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Ejemplo de autoridad

A pocos minutos de concluir el partido, varios de los aficionados que llegaron desde Cali para acompañar a su escuadra, intentaron ingresar al campo de juego, pero la reacción inmediata de las autoridades impidió que ello pasara, sin embargo el partido se vio parado varios minutos, hasta que se logró despejar la tribuna sur del estadio, para sacar a los revoltosos y demás acompañantes, quienes fueron despachados con protección policial hacia su destino final.

La secretaria del interior, Paula Andrea Sánchez, expresó que “hacia el minuto 38 del segundo tiempo, la barra visitante quiso invadir el terreno de juego, pero nosotros lo impedimos a través de la Policía Metropolitana e inmediatamente tomamos la decisión en el Puesto de Mando Unificado de evacuar la barra visitante, lo hicimos en tiempo suficiente para lograr que pudieran salir del perímetro urbano sin ningún tipo de dificultad y sin generar ningún tipo de desorden público”.

Como consecuencia de lo ocurrido, las puertas del estadio fueron cerradas por más de 30 minutos al término del partido y no se permitió la salida de los aficionados hasta que no se despejara de los alrededores del Palogrande a los revoltosos que querían seguir en las afueras del estadio creando temor. Una de las preocupaciones de la logística era la presencia de casi 300 niños que llegaron al estadio, acompañados de sus padres, quienes en algún momento pudieron haber sido afectados por quienes crearon la vergonzosa situación en el estadio manizaleño. 

Ahora le corresponderá a las autoridades del fútbol tomar las determinaciones del caso  para evitar que esta clase de espectáculos se sigan presentando en los estadios, mucho más cuando está claramente identificado que quienes producen esta clase de desórdenes no son seguidores de ningún equipo, sino delincuentes disfrazados de hinchas que aprovechan las circunstancias para crear zozobrar en los escenarios deportivos.  

Columna de opinión

Las opiniones expresadas en las columnas de opinión son de exclusiva responsabilidad de su respectivo autor y no representan la opinión editorial de La Veintitrés.

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