Dairo Arcadio Zapata Mazo, un recluso condenado a 35 años de prisión por los delitos de secuestro, extorsión, desaparición forzada y concierto para delinquir, se fugó de la Cárcel y Penitenciaría de Alta y Media Seguridad La Paz en Itagüí el pasado 8 de diciembre. El escape ocurrió en el pabellón número dos, considerado de máxima seguridad, donde el interno evadió los controles de seguridad mediante métodos aún bajo investigación, lo que apunta a posibles fallas en los protocolos y complicidades internas.
El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario de Colombia (Inpec) confirmó el incidente a medios como RCN y Noticias Caracol, destacando la gravedad del suceso en una instalación diseñada para albergar a delincuentes de alto perfil. Zapata Mazo, con un historial delictivo que incluye crímenes graves contra la población civil, representa ahora un riesgo significativo para la seguridad ciudadana tras su evasión.
Protocolos de búsqueda y cuestionamientos a la seguridad carcelaria
En respuesta inmediata, las autoridades activaron protocolos de búsqueda coordinados entre la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación, con el fin de recapturar al fugitivo. Paralelamente, se iniciaron investigaciones internas para determinar si hubo colaboración de personal penitenciario o vulnerabilidades en los sistemas de vigilancia, lo que reaviva el debate sobre las deficiencias en la seguridad de las cárceles colombianas y pone en jaque la efectividad de las medidas implementadas en estos centros.
Este escape no solo expone las debilidades estructurales del sistema penitenciario, sino que también genera preocupación por el potencial de Zapata Mazo para reincidir en actividades criminales, subrayando la urgencia de reformas integrales para prevenir futuras fugas y garantizar la contención de internos de alta peligrosidad.
