El último golpe: el sueño dorado de un golfista colombiano

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Fotos Instagram Tomás Restrepo J.

Por GERMÁN MEJÍA GALLO

Del Club Campestre de Manizales al podio mundial en Japón, Tomás Restrepo Jaramillo se consagró como uno de los mejores golfistas júnior del planeta. 

Cuando Tomás Restrepo Jaramillo se paró frente a ese último putt, no estaba solo. Con él estaba la memoria de su padre, el aliento de su madre, la fe de su hermana, el orgullo de su ciudad y la esperanza de todo un país. Aquel golpe final, ese que definía si Colombia ganaba el oro en la Toyota Junior Golf World Cup, no fue simplemente una ejecución técnica: fue el desenlace de una historia que comenzó cuando un niño con manos pequeñas y ojos curiosos, sostuvo por primera vez un palo de golf.

En el silencio contenido del green, mientras sus compañeros y aficionados apenas se atrevían a respirar, Tomás se preparó para el impacto. No era un golpe fácil. Tampoco lo era el momento. Las pulsaciones se aceleraban, pues no conocía los resultados de sus rivales en el campo, y por eso las dudas aparecían: ¿y si entra? ¿y si no? ¿seré líder?

Pero allí, bajo la presión que solo conocen quienes se enfrentan a sí mismos, el joven golfista colombiano ejecutó el golpe final. La bola rodó… y entró. Con ese sonido seco, casi mágico, un pedazo del deporte colombiano quedó grabado para siempre en la historia del golf mundial.

Ese instante, grabado en su memoria como si fuera eterno, selló algo más que una victoria. Fue la confirmación de un sueño cultivado desde los tres años, cuando Ernesto, su padre, le puso un palo de golf por primera vez en su manos.

Nunca se me va a olvidar esa sensación de ver la bola entrar. Pensé en mi familia y en todo el camino recorrido”, recuerda con su voz aún emocionada.

Durante la competencia, su familia lo seguía desde Manizales, actualizando resultados cada tres hoyos. “Sufrían desde la distancia”, dice entre risas. Y quizás por eso, cuando todo terminó, no importaba si había ganado o no, ya había hecho su parte, y eso bastaba para sentirse orgulloso. “La presión era grande, la adrenalina muy rápida… pensé en mis padres”, confiesa Tomás, con la madurez de quien ya entiende que el deporte es, ante todo, una batalla interior.

Una construcción paciente

La victoria no fue un accidente ni un golpe de suerte. Fue el resultado de años de disciplina, sacrificio y pasión. Fue el reflejo de las madrugadas, los entrenamientos silenciosos y los pensamientos que se cruzan antes del impacto.

Desde su niñez en el Club Campestre de Manizales, donde el césped se volvió su segunda casa, hasta este presente glorioso en Japón, su vida se ha construido con constancia y paciencia. 

Primero compartida con el fútbol, donde también destacaba, luego entregada por completo al golf cuando entendió que su lucha era contra sí mismo.

Entre dos pasiones

No siempre fue el golf. Entre los 7 y 9 años, este joven deportista —cuyo nombre aún resuena con fuerza en los circuitos nacionales— dividía su tiempo entre el fútbol y el golf. “El fútbol era mi pasión, jugaba con mis amigos, pero siempre sentí que el golf me ofrecía algo más: esa lucha interna, ese no poder culpar a nadie, el enfrentarse a uno mismo”, dice.

A los 12 años tomó la decisión que marcaría su vida: dejó el balón y se quedó con los palos. “Fue una elección natural. El golf me atrapó”, dice. Y lo atrapó con fuerza, al punto que desde entonces se dedicó por completo a este deporte que hoy le abre las puertas de los torneos mundiales.

De Manizales al mundo

Su primer gran logro llegó en Cartagena, en el circuito US Kids. Viajó con su primo, su tío y su papá. “Fue una experiencia hermosa en familia”, recuerda. Desde entonces, no ha parado de competir, crecer y sorprender.

Pero como todo camino largo, también ha tenido tropiezos. Hace apenas un año, en el mismo torneo que hoy lo corona, terminó en el puesto 28 de 36. “Volví a casa diciendo que quería regresar y hacer un buen trabajo. Me esforcé, trabajé con disciplina, me rodeé de gente sabia. Y hoy, aquí estoy: en lo más alto”.

Tomás ocupa la casilla 189 del ranking mundial amateur (WAGR), escalando 46 posiciones y ubicándose como el quinto mejor colombiano del mundo.

Paso a paso, rumbo al PGA

Con la madurez de quien sabe que el éxito no se improvisa, habla de su próximo paso: estudiar en una universidad en el exterior, competir en la NCAA y, si el destino le sonríe, jugar algún día en el PGA Tour. “Es un camino largo. No importa si llegas a los 30 o 35. En el golf no hay edad límite para soñar”.

Ser el mejor jugador júnior del mundo suena enorme. Pero Tomás lo dice con los pies en la tierra. “El golf da muchas vueltas y estoy preparado para lo que se venga”. No hay euforia ciega en sus palabras, solo claridad y visión. Planea estudiar Administración, y cuando llegue el momento, competir en el PGA Tour. “No estoy apresurado… ya no es si llegaré, sino cuándo”.

Y en ese «cuándo«, sueña con Augusta. Con esa chaqueta verde que tanto simboliza. “Dicen que es otro mundo”, sonríe. Pero sabe muy bien que para llegar allí, primero se necesita caminar firme por este mundo, paso a paso, putt a putt.

El legado de los que inspiran

Hoy, su ídolo no es un campeón distante. Es Nicolás Echavarría, otro colombiano que brilla en el PGA. “Más que admirarlo como jugador, lo admiro como persona. Siempre tiene tiempo para responderme un mensaje, para darme un consejo. Lo considero casi un amigo”, dice con gratitud, entendiendo que esa mezcla de humildad y determinación de Echavarría es lo que hace que su historia inspire.

Pero claro, no olvida la familia y recuerda que en casa son cuatro: “Mi mamá, Paula Jaramillo Uribe, mi papá, Ernesto Restrepo García, y mi hermana, Juana Restrepo Jaramillo, ellos también me inspiran y hacen parte de esta historia que hoy celebramos

El mensaje de un campeón

A todos los manizaleños y colombianos, especialmente a los jóvenes, les digo: crean en ustedes. Hace un año estaba abajo, y hoy estoy arriba. El camino no es fácil, pero con trabajo y disciplina todo se puede”.

Hoy, este joven manizaleño que un día soñó con ganar algo grande, se va con el oro en las manos y el corazón lleno. Pero más que la victoria, lo que lo acompaña es la certeza de que los sueños se cumplen. Porque a veces, todo se define en el último golpe. 

Hoy el golf colombiano celebra. Pero sobre todo, celebra Manizales. Celebra ese niño que cambió la cancha de fútbol por el green, que cambió las excusas por la constancia, y que se atrevió a soñar. Porque en el putt de la gloria, Tomás Restrepo no solo metió la bola, también metió a Colombia en la historia del golf mundial.

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