Excapo Gildardo Rodríguez Herrera hallado muerto en baño de finca en vereda Monte Largo, Pereira

Compartir en redes sociales

Un hecho que sacude a la región se dio en Pereira cuando fue encontrado el cadáver de Gildardo Rodríguez Herrera, alias “El señor de la camisa roja”, excapo del cartel del Norte del Valle, en el baño de una finca de la vereda Monte Largo. Presentaba un disparo y, a pesar del intento de trasladarlo a un centro médico, llegó sin signos vitales. El incidente, informado el 23 de octubre de 2025, es objeto de una investigación que, de momento, contempla la hipótesis de suicidio, aunque también se evalúan posibles represalias vinculadas al entramado criminal.

Rodríguez Herrera formó parte de la historia criminal del cartel del Norte del Valle y era señalado como sucesor de Don Diego Montoya. Se le atribuye haber ejercido como cobrador de deudas y de operar con sicarios, además de reclutar escoltas para proteger a Don Diego. En el plano internacional, obtuvo una reducción de condena de 123 meses por colaborar con las autoridades de Estados Unidos y fue extraditado en 2008; regresó a Colombia en mayo de 2016 y, tras un periodo en Nueva Jersey, fue trasladado a Bogotá. A su retorno, la autoridad migratoria lo ubicó bajo el marco de la justicia colombiana y, según registros, fue recluido en La Picota. La reticencia de las autoridades para ejecutar ciertas medidas ha formado parte del contexto; por ejemplo, un fallo del Tribunal Superior de Buga ordenó liberación para traslado a una zona veredal que no se ejecutó, y la JEP reportó intentos de favorecer su inclusión en el acuerdo de paz con las Farc, mientras el Alto Comisionado para la Paz comunicó a CNN los requisitos para evitar casos similares.

Contexto y antecedentes

El historial de Rodríguez Herrera está estrechamente ligado a la compleja crónica del cartel del Norte del Valle, siendo considerado por las autoridades como un posible sucesor de Don Diego Montoya. Su cooperación con Estados Unidos culminó en una rebaja de condena y su extradición en 2008; tras regresar en 2016, las autoridades colombianas lo remitieron a La Picota, y la necesidad de vigilancia y de transparencia en procesos de paz quedó reflejada en debates y manifestaciones de alto nivel, que buscaban evitar que antiguos actores de la violencia se beneficiaran de acuerdos de paz o de requisitos especiales para su inclusión.

No hay declaraciones textuales disponibles en el material proporcionado.

La investigación actual se centra en aclarar las circunstancias del hallazgo y en confirmar si existieron conexiones criminales o actos de venganza que expliquen este desenlace, con especial atención a las distintas fases de su trayectoria, desde su extradición en 2008 hasta su regreso a Colombia y su posterior ingreso a La Picota, así como las repercusiones en el ecosistema de violencia y narcotráfico de la región.

Sigue leyendo