En Colombia, Abelardo de la Espriella, precandidato presidencial, desafió públicamente a Iván Cepeda tras el anuncio de este último de no participar en debates, subrayando la necesidad de confrontar ideas en la arena política. Cepeda, por su parte, llegó a la contienda con una campaña que acumula más de un millón de votos en la consulta popular del 26 de octubre, dato que marca el pulso de la batalla electoral. Las declaraciones y respuestas se difundieron inicialmente a través de publicaciones en X y luego en Caracol Radio, dejando claro que la conversación sobre debates y sus reglas será tema central en el rumbo de la campaña. Este informe de La Veintitrés Manizales busca contextualizar ese cruce público y sus posibles efectos en la forma en que se organiza la discusión ciudadana.
La respuesta de De la Espriella no se hizo esperar. El abogado y precandidato insiste en la confrontación de ideas y ha retado a Cepeda a verse en la “arena política” para debatir propuestas y programas; lo ha dicho incluso en mensajes y comunicaciones públicas en las que recuerda que ya anticipó este desenlace. En palabras del propio De la Espriella, “Desde hace tres meses sabía que el heredero sería Cepeda. En ese momento le dije que nos veríamos en la arena política. Ahora que fue escogido, anuncia que no participará en debates. ¿Qué opinan ustedes?” y añadió: “Yo espero encontrarme con Cepeda en la arena política. Allí te veo, Cepeda. Vamos a ver de qué estás hecho y te voy a demostrar de lo que estoy hecho yo”.
Iván Cepeda, senador del Pacto Histórico, ha defendido una postura distinta: no asistirá a debates que se conviertan en insultos o enfrentamientos personales; propone debates con reglas claras y centrados en ideas y propuestas para el país. En declaraciones difundidas en X y en Caracol Radio, señaló: “No voy a ir a debates, a insultarnos con otros precandidatos, ni a amenazarnos, ni a denigrarnos. Les hago el reto de que hablemos sobre retos, conceptos e ideas de país y no sobre amenazas, insultos y contra personas”. Además, indicó que “los reto a que hablemos sobre ideas, propuestas, conceptos de país y no sobre amenazas, insultos, calumnias contra personas” y que “hay que hacer debates, obviamente pensando muy claramente en cuál es el momento adecuado, con quiénes se hace y con qué reglas. Y obviamente, cuando eso llegue a ocurrir, fijaremos las reglas que consideremos adecuadas”. Entre sus condiciones también figura que la discusión debe centrarse en planteamientos, ideas y programas, y no en improperios, insultos y agravios; advirtió que si esas reglas se violan, podría ausentarse del debate, porque no está dispuesto a participar en un ejercicio grosero o impropio. Una visión que, en su versión, busca preservar la calidad informativa de la discusión política y evitar que el contraste entre posturas se degrade en ataques personales.
Debates bajo reglas claras y foco en las ideas
La controversia ha puesto sobre la mesa la idea de que el debate público es un mecanismo de información para la ciudadanía y que su organización debe priorizar ideas, proyectos y capacidades para la nación. A partir de los mensajes y entrevistas disponibles, se vislumbra que Cepeda quiere establecer un marco de reglas por escrito y supervisado para garantizar que, cuando lleguen a ocurrir, los debates garanticen un intercambio de ideas y no de descalificaciones. Este posicionamiento podría definir, de manera provisional, el formato y la estructura de los foros y foros de campaña en los próximos meses, condicionando la participación de otros precandidatos y la agenda mediática que rodea la contienda.
«No voy a ir a debates, a insultarnos con otros precandidatos, ni a amenazarnos, ni a denigrarnos. Les hago el reto de que hablemos sobre retos, conceptos e ideas de país y no sobre amenazas, insultos y contra personas» – Iván Cepeda, senador
Con este cruce entre una postura que defiende la confrontación de ideas y otra que insiste en la moderación y la observancia de reglas, la dinámica de la campaña permanece en un momento de definición. Cepeda ha dejado claro su compromiso con debates organizados y centrados en propuestas, mientras que De la Espriella continúa apostando por la confrontación pública como motor de la competencia. En La Veintitrés Manizales seguiremos atentos a cómo este choque de visiones influye en la estructura de los debates y en la información que la ciudadanía recibe, especialmente cuando las cifras que acompañan la contienda —como los más de un millón de votos obtenidos por Cepeda en la consulta del 26 de octubre— siguen marcando el pulso de la política nacional.
















