La Selección Femenina de Fútbol de Mayores afronta la Copa América desde hoy en Quito, Ecuador, en medio de una disyuntiva histórica: ¿será este torneo el cierre de un exitoso ciclo generacional o la consolidación definitiva de un proceso en crecimiento? Tras destacadas actuaciones recientes –subcampeonato continental en 2022, cuartos de final en el Mundial 2023 y diploma olímpico en París 2024– el combinado colombiano llega con nuevo cuerpo técnico, una mezcla de veteranas legendarias y jóvenes promesas, y el firme objetivo de conquistar por primera vez el título sudamericano.
Este miércoles será en debut de las poderosas enfrentando a una Venezuela que cayó en la primera fecha ante Brasil 0-2

Puntales de la columna vertebral del la Selección Colombia
Por SAMUEL SALAZAR NIETO
En un torneo en el que en tres oportunidades Colombia ha sido subcampeona, el mantenerse en esa línea o alcanzar por primera vez el título reafirmaría los aciertos de un proceso que en su última etapa ha sido blanco de fuertes críticas debido a los resultados.
El equipo llega conformado por una combinación de veteranas y jóvenes que dejan ver los esfuerzos por renovar e incluir caras nuevas. Solo cuatro jugadoras forman parte de conjuntos que disputan el campeonato profesional colombiano o liga BetPlay femenina. Del grupo de 23 deportistas seleccionadas en la etapa previa, solo una quedó excluida, la arquera caldense, natural de Pensilvania, Natalia Giraldo, quien sufrió una lesión en una de sus manos a solo tres días de emprender el viaje a Ecuador a disputar el torneo. Fue reemplazada por la juvenil Luisa Agudelo.
El objetivo es conseguir la clasificación a los Juegos Olímpicos de los Ángeles 2028, es decir llegar a la final, premio que, aunque muy importante, puede ser mayor si Colombia consigue por primera vez el título de la Copa América.
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De Abadía a Marsiglia: cambio en la continuidad
Ángelo Marsiglia asumió como director técnico de la Selección Colombia Femenina a finales de 2023, tras la salida de Nelson Abadía después del mundial. Marsiglia, exasistente de Abadía, heredó un equipo sólido y ha intentado darle continuidad táctica al proceso anterior, sin grandes revoluciones en el esquema de juego, conservando la base de jugadoras y un sistema que privilegia el orden defensivo, el contragolpe rápido por las bandas y la pelota quieta como arma letal (Catalina Usme y Leicy Santos son especialistas en tiros libres).
No obstante, en estos meses previos la selección mostró algunas debilidades recientes. Los resultados en amistosos generaron preocupación, especialmente por la falta de gol y las desatenciones defensivas, lo que se ratificó en los dos fogueos frente a México a comienzos de este mes, en los que Colombia empató 0-0 y perdió 0-1.
A pesar de contar con atacantes de renombre internacional que vienen de hacer una gran temporada con equipos como el Real Madrid (Linda Caicedo) y Chelsea (Mayra Ramírez) (Chelsea) ninguna de ellas ha sido determinante en las actuaciones de los últimos tiempos. De hecho, la mayoría de goles recientes provinieron de la veterana Catalina Usme (Galatasaray), lo que revela dependencia en la capitana para el desequilibrio en el marcador.
Estadísticas preocupantes respaldan esta tendencia: en los 12 partidos posteriores a los Juegos Olímpicos 2024, Colombia apenas marcó 10 goles y encajó 21, registrando solo una ocasión con dos goles a favor (victoria 2-1 a Australia en la SheBelieves Cup 2025, con tantos de Usme y Wendy Bonilla (Pumas de la UNAM– Mexico). Esta escasez goleadora de las delanteras estrella es inusual; por ejemplo, Linda Caicedo no marca con la Tricolor desde febrero de 2025 (derrota 1-4 vs. Japón) y Mayra Ramírez desde los cuartos de final olímpicos en agosto de 2024
Tales cifras evidencian que las fortalezas tradicionales –solidez táctica, orden defensivo y contragolpes letales– se han visto opacadas recientemente por una preocupante falta de efectividad ofensiva y algunos errores puntuales atrás. La era marsiglia deja hasta ahora un balance de 38 partidos disputados, en 13 de los cuales ganó. Los demás fueron 8 empates y 11 derrotas, para un rendimiento del 48,95%.
Experiencia, temple y aprendizaje
Aun con esas dificultades, la experiencia táctica y la mentalidad competitiva forjada en los últimos años son capitales a favor de Colombia. Bajo Marsiglia, Colombia hizo historia en 2024 al superar por primera vez la fase de grupos de unos Juegos Olímpicos lo que denota temple para partidos decisivos. En París lograron un hito al vencer 2-0 a Nueva Zelanda –primer triunfo olímpico del fútbol femenino colombiano– y avanzar a cuartos de final. En ese cruce ante la campeona mundial España, el planteamiento táctico colombiano sorprendió: con presión alta y transiciones rápidas, llegaron a ponerse 2-0 arriba con goles de Mayra Ramírez y Leicy Santos (Washington Spirit EU), antes de caer por penales tras un dramático empate 2-2 en el último suspiro. Esa gesta, pese a la eliminación, demostró fortalezas como la disciplina defensiva, el sacrificio colectivo y la capacidad de competir de tú a tú contra potencias globales.

