El exembajador de Estados Unidos en Colombia entre 1985 y 1988, Charles Anthony Gillespie Jr., recuerda la toma del Palacio de Justicia de Bogotá, ocurrida entre el 6 y el 7 de noviembre de 1985, como una situación “desagradable”. Gillespie llegó a Bogotá en agosto de 1985 para asumir la embajada y, durante una entrevista concedida en septiembre de 1995 al historiador Charles Stuart Kennedy, ofrece una lectura de aquel episodio marcado por la violencia vinculada al narcotráfico y al grupo M-19, así como por los esfuerzos de Estados Unidos por brindar apoyo sin invadir la soberanía. Este testimonio, que llega a La Veintitrés Manizales, ayuda a entender un periodo crucial para las relaciones bilaterales y la historia política de Colombia.
El relato de Gillespie sitúa la violencia en un contexto de alta tensión: más de 100 personas perdieron la vida en la represión operada por el Ejército colombiano, y se apunta que Pablo Escobar y el Cartel de Medellín, según su versión, financiaron con dos millones de dólares la toma para frenar la extradición a Estados Unidos. En ese marco, recuerda también el atentado de 1984 contra la Embajada de Estados Unidos y las amenazas a la Escuela Americana, hechos que incrementaron la presión sobre el país y la comunidad estadounidense en Colombia durante aquella década negra de violencia y violencia política vinculada al narcotráfico y al conflicto con el M-19.
Testimonio histórico sobre la toma del Palacio de Justicia y la postura estadounidense
En la entrevista, Gillespie describe la postura de Estados Unidos durante la crisis como una opción de apoyo técnico y de comunicaciones, sin despliegue de tropas armadas, y detalla que se mantuvo en contacto con el Comando Sur para evaluar posibles respuestas ante escenarios de terrorismo y situaciones de rehenes. «Siguiendo instrucciones, ofrecí específicamente comunicaciones u otro equipo técnico —no tropas armadas ni nada parecido, aunque sí mencioné que podíamos poner a su disposición expertos en terrorismo y situaciones de rehenes— si lo deseara. Estábamos en contacto con el Comando Sur (Southcom), el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos en Panamá, que contaba con personal en su cuartel general bastante capacitado, o supuestamente capacitado, para manejar este tipo de situaciones» – Charles Anthony Gillespie Jr., Embajador de Estados Unidos en Colombia (1985-1988).
«desagradable» – Charles Anthony Gillespie Jr., Embajador de Estados Unidos en Colombia (1985-1988)
La narración también recoge otros aspectos de ese periodo: la represión terminó cuando el ejército colombiano atacó el Palacio de Justicia, entrando por los tejados, la puerta principal y cualquier abertura disponible, e incluso utilizando tanques, con un saldo trágico de más de cien víctimas. Gillespie contextualiza además la presión que vivía la región al recordar que, en 1984, explotó una bomba cerca de la Embajada de Estados Unidos y que se profirieron amenazas contra la Escuela Americana, circunstancias que, según su testimonio, colocaron a Colombia en una situación de gran tensión. En ese marco, señala que llegó a Bogotá en agosto de ese año y dedicó septiembre a familiarizarse con la zona y el terreno. Para comprender la radicalidad de aquel momento, el exembajador subraya que el mismo grupo guerrillero que había secuestrado al exembajador Diego Asencio durante la Toma de la Embajada de la República Dominicana en febrero de 1980 era el M-19, y atribuye a Pablo Escobar y al Cartel de Medellín la financiación de la operación con dos millones de dólares para frenar la extradición a Estados Unidos.















