La Veintitrés

El recuerdo de Beatriz Zuluaga

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Foto La Patria

La poeta, periodista y publicista manizaleña Beatriz Zuluaga falleció en la madrugada de este martes en la capital colombiana a los 90 años de edad.

Se casó con el escritor Omar Morales Benítez y fue presidenta de la Casa de la Cultura de Manizales. Trabajó en el suplemento literario del diario “La patria”, en la revista, “Mujer”,  la revista “Diners”, directora de la página “Fin de Semana”, y colaboradora del periódico El Espectador.

Se destacan entre sus obras “La Ciega Esperanza”, “Este cielo boca-abajo”, “Definiciones”, “Las Vigilias del Sueño”, “Eres Eros” y “Por los caminos de Caldas”, en asocio con el escritor Omar Morales Benítez, “Si preguntan por mí” (2009). Su poesía hace parte  de la “Antología de la poesía Colombina”.

La también poeta manizaleña Juana Echeverri Escobar,  dijo que “su obra poética tiene una profundidad y belleza invaluable. Fue fundadora de la Casa de la Cultura de Manizales en los años 60 junto a Dominga Palacios. Su voz fuerte y poderosa, logro abrir un espacio para todas las demás mujeres que hemos seguido el camino de las letras. En 1961 cuando publicó la ciega esperanza fue muy disruptivo, planteando temas de fondo y sustanciales con mucha fuerza y afirmación de mujer, lo hizo con una elegancia con gran elegancia. Su obra todos la deben leer porque es un legado enorme en la literatura colombiana”. 

Afirmó que “fue muy exquisita para nombrar el erotismo en su poesía. Fue una mujer que supo nombrar la instantaneidad del tiempo y la muerte”.

Si preguntan por mí es una de sus obras más importantes, acá la reproducimos.

Si preguntan por mí…
diles que salí a cobrar la vieja deuda
que no pude esperar que a la vida
se le diera la gana de llegar
a mi puerta.

Diles que salí definitivamente
a dar la cara sin pinturas
y sin trajes el cuerpo.
Si preguntan por mí…
diles que apagué el fuego,
dejé la olla limpia y desnuda la cama,
me cansé de esperar la esperanza
y fui a buscarla.

Diles que no me llamen…
Quité el disco que entretenía en boleros
el beso y el abrazo
la copa estrellé contra el espejo
porque necesitaba convertir
el vino en sangre
ya que jamás se dio el milagro
de convertirse el agua en vino.

Si preguntan por mí…
diles que salí a cobrar la deuda
que tenían conmigo el amor,
el fuego, el pan, la sábana y el vino,
que eché llave a la puerta
y no regreso.


¡Definitivamente diles
que me mudé de casa!

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