Goleadora histórica
En suma, el sello Marsiglia combina la continuidad del esquema que llevó a Colombia al subcampeonato continental en 2022 con ajustes orientados a potenciar el ataque. Su mayor reto táctico será encontrar variantes ofensivas para acompañar la solidez ya característica de la Tricolor. La intención declarada es clara: “que nuestras herramientas nos acerquen a ganar”, afirmó Marsiglia antes de partir para Quito. Las próximas semanas dirán si esas herramientas bastarán para coronar el proceso con un título o si las falencias recientes pasan factura en Ecuador.
El legado de Abadía
La transición en el banquillo de la Selección marcó un antes y un después. Nelson Abadía, al mando durante seis años (2017-2023), llevó a Colombia a sus logros más importantes en la última década. Bajo su dirección se conquistó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos 2019, el subcampeonato de la Copa América 2022 y, quizá lo más destacado, los históricos cuartos de final en el Mundial de Australia-Nueva Zelanda 2023. Abadía cimentó un estilo de juego combativo y ordenado, con énfasis en la seguridad defensiva y el despliegue físico, confiando en una columna vertebral experimentada.
En la Copa América 2022 –organizada en Colombia– su equipo desplegó un fútbol práctico: ganó todos sus partidos hasta la final, mostrando solvencia atrás (apenas 3 goles recibidos en 5 juegos antes de la final) y efectividad adelante con figuras como Catalina Usme y Linda Caicedo inspiradas. Solo la potencia de Brasil impidió el título en Bucaramanga (derrota 0-1) Aun así, Abadía consolidó a Colombia como segunda fuerza sudamericana, clasificando por primera vez a dos torneos mayores consecutivos (Mundial 2023 y Olímpicos 2024).

Injustamente marginada del proceso
No obstante, la era Abadía también estuvo marcada por polémicas internas y el estancamiento de algunas renovaciones. Una controversia resonante fue la ausencia prolongada de Yoreli Rincón (Palmeiras), talentosa volante histórica que no volvió a ser convocada desde la Copa América 2018. Se habló de un posible veto debido a sus reclamos por premios económicos, algo que Abadía siempre negó. Lo cierto es que Rincón –segunda máxima goleadora histórica de Colombia– quedó al margen en todo el exitoso ciclo posterior, lo que privó al equipo de su experiencia. Pese a estos roces, Abadía supo cohesionar un grupo competitivo y comprometido, mezcla de veteranas y jóvenes, que obtuvo resultados sin precedentes para Colombia.
Marsiglia heredó también los desafíos pendientes: rejuvenecer paulatinamente la plantilla y elevar el nivel competitivo ante rivales de primera línea. Otra diferencia ha sido la adaptación a nuevos torneos. Con el actual técnico Colombia disputó torneos en los que se pudo medir a selecciones de alto calibre fuera de Sudamérica (la Copa Oro W de Concacaf 2024 y la SheBelieves Cup 2025) Los resultados fueron discretos: en la Copa Oro (torneo norteamericano) superaron la fase de grupos pero sin alardes, y en la SheBelieves Cup cayeron ante potencias como Estados Unidos (0-2) y Japón (1-4). Abadía, en cambio, enfocó su proceso principalmente en competencias oficiales de Conmebol, que dejaron como registro de su era un total de 21 partidos dirigidos, con rendimiento general de apenas 47%.
El relevo generacional: una transición en marcha
Una de las claves para entender el momento de Colombia es el recambio generacional en pleno desarrollo. La nómina actual combina referentes que han marcado época con talento joven de proyección internacional, configurando un plantel equilibrado en edades y experiencias.
En el grupo de veteranas históricas sobresalen nombres como Catalina Usme (Galatasaray – Turquía, Daniela Montoya (Gremio-Brasil) y Leicy Santos, verdaderos puntales del equipo en la última década. Usme (35 años) es la capitana, máxima goleadora de la Selección y símbolo del fútbol femenino colombiano: su liderazgo y olfato goleador se mantienen intactos, como lo demostró al anotar goles cruciales en los recientes amistosos y asumir la responsabilidad en los momentos difíciles. Montoya (34 años), mediocampista central, aporta equilibrio táctico y jerarquía; es de las pocas que ha estado en todos los subcampeonatos continentales (2010, 2014, 2022) y sigue siendo la brújula en la mitad. Santos (29 años), talentosa volante ofensiva, atraviesa su madurez futbolística combinando visión de juego con gol (en el Mundial 2023 marcó un golazo a Inglaterra y en Olímpicos 2024 otro a España). Junto a ellas, otras como Daniela Arias (San Diego Wave EU), central de 31 años o Carolina Arias (América de Cali), lateral de 32, aportan experiencia en la defensa. Estas jugadoras de la “vieja guardia” han visto crecer al equipo desde sus inicios amateurs hasta competir de igual a igual con potencias, y encarnan los valores de resiliencia y unión del grupo.

