Changua no nace en Bogotá; Ale Granobles señala variantes regionales en el altiplano cundiboyacense

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Desde Manizales, La Veintitrés presenta una noticia que rompe un esquema tradicional: la creadora Ale Granobles, conocida en TikTok con el usuario @la_granobles, sostiene que la changua no nació en Bogotá y que existen variantes regionales con raíces en el altiplano cundiboyacense. Su video reciente en la plataforma ha desatado un debate sobre el origen del plato y ha puesto sobre la mesa una lectura más compleja de su identidad culinaria, que hasta ahora se asociaba casi exclusivamente con la capital.

La pieza de Granobles ha dado pie a una conversación que trasciende una anécdota en redes. Según la narración que propone, la changua ha sido transmitida generación tras generación en comunidades del altiplano cundiboyacense, abarcando Cundinamarca y Boyacá, y Bogotá habría funcionado como un centro histórico de difusión más que como el origen definitivo. En medio de esta discusión, las variantes regionales aparecen como un indicio de diversidad gastronómica que desafía una versión única y homogénea, algo que también ha sido objeto de atención mediática y académica en los últimos meses.

La diversidad regional de la changua y su controversia

Entre los detalles que se mencionan están las variantes regionales: en Bogotá, la changua se describe con agua y leche, huevos, cilantro, cebolla y calados; en Boyacá, la receta incorpora papa, pan y almojábana; en Duitama se ha señalado una versión de sopa seca con ajo y pan tostado; y en Santanderes se mencionan leche cruda y natas fermentadas. Estas diferencias, que hablan de tradiciones transmitidas en comunidades indígenas del altiplano cundiboyacense, se enlazan con raíces lingüísticas de la región muisca, como las palabras sié para agua y nigua para sal, que habrían acompañado la evolución del plato desde antes de la llegada de los españoles.

Todavía subyace a esta conversación la evaluación de TasteAtlas, que sitúa a la changua entre los peores desayunos de Sudamérica y entre los peores del mundo, una clasificación que, lejos de desanimar, añade una capa de ironía a la discusión sobre su origen y su calidad percibida. En este marco, la historia de la changua se enriquece al verse como un mosaico de prácticas culinarias regionales más que como una creación única de una ciudad o territorio concreto, lo que invita a revisar la narrativa nacional sobre la cocina y su memoria colectiva.

«Esta es una receta de odios. La changua. Eso es una cosa que hay que erradicar de nuestra dieta. El día que la erradiquemos, probablemente tengamos paz» – Abelardo de la Espriella, cargo no especificado

El contexto de esta noticia es claro: la changua es tradicionalmente asociada a Bogotá, pero su origen está en disputa y ahora emerge un marco más amplio que reconoce raíces en el altiplano cundiboyacense. La discusión llega en un momento en que la desmitificación y el reconocimiento de variaciones regionales ganan relevancia, con influencia de rankings internacionales como TasteAtlas y con la intención de valorar la diversidad cultural que existe en la cocina colombiana. En ese sentido, el análisis de Ale Granobles y la respuesta de figuras públicas como Abelardo de la Espriella demuestran que la gastronomía puede ser un terreno de tensiones culturales, donde las memorias locales se confrontan con narrativas históricas más amplias y con la circulación de contenidos en plataformas digitales que aceleran el debate público.

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