En Colombia, 2025 se cierra con más de 2.000 homicidios por intolerancia, un fenómeno que emerge con claridad en las riñas y la violencia común que, según las cifras oficiales, han dejado una cifra alarmante de muertos. El hecho central de esta nota es la muerte de Jaime Esteban Moreno Jaramillo, estudiante de la Universidad de los Andes, tras una riña fuera de la discoteca Before Club en Chapinero, Bogotá, ocurrida el 1 de noviembre de 2025. Este caso se inscribe en un seguimiento de la violencia por intolerancia y se vincula a incidentes reportados en Ibagué y en la propia Bogotá, donde estas situaciones han generado preocupación por su escalamiento y por la posibilidad de resolverse mediante el diálogo, una idea que gana fuerza ante un contexto en el que la intolerancia aparece como eje de las muertes violentas en 2025.
Entre los datos en juego aparecen la identidad de Moreno Jaramillo y el devenir de la investigación: figura Juan Carlos Suárez Ortiz, señalado e investigado por asesinato; también un segundo individuo buscado por las autoridades; y Camilo Rincón, abogado de la familia de la víctima, que ha mantenido la voz pública sobre la brutalidad de la agresión. Según las primeras reconstrucciones, la riña se desarrolló dentro de la discoteca y, al salir, Moreno Jaramillo fue interceptado y golpeado, un escenario que repite un patrón descrito por las autoridades: la intolerancia desemboca en violencia letal. En paralelo, otros casos semejantes se registraron en Ibagué y en Bogotá, con el primero de ellos contabilizado para el 2 de noviembre y el segundo para el 3 de noviembre, fechas que concentran el debate nacional sobre la seguridad y la convivencia en la ciudad.
La violencia por intolerancia en Colombia: un eje de muertes en 2025
El marco numérico que acompaña a estas historias es contundente: más de 1.400 casos registrados en riñas, lo que representa el 96% de las muertes con armas blancas; además, más de 1.000 casos de homicidio por altercados de orden público han sido cometidos con armas blancas. En cuanto a las víctimas, se reportan 1.376 hombres, 163 mujeres y 79 menores de edad. Dos de cada diez homicidios se han producido a raíz de riñas que comenzaron por una situación que podría haberse resuelto con diálogo, una observación que refuerza la tesis de que la violencia por intolerancia es un eje estructural de las muertes violentas en 2025 y que convoca a autoridades y sociedad a replantear la gestión de conflictos en las calles y los bares de toda Colombia.
«Esteban decide retirarse del lugar para evadir este tipo de situaciones. Un golpe certero lo deja inconsciente y ahí, en el suelo, es donde le propinan diferentes golpes en el rostro, en el cráneo y en varias partes del tórax» – Camilo Rincón, abogado de la familia de la víctima
El contexto que rodea estas noticias señala antecedentes claros: la violencia por intolerancia se manifiesta en riñas que terminan en asesinatos, y el Ministerio de Defensa ha señalado una alta proporción de homicidios por riñas. Este nuevo reporte llega en un momento en el que se difunden datos oficiales sobre la violencia por intolerancia en 2025, con declaraciones de autoridades y cobertura de casos en varias ciudades, lo que alimenta un debate público sobre la forma de manejar los conflictos y la seguridad ciudadana, al tiempo que aumenta la alarma social ante este fenómeno.
En el apartado de datos secundarios, se destacan dos casos que refuerzan la narrativa nacional. En Ibagué, el domingo 2 de noviembre ocurrió el asesinato de un hincha de Atlético Nacional en la comuna nueve tras una discusión con otros dos individuos. En Bogotá, durante el puente festivo del 3 de noviembre, una discusión entre conductores en la zona occidental terminó con disparos y una persona asesinada. Estas incidencias, junto al caso de Moreno Jaramillo, dibujan un mapa de violencia por intolerancia que cruza ciudades y tipos de conflicto, y que las autoridades dicen buscar frenar con mayor rigor policial y estrategias de manejo de conflictos.
