Erupción del Nevado del Ruiz genera avalancha que sepulta Armero, Tolima; unas 25.000 víctimas

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La Veintitrés Manizales informa que el Nevado del Ruiz erupcionó la noche del 13 de noviembre de 1985, desatando una avalancha de agua y lodo que dejó a Armero, Tolima, prácticamente devastado y a la región entre el dolor y la incredulidad. A las 9:29 p. m. la erupción desprendió el 2% de su corona de hielo; a las 9:33 p. m. se registró la primera avalancha de agua y, poco después, una segunda de lodo y piedras que alcanzó velocidades de hasta 80 km/h. El deshielo acumuló aproximadamente 350 millones de metros cúbicos de material y Armero fue sepultado por esa masa alrededor de las 11:30 p. m., dejando cerca de 25.000 muertos o desaparecidos.

La respuesta institucional involucró a Defensa Civil de Ibagué y Murillo, la Cruz Roja regional, Ingeominas, el Servicio Geológico Colombiano y la entidad de emergencia Resurgir, creada para gestionar recursos y coordinar la reconstrucción. Entre las cifras destacadas figuran más de 230.000 afectados, 5.092 viviendas destruidas —4.718 en Armero y 374 en Chinchiná— y más de 4.400 personas heridas atendidas en hospitales. Armero, con una población previa de 40.000, quedó devastado y, durante la rehabilitación, se registraron unos 65.000 damnificados directos. El fenómeno dejó una columna de humo y cenizas de unos 15 kilómetros de altura; el deshielo alcanzó a Chinchiná a las 10:40 p. m., y la segunda avalancha dejó su huella en la región.

La respuesta institucional involucró a Defensa Civil de Ibagué y Murillo, la Cruz Roja regional, Ingeominas, el Servicio Geológico Colombiano y la entidad de emergencia Resurgir, creada para gestionar recursos y coordinar la reconstrucción. Entre las cifras destacadas figuran más de 230.000 afectados, 5.092 viviendas destruidas —4.718 en Armero y 374 en Chinchiná— y más de 4.400 personas heridas atendidas en hospitales. Armero, con una población previa de 40.000, quedó devastado y, durante la rehabilitación, se registraron unos 65.000 damnificados directos. El fenómeno dejó una columna de humo y cenizas de unos 15 kilómetros de altura; el deshielo alcanzó a Chinchiná a las 10:40 p. m., y la segunda avalancha dejó su huella en la región.

Las lecciones y el legado para Colombia

El relato de la tragedia está íntimamente ligado a antecedentes de erupciones en 1595 y 1845 que ya habían provocado avalanchas por el río Lagunilla y a señales de alerta persistentes desde 1984, cuando aumentaron la temperatura, murieron peces y apareció azufre, observaciones que científicos, escaladores y figuras políticas habían advertido sin que se implementara una evacuación efectiva. La magnitud de Armero también dejó huellas en el clima regional y en la dinámica del río Magdalena, y dio origen a Resurgir como organismo para gestionar recursos y coordinar la reconstrucción, una estructura que ha sido objeto de críticas por gastos burocráticos y por la contratación de personal ajeno a la región.

«Este desastre nos recuerda la necesidad de fortalecer la prevención y la coordinación entre autoridades para evitar que una tragedia como Armero vuelva a repetirse.» – Luis Martínez, vocero de Defensa Civil de Ibagué

En la memoria de Armero y de las miles de víctimas, este episodio permanece como un referente para las políticas de gestión de riesgos en Colombia y América Latina. Las lecciones aprendidas apuntalan la vigilancia volcánica, la comunicación de alertas y la responsabilidad compartida para proteger a las comunidades ante desastres que, aunque previsibles, requieren respuesta organizada y recursos adecuados.

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