La negociación del salario mínimo para 2026 en Colombia enfrenta desacuerdos entre el Gobierno, los empresarios y los sindicatos, con Fedesarrollo proponiendo un aumento de entre 6% y 7% y el presidente Gustavo Petro empujando un incremento del 11%. En la mesa de negociación participan actores clave como Fenalco, el Ministerio de Hacienda, el Banco de la República, el DANE, Fedesarrollo y la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, y la instalación de la mesa está prevista para el 1 de diciembre. Este debate se desarrolla en un contexto de inflación alta y persistente que exige equilibrar ingresos reales y costos laborales sin desbordar la inflación, un dilema que se observa con especial atención desde la redacción de La Veintitrés Manizales.
Entre las cifras que guían el debate, la inflación anual hasta octubre de 2025 fue de 5,51 por ciento; el Banco de la República proyecta un cierre de 2025 en torno al 5,1% y estima un 3,6% para diciembre de 2026. La tasa de interés de referencia se mantiene en 9,25%. El salario mínimo vigente es de 1.423.500 pesos sin auxilio de transporte, y la propuesta de Petro para 2026 es de aproximadamente 1.580.085 pesos, lo que representa un aumento del 11%. Fedesarrollo plantea un rango razonable de incremento entre 6% y 7%, mientras que, si se aplicara ese rango, el salario mínimo quedaría entre 1.516.228 y 1.525.000 pesos. Se estima que alrededor de 3,7 millones de trabajadores devengan salario mínimo al mes, según la CUT, y la productividad laboral preliminar se sitúa entre 0% y 1%, datos que el equipo técnico cita para evaluar impactos en la economía real.
Contexto, objetivos y riesgos en juego
«Efectivamente, la inflación había mostrado una tendencia descendente durante buena parte del año, pero en los últimos meses se ha estancado e, incluso, ha repuntado por cuatro meses consecutivos. Esto preocupa porque significa que el proceso de convergencia hacia la meta del Banco de la República, que es del 3%, está siendo más lento de lo previsto.» — Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo
«Sin duda, limita el margen para nuevas reducciones de la tasa de política monetaria. Si la inflación no cede con claridad, el banco debe continuar actuando con prudencia para no poner en riesgo la credibilidad de su política antiinflacionaria.» — Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo
«La independencia del Banco de la República es un activo fundamental de la economía colombiana. El banco ha actuado con responsabilidad, buscando un equilibrio entre apoyar la reactivación económica y preservar la estabilidad de precios.» — Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo
Desde Fedesarrollo se insiste en que un incremento entre 6% y 7% podría alinearse con la inflación esperada para 2025, cercana al 5%, y con una ganancia de productividad laboral que podría situarse alrededor del 1%. Además, se advierte que un incremento por encima del 10% podría mantener la inflación elevada por más tiempo, mientras que un ajuste excesivo elevaría los costos laborales y podría trasladarse a los precios, especialmente en sectores intensivos en mano de obra. En ese marco, las cifras preliminares sobre productividad laboral, que oscilan entre 0% y 1%, refuerzan la tesis de buscar un punto medio que conserve el poder adquisitivo sin desbalancear la trayectoria inflacionaria. Este conjunto de argumentos subraya que el aumento debe ser coherente con los fundamentos macroeconómicos y no exceder el rango técnico propuesto.
En medio de estas posturas, el análisis apunta a que el aumento del salario mínimo no ocurre en el vacío: se añade a factores como la Reforma Laboral que aumentó el costo de contratar el empleo formal y se interplay con la senda de inflación y la dinámica de la formalidad. Si se combinan todos estos elementos sin un enfoque integral, podría haber efectos adversos sobre la formalidad y la trayectoria de reducción de la inflación, advierten los expertos de Fedesarrollo. La noticia, por tanto, no es solo el porcentaje de aumento, sino el equilibrio entre ingreso real, productividad y estabilidad macroeconómica que se busque en la mesa de negociación.
















