La Veintitrés

El encanto de ser runner

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Está de moda correr. No es tan fácil como parece pero vale la pena intentarlo. No son muchos los que superan la prueba, pero quienes lo logran cambian su vida

Por Samuel Salazar Nieto*

Es una forma de vida y también una pasión. No importa la edad,  si eres joven, adulto o mayor de sesenta.  Y no todo el mundo tiene la disposición, las ganas y la voluntad para levantarse un domingo a las cuatro de la mañana para, dos horas después, tomar la partida en una media maratón: 21.097 metros, como las tres mil almas que participaron el pasado domingo de la Media Maratón de Manizales.

Su motivación, a menos que forme parte de ese 1% que son  los llamados  atletas élite, no es ganar, aparecer en la lista de los primeros o llevarse un premio. La gran satisfacción es cruzar la meta, terminar la carrera aunque sea el último o llegue de noche, o, en el mejor de los casos, romper la propia marca personal en la distancia que acaba correr.

Y aunque competir está de moda, quienes llegan a este mundo encuentran que no es tan fácil quedarse y que son muchas las pruebas que hay que superar para estar dentro de una  comunidad a la que ingresar por snob no cuenta si no se aporta constancia, sacrificio,  disciplina un poco de locura  y mucho amor.  Podrá calzar las zapatillas mas costosas, llevar en su mano el último Garmin o Polar, tener puestas las más vistosas gafas, vestir las más modernas prendas, si  no sale a entrenar porque está lloviendo, si sus días de descanso son el sábado y el domingo, si para ante el primer dolor o la primera muestra de fatiga, si cuando le hablan de ‘series’ comenta la que acaban de subir a Netflix y no las 15 repeticiones de 300 metros que hizo en el último entreno, tengan la plena seguridad que no es un corredor, que no es un runner. 

Porque correr va más allá de un simple ejercicio. Es una danza con el viento, una conversación silenciosa con la naturaleza. Ser runner es abrazar la madrugada como cómplice, sentir el pulso del amanecer mientras las zapatillas besan el pavimento. Es sacrificio convertido en pasión y cada gota de sudor es la tinta que escribe el compromiso del corredor en el lienzo de la calle.

Ser runner te hace tolerante al dolor, desafiar los límites, transformar la fatiga en fortaleza y los obstáculos en peldaños hacia las metas; es además retar el sufrimiento, llorar de emoción cuando se cruza una meta que parecía inalcanzable, porque en los kilómetros descubres la fuerza que reside en tus piernas y la resistencia que habita en tu espíritu. Cada paso es una promesa a ti mismo, un voto de confianza en tu capacidad de superación. 

Él o ella no saben qué es tener problemas de presión arterial o registros altos de azúcar, colesterol o triglicéridos.  Sus preocupaciones se llaman fascitis plantar, síndrome de la banda iliotidial,  tendinitis, bursitis, desgarros.  Quizás no tengan idea de cómo combinar el color de su camiseta con el de la pantaloneta, pero saben muy bien que si amarran mal su zapatilla puede provocar una inflamación de sus tendones peroneos y terminar varios meses lesionado. 

Los entrenamientos son partituras que componen la sinfonía de tu determinación. La preparación es un ritual donde cuerpo y mente se entrelazan, forjando una conexión indestructible. En esos momentos de soledad, la carretera se convierte en confidente y los pensamientos en compañeros de ruta.

Ser runner es comprender que cada kilómetro es una oportunidad de crecimiento, una prueba de resistencia y resiliencia. Es sentir el pulso de la vida en cada zancada, recordándote que eres capaz. En el universo del running, no solo te desplazas físicamente, sino que también exploras los rincones más profundos de tu ser, de recorrer distancias que antes solo habitaban en tus sueños; porque ser runner o corredor no es pensar que tuviste un mal año o pasaste muchos días lesionado, es estar satisfecho porque a pesar de ello corriste tres medias maratones – 21K- (Cali, Bogotá y Manizales), que sin conocer el diagnóstico hiciste las dos primeras de ellas  con tres vértebras fracturadas  y que en la última por poco no logras partir porque un estado gripal te atacó tres días antes de la carrera, la que de todas maneras, por la medicación que tomaste, hiciste con dos diminutas úlceras sangrando en tus vías digestivas, de lo cual te enteraste un día después. 

Por todo lo que les cuento amigos, colegas, amables lectores, ser runner es abrazar el esfuerzo como un privilegio, convertir cada carrera en un viaje de autodescubrimiento. Así, en cada paso, te conviertes en un narrador de tu propia epopeya, escribiendo con determinación y pasión el relato inigualable de lo que significa ser corredor. 

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