El exsenador y precandidato David Luna cuestionó la gestión del presidente Gustavo Petro, al sostener que se legitimó a Iván Mordisco y se puso en tela de juicio la coherencia de la política Paz Total tras las operaciones militares en Guaviare contra las disidencias de las Farc. Las operaciones, que comenzaron el 10 de noviembre, se desplegaron en Guaviare y alcanzaron zonas rurales de Calamar y Miraflores, con la participación del Ejército, la Policía y la Fuerza Aérea, que incluyeron bombardeos y la disolución militar del frente encabezado por Mordisco. Según Petro, el balance hasta ahora es de once fusiles recuperados y unas veinticinco personas neutralizadas, y se mantiene una recompensa de 5.000 millones de pesos por información que conduzca a la captura de Iván Mordisco.
Este episodio se inscribe en un debate reiterado sobre Paz Total, centrado en las disidencias de las Farc, y en la figura de Iván Mordisco, cabecilla del Estado Mayor Central. Luna sostiene que Mordisco no era un disidente real, sino un narcotraficante disfrazado de guerrillero, y cuestiona la posibilidad de negociar con él. En este marco, Nestor Gregorio Vera Fernández, alias Iván Mordisco, ha sido imputado por delitos relacionados con territorios, homicidio de personas protegidas y líderes sociales, reclutamiento forzado y narcotráfico, lo que—según la crítica—entrega un contexto legal y de violencia que complica la narrativa de una negociación exitosa.
La operación en Guaviare y el pulso entre seguridad y negociación
Las acciones se centraron en Guaviare y afectaron también Calamar y Miraflores, con la intervención coordinada de el Ejército, la Policía y la Fuerza Aérea. El inicio de la operación el 10 de noviembre marcó un despliegue de fuerzas que culminó en bombardeos y la disolución militar del frente de Mordisco, según lo reportó el propio gobierno. El contexto, por tanto, combina acciones contundentes contra la disidencia con cuestionamientos sobre la coherencia de una política que ha buscado alinear negociación y presión militar para contener al frente que lidera Mordisco.
«Usted sabía desde el primer día que el desertor del proceso de paz no era un ‘disidente’, sino un narcotraficante disfrazado de guerrillero. Aun así, decidió legitimarlo, sentarse a negociar con él y hasta bautizar su cartel como ‘Estado Mayor Central’» – David Luna, exsenador y precandidato presidencial
«su selectividad en el uso de la fuerza no solo es cobarde, sino peligrosa: fortalece el negocio de la coca, premia a los criminales y debilita a las instituciones» – David Luna, exsenador y precandidato presidencial
«Once fusiles recuperados y cerca de veinticinco personas neutralizadas es el balance hasta el momento de las operaciones contra la columna de Iván Mordisco en el Guaviare» – Gustavo Petro, presidente de Colombia
«He ordenado el bombardeo y la disolución militar del frente ubicado por las Fuerzas Militares» – Gustavo Petro, presidente de Colombia
En este marco, la discusión pública se intensifica entre quienes enfatizan la vía militar como mecanismo para desarticular a las organizaciones disidentes y quienes advierten sobre los riesgos de convertir a Mordisco en un blanco único sin una claridad sostenida sobre la apertura de procesos de negociación. La crónica que surge a partir de estas declaraciones y de las operaciones en Guaviare subraya que Mordisco continúa figura central en el tablero de seguridad nacional, mientras las críticas de Luna alimentan un debate sobre la coherencia de la estrategia oficial y la legitimidad de las vías de negociación frente a la disidencia.

















