En Andes, Antioquia, se registraron dos hechos aislados de violencia que conmueven a la comunidad: el hallazgo de una cabeza humana en San Perucho, corregimiento de Andes, y la decapitación de un hombre en la vereda Líbano, Chaparrala, ocurridas con unas pocas horas de diferencia. Estos incidentes elevan a 58 la cifra de homicidios en 2025 para el municipio, de los cuales 48 se han registrado en la zona rural y 10 en la zona urbana, cifras que posicionan a Andes con aproximadamente el 25% de los homicidios en la subregión. En un contexto de alta violencia en áreas limítrofes con Caldas, Risaralda y Chocó, estas muertes se enmarcan en una ola violenta que ha puesto a prueba a las autoridades y a la comunidad.
El primer hallazgo tuvo lugar en San Perucho, y el segundo crimen se produjo en la vereda Líbano, Chaparrala, apenas horas después del primero. Las investigaciones buscan identificar a las víctimas y a los responsables, al tiempo que analizan posibles vínculos con estructuras criminales que disputan rentas ilegales en la región. En este marco, el coronel Óscar Mauricio Rico, comandante de la Policía de Antioquia, afirmó que el incremento de los homicidios está relacionado, en gran parte, con ajustes de cuentas y con el microtráfico promovido por estas redes. Por su parte, el párroco Norberto Gallego Marín expresó su deseo de que no se amplifique la violencia y llamó a la comunidad a evitar que la zona siga dejando víctimas, frase que se cita en declaraciones recogidas por El Colombiano.
Andes, dos hechos en un mismo día: qué dicen las autoridades y qué revelan los datos
El contexto obliga a mirar con detalle la dinámica de violencia en Andes, donde la mayor parte de los casos se concentra en zonas rurales cercanas a los límites con Caldas, Risaralda y Chocó. Las autoridades evalúan posibles vínculos con estructuras criminales y con la subestructura Edwin Román Velásquez Valle, así como con la organización La Terraza de Medellín, conocida como La Oficina de Andes o Halcones del Suroeste. Este marco de investigación se cruza con un impacto directo en servicios y espacios cívicos, como el cementerio municipal, que atraviesa una crisis por la saturación de osarios y las bóvedas, lo que ha llevado a la parroquia a gestionar exhumaciones para liberar espacio para nuevas sepulturas, en trámites que involucran a por lo menos seis familias. En septiembre, el cementerio registró 19 enterramientos y 15 víctimas de violencia, y se reporta que hay más de 100 tumbas privadas vacantes, no reutilizables, lo que agrava la necesidad de buscar soluciones para desahogar osarios. La población del municipio ronda las 64.400 personas durante la cosecha cafetera, lo que añade presión a la capacidad de las infraestructuras públicas, incluida la bóveda municipal, que actualmente enfrenta saturación a la vez que aumenta la actividad de incautaciones de droga y demás elementos.
el incremento de los casos de homicidio están relacionados, en gran parte, al ajuste de cuentas y microtráfico por parte de las estructuras criminales que se disputan estas rentas
No es que como párroco esté preocupado porque no haya donde enterrar gente, sino que el llamado, entre otras cosas, es a que no se siga desbordando la violencia en el municipio y nos siga dejando tantas víctimas
En síntesis, la coyuntura en Andes no solo concentra la violencia en los hechos sangrientos, sino que también expone una crisis estructural en servicios cívico-sociales como los cementerios y bóvedas, mientras las autoridades incrementan capturas y decomisos de droga y avanzan en la hipótesis de vínculos entre pandillas y redes de rentas ilegales, con especial atención a la presencia de actores como La Terraza y sus posibles nexos en la región.
















