Por Juan Manuel Galán*
El 21 de mayo de 2024, el mundo de la música lamentó la pérdida del talentoso cantautor Omar Geles, quien falleció repentinamente a los 57 años mientras disfrutaba de un partido de tenis con amigos. Desde niño vivió en Valledupar, y aunque hoy se duda de si nació en Mahates, Bolívar, lo cierto es que Geles dejó un vacío irremplazable en el corazón de sus seguidores.
Su legado musical abarca más de 800 canciones, testamento de su inquebrantable creatividad y amor por la música. Sus letras narran con sensibilidad y humor las vivencias del pueblo colombiano, sus amores, sus penas, sus costumbres y su idiosincrasia. Su voz, melodiosa y expresiva le imprimió un sello distintivo a sus composiciones, que se convirtieron en éxitos rotundos. Además de ser un destacado compositor, Geles fue un virtuoso del acordeón, Rey Vallenato en 1989 y un carismático cantante. Su influencia trascendió incursionando con éxito en géneros como la salsa y el reggaetón.
Su habilidad con el acordeón, su voz distintiva y su inigualable talento, carisma y humildad lo convirtieron en uno de los exponentes más importantes y queridos del género, y ya en vida, en una leyenda de la música. Su influencia en el vallenato fue enorme, tanto como compositor, intérprete y productor. Fue un mentor, un amigo y un referente para varias generaciones de artistas.
Compositor de grandes éxitos como Los caminos de la vida de la icónica agrupación Los Diablitos; La falla fue tuya de Diomedes Díaz; Me gusta, me gusta y A blanco y negro de Silvestre Dangond; Amor a siete mares interpretada por Poncho Zuleta; Tarde lo conocí de Patricia Teherán; La aplanadora de Jorge Oñate; Cuatro rosas de Jorge Celedón. Estas son solo algunas de las obras que Omar Geles dejó como testimonio de su talento y pasión por la música.
Su muerte ocurrió poco después del Festival Vallenato de 2024, donde tuve la oportunidad de compartir con él por última vez. Departía con sus amigos, colegas y admiradores, aparentemente, con buen estado de salud. Nadie podría haber anticipado este duro golpe ni tampoco que esta edición sería, sin saberlo, su despedida.
La partida de Omar es una gran pérdida para el folclor colombiano y especialmente para el vallenato, pero su legado perdurará por generaciones, obras maestras que lo inmortalizarán. Con profundo pesar, me uno al duelo que embarga a su querida hermana Naiduth, a su señora madre Hilda, a sus hermanos, hijos, esposa, familia, amigos y seguidores.
Sus canciones son himnos, poemas que seguiremos cantando y bailando en el mundo. Recordar las alegrías que brindó a través de los años es crucial en estos momentos de dolor.
Descansa en paz, maestro. ¡Gracias por tanto hermano!
*Director Nacional de Nuevo Liberalismo