Será el último capítulo de un torneo vibrante, que ha confirmado el crecimiento del fútbol femenino en la región y ha consolidado a Colombia como una potencia emergente en el continente. El escenario será el estadio Rodrigo Paz Delgado de Quito, y el título está más cerca que nunca.
Este sábado a las 4:00 de la tarde (hora colombiana), la Selección Colombia Femenina de Mayores enfrentará a Brasil en la final de la Copa América Femenina 2025
Por SAMUEL SALAZAR NIETO


Imagenes: @copaamerica
El camino de Colombia hasta la final ha sido sólido, sin derrotas, con momentos de brillantez ofensiva y una evidente evolución táctica. El equipo que dirige Ángelo Marsiglia llega invicto,
con una goleada memorable frente a Bolivia (8‑0), una victoria clara sobre Paraguay (4‑1) y empates ante Venezuela, Brasil y Argentina, este último resuelto con temple en los penales.
Más allá de los números, el equipo ha mostrado una versión más pragmática y madura. Ya no se limita a atacar con vértigo: ahora también sabe esperar, administrar los ritmos del partido y sufrir cuando es necesario. Una muestra clara fue la semifinal frente a Argentina, en la que resistió las embestidas rivales, generó sus propias opciones y supo definir desde el punto penal con una actuación heroica de la portera Katherine Tapia.

Fortalezas y lo nuevo que ha mostrado el equipo
Una de las principales virtudes de esta Colombia es la eficacia: convierte casi uno de cada tres remates al arco.

También destaca su solidez defensiva: en cinco partidos ha recibido solo dos goles. El equipo se ha sostenido sobre una defensa firme, liderada por Jorelyn Carabalí y Daniela Arias, un mediocampo laborioso con Lorena Bedoya y Daniela Montoya, y un tridente ofensivo que combina juventud, talento y experiencia.
Linda Caicedo y Mayra Ramírez han brillado con luz propia. La primera, desequilibrante y vertical. La segunda, potente y decisiva. A ellas se suma Catalina Usme, la capitana, referente en la pelota quieta y en el liderazgo en momentos críticos.
Colombia ha incorporado, además, un juego más versátil: no depende exclusivamente de Caicedo o de una sola fórmula. Ha sabido llegar por las bandas, rematar desde afuera del área y ser peligrosa en el balón parado. La confianza y el trabajo táctico se notan.
Las debilidades: zonas a corregir
Sin embargo, el equipo no es invulnerable. En el duelo ante Argentina evidenció algunas falencias en la salida desde el fondo cuando la presión es alta. También ha tenido dificultades para cerrar partidos en los que domina, como sucedió ante Venezuela y Brasil en fase de grupos. La falta de contundencia en los momentos clave podría pesar ante un rival que no suele perdonar.
Brasil, el reto de siempre
Brasil llega a la final con su habitual etiqueta de favorito. Acaba de golear 5‑1 a Uruguay en semifinales, y aunque en fase de grupos empató con Colombia sin goles, lo hizo con una jugadora menos durante casi todo el segundo tiempo. El equipo brasileño mezcla experiencia y juventud, y cuenta con nombres históricos como Marta y Debinha, además del aporte renovador de Amanda Gutierres y Adriana.


Brasil no ha perdido ninguna de las ocho finales que ha jugado en la historia de la Copa América Femenina. Va por su noveno título, y lo hace con una plantilla profunda, agresiva, con múltiples recursos ofensivos y una defensa muy bien estructurada.
¿Cómo debe jugar Colombia para vencer?
Colombia deberá repetir la fórmula que le ha dado resultados: solidez defensiva, orden táctico y transiciones rápidas. Será clave no ceder espacios en los primeros minutos, cuando Brasil suele salir con fuerza. Tapia deberá estar tan segura como lo estuvo ante Argentina. En ataque, el desequilibrio de Caicedo y Ramírez será fundamental para romper líneas, así como el criterio de Montoya y Usme para mover el juego.

También será importante presionar en zonas intermedias, sin desgastarse innecesariamente arriba. Y aprovechar al máximo los balones detenidos, una de las debilidades brasileñas en los últimos años.
Una final con ilusión… y con brechas que persisten
El sueño de Colombia es legítimo. La Selección ha crecido, ha competido y ha logrado instalarse en la élite del continente. Pero mientras la final de la Eurocopa Femenina reunió a más de 60.000 personas en un estadio abarrotado para ver a España e Inglaterra —las dos mejores selecciones del mundo según el ranking FIFA—, esta final sudamericana se jugará ante tribunas semivacías y enfrentará al puesto 4 del escalafón (Brasil) contra el 18 (Colombia).
La brecha sigue siendo grande, no solo en términos de inversión y desarrollo, sino también en visibilidad, organización y nivel competitivo. En Europa, el fútbol femenino ya es industria. En América Latina, aún pelea por consolidarse como prioridad.
Aun así, lo que han logrado Colombia y Brasil no es menor. Son la cara visible de una región que, paso a paso, empieza a creerse el cuento. La final de este sábado es, al mismo tiempo, un premio, un reto… y una oportunidad para seguir cerrando distancias.