas.
La reconstrucción policial y judicial describe una patada ejecutada con impulso previo y una acción marcada por una “velocidad desmesurada” y una “fuerza terrible” que dejó al joven Moreno inconsciente y fuera de combate. Las pruebas incluyen videos de seguridad que respaldan la versión de la Fiscalía, mientras que el testimonio de Yansen Estupiñán, gerente del centro comercial San Victorino, aporta un contexto crucial: un patrón de consumo de alcohol y conductas que habrían influido en González. Estupiñán reconoció al sospechoso en imágenes difundidas en redes sociales, lo que facilitó su entrega a las autoridades. En el marco del proceso, la jueza indicó que González, de origen cartagenero, podría ser trasladado a un centro de reclusión en Cartagena durante la resolución del caso, y que se negó la detención domiciliaria por arraigo.
Contexto y marco de la investigación
Antecedentes de Moreno, estudiante de la Universidad de Los Andes, y el impacto público del caso en Bogotá se tejen en una narrativa que también incluye las declaraciones clave recogidas durante el proceso. Se señala que la evidencia no revela una discusión previa entre Moreno y González, lo que reforzaría la hipótesis de un ataque deliberado y no provocado por una riña. Entre los elementos de prueba se cuentan videos y registros que acompañan la versión de los investigadores. El testimonio de Estupiñán, además, permitió una reconstrucción de la trayectoria de González, identificándolo entre las personas vinculadas a una red de consumo y consumo de sustancias que rodeaban al joven, y que se sostiene como contexto de su actuación.
«El acto no fue impulsivo, sino deliberado, y tuvo como consecuencia inmediata que Moreno perdió el conocimiento, razón por la que no volvió a ponerse de pie. Se observó una velocidad desmesurada y una fuerza terrible; no existe arraigo familiar o social suficiente que impida una posible evasión de la justicia; González representa un peligro para la sociedad.» – Jueza sexta penal municipal con función de control de garantías
El desarrollo del caso continúa a la espera de resolución definitiva, con la información que se ha construido a partir de la trayectoria de González, su entorno social y familiar, y los antecedentes de su empleo previo en San Victorino, donde trabajó en un carrito de perros calientes y fue despedido por faltas y consumo de alcohol, para luego desempeñarse en otro puesto ambulante de comida rápida. En el entorno de González también se mencionan hábitos de consumo de alcohol y amistades que consumen sustancias psicoactivas, así como una relación sentimental con una joven que consumía LSD, elementos que se analizan dentro de la investigación para comprender el contexto en que se desarrolló la agresión. La pena estimada si se demuestra responsabilidad oscilaría entre 33 y 50 años de prisión, según las proyecciones legales que acompañan el proceso, que está lejos de una resolución definitiva.

