La seguridad en el arco

Seguridad y experiencia atrás
Por otro lado, la nueva generación viene pisando fuerte, liderada por figuras que ya brillan en el exterior pese a su juventud. La más destacada es Linda Caicedo, atacante de 20 años fichada por el Real Madrid, considerada entre las grandes promesas del fútbol mundial. Caicedo deslumbró en 2022 (Balón de Plata del Mundial Sub-17 y goleadora en Copa América) y ha continuado su ascenso: su velocidad, regate y desparpajo son el arma más desequilibrante de Colombia en ataque. Aunque atraviesa una sequía goleadora reciente con la selección su sola presencia genera preocupación en las defensas rivales. Ana María Guzmán (Bayer Munich Alemania), lateral de 20 años, es otra joya emergente; tuvo su bautizo de fuego con 17 años en la semifinal de Copa América 2022 y el Mundial 2023, mostrando personalidad para asumir grandes retos.
En la portería se vive quizás el relevo más notable: la arquera Luisa Agudelo (Deportivo Cali), de apenas 19 años, ha irrumpido tras destacarse en selecciones juveniles (figura en el subtítulo mundial Sub-17 de 2022). Agudelo fue convocada de emergencia ante la lesión de Natalia Giraldo (América de Cali) en la previa del torneo; Marsiglia lamentó la fractura de Giraldo, pero destacó que “Luisa viene en proyección… Es una posición que requiere madurez y por eso la habíamos esperado un poco”. Ahora, Agudelo acompaña a las experimentadas Catalina Pérez (Weder Bremen) (29) y Katherine Tapia (Palmeiras) (32) en el arco, avizorando un futuro prometedor bajo los tres palos.
Este relevo generacional no ha estado exento de retos. Hace tres meses el técnico se quejaba por la ausencia de tres jugadoras que por diferentes circunstancias no pudieron estar en los compromisos de comienzos de año. Ahora cuenta con ese tridente que integran Ilana Izquierdo (Atlético San Luis de Mexico),23 años; Liced Serna (Pumas de la UNAM), de 23 , y la experimentada Lorena Bedoya (Cruceiro de Brasil), de 28. Integrar a las juveniles sin perder competitividad es un delicado balance. Marsiglia ha intentado dar minutos gradualmente: por ejemplo, además de las ya mencionadas Caicedo y Guzmán, a delanteras sub-20 como Wendy Bonilla (20) y Valerin Loboa (Deportivo Cali), 18 años, debutante. También Mary José Álvarez (Atlético Nacional), defensa de 20 años convocada como rostro nuevo en zaga junto Colombia americana de 22 Ángela Barón (Racing Louisville EU) y Yirleidys Quejada (Pachuca-México)(23 años), con la idea de asegurar una transición paulatina, en la que las veteranas referencian y arropan a las nuevas.
El resultado es un equipo con un núcleo de tres generaciones: las pioneras de 30 años o más (Usme, Montoya, Tapia, Carolina y Daniela Arias); las consolidadas de 25 a 29 (Leicy Santos, Lorena Bedoya, Jorelyn Carabalí (Brighton &Hove Albion), Daniela Caracas (Espanyol RCD), Mayra Ramírez y Manuela Pavi (West Han United)y las jóvenes sub-23 (Caicedo, Guzmán, Izquierdo, Serna, Loboa y Agudelo). Esta mezcla muestra que hay continuidad en el proceso en el que varias probablemente afrontarán su última Copa América en plenitud física.

La sangre nueva en el medio campo
Si Colombia logra el título, sería la coronación soñada para las veteranas; si no, es posible que después de 2025 algunas dejen su lugar a las nuevas, marcando el fin de un ciclo dorado sin campeonato.
Conclusión
La base del equipo todavía tendrá edad para competir en el Mundial 2027 (varias líderes rondarán los 30-32 años en ese entonces, salvo Montoya y Usme que estarían ya en la veteranía máxima). Un factor positivo es el creciente roce internacional de las futbolistas: hoy prácticamente todas militan en ligas competitivas de Europa o América. Por ejemplo, Ramírez llega con el impulso de haber sido campeona del triplete en Inglaterra con Chelsea (Liga, FA Cup y Copa de la Liga). Y Caicedo se foguea en la élite española, Leicy Santos en la liga estadounidense. Este bagaje se traduce en mayor madurez competitiva del plantel a futuro.
Colombia inicia esta Copa América con la responsabilidad de competir, convencer y dar un paso más. El título sigue siendo la deuda pendiente. El equipo tiene historia reciente, talento en plenitud, nuevas generaciones empujando y una base táctica consolidada. Pero también enfrenta dudas: falta de gol, dependencia de veteranas y rendimiento irregular.
Este torneo puede marcar el punto final de una generación dorada o convertirse en la consagración de un proyecto que busca la gloria definitiva. Ecuador será, en todo caso, el escenario donde se decida cuál de esos caminos tomará la historia de la Selección Colombia Femenina.