En el hall central de la Universidad de Caldas, los primeros en recibir a los visitantes de los “diálogos universitarios para la no repetición”, evento derivado del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el exterminio de la Unión Patriótica en el Departamento de Caldas, fueron decenas de figuras a escala humana con los rostros de las víctimas de ese cruento suceso de 1984, que hoy exige memoria, dignificación y reparación simbólica.
Por UNIVERSIDAD DE CALDAS
En cada figura, a blanco y negro, se puso una flor amarilla: único elemento de color que reviste de esperanza esa imagen triste, repetida y dolorosa de la muerte de más de seis mil personas que sufrieron graves violaciones de derechos humanos, como homicidios selectivos, desapariciones forzadas, torturas, amenazas, hostigamientos, desplazamientos forzados, tentativas de homicidio, exilio, judicializaciones, entre otros hechos cometidos que se extendieron por más de veinte años.
«Nuestros ojos y nuestros recuerdos están en el ingreso de la Universidad. Esas figuras tienen un profundo significado y lo menciono porque muchos de ustedes sabrán lo que significa, pero otros, quizás más jóvenes, no lo sepan. Aquellos hombres y mujeres que antes luchaban en la guerrilla no querían seguir escondidos en las montañas, durmiendo en zanjas o debajo de los árboles. Querían participar de la vida política y social del país, y así lo hicieron el 11 de mayo de 1985. Pero los grandes empresarios y los poderosos, en connivencia con los militares, no lo soportaron. Comenzaron el exterminio contra la Unión Patriótica de manera sistemática, de oriente a occidente y de norte a sur. Querían borrarnos del territorio colombiano, pero no lo lograron. Porque luego aparecieron hombres y mujeres que dijeron: ‘Esto no puede quedar así. Necesