La Cancillería colombiana tramitara la visa y gestionará las gestiones necesarias para que el presidente Gustavo Petro viaje a Nueva York y participe en las reuniones oficiales en la sede de la ONU, a pesar del retiro de su visa diplomática para entrar a los Estados Unidos. La operación, prevista para septiembre de 2025, se da en medio de protestas anunciadas en la Gran Manzana y de tensiones entre Bogotá y Washington que han marcado la agenda diplomática del país.
El trámite está a cargo de Mauricio Jaramillo Jassir, vicepresidente de Asuntos Multilaterales en la Cancillería, y se enmarca en un procedimiento habitual para el desplazamiento de altos funcionarios. De acuerdo con las autoridades, la Cancillería recurrirá a normas internacionales que exigen el ingreso de las delegaciones oficiales a la sede de las Naciones Unidas, con el objetivo de garantizar la presencia de Petro en las reuniones pese a la retirada de la visa para Estados Unidos.
La visita a la ONU en un escenario de tensiones y sanciones
Como contexto, se recuerda que Ernesto Samper Pizano enfrentó la retirada de la visa estadounidense pero logró ingresar a Estados Unidos para intervenir en la Asamblea General de la ONU, un antecedente que algunos analistas mencionan al analizar la viabilidad de la presencia del mandatario colombiano en Nueva York. En septiembre, la noticia se enmarca en tensiones entre Bogotá y Washington y en las sanciones anunciadas por OFAC, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que citan a Petro y a allegados en la denominada Lista Clinton, una lista que, según la información disponible, incluye a cuatro personas vinculadas al entorno del presidente: Gustavo Petro, Verónica Alcocer, Nicolás Petro Burgos y Armando Benedetti. En ese marco, Petro sería el primer jefe de Estado colombiano en figurar en esa lista, lo que añade un nivel de complejidad a las gestiones de acceso a la ONU.
«ha ofrecido beneficios a organizaciones narcoterroristas» – OFAC, Departamento del Tesoro de EE.UU.
Entre los datos secundarios, se recuerda que en septiembre Petro protagonizó un incidente en Nueva York durante una manifestación pro Palestina, cuando pidió a soldados estadounidenses desobedecer órdenes y no apuntar sus fusiles contra la humanidad. El Departamento de Estado de EE.UU. anunció la revocación de la visa diplomática de Petro tras aquel acto, y Petro respondió en la plataforma X afirmando que «lo que hace el gobierno de Estados Unidos rompe todas las normas de inmunidad en que se basa el funcionamiento de las Naciones Unidas» y denunciando intentos de «separar a Estados Unidos de Colombia para favorecer a las mafias». Estas declaraciones se suman a un cúmulo de señalamiento y retórica que configuran un escenario de estrecha fricción bilateral en torno al acceso a la ONU y a la gestión de las visas.
Con todo, la narrativa oficial sostiene que, pese a la retirada de la visa para ingresar a Estados Unidos, el marco multilateral de la ONU exige garantizar el flujo de delegaciones oficiales cuando corresponde a la sede, y la Cancillería procura que Petro participe en las sesiones de la organización en Nueva York mediante una vía de visado alternativa que no dependa de la visa diplomática tradicional. En este entramado, las declaraciones de Petro durante su presencia en Nueva York y las respuestas de Estados Unidos serán vistas como un pulso diplomático de alto nivel entre dos países con la relación bilateral sobredeterminada por intereses estratégicos y por el uso de herramientas como las sanciones financieras internacionales.
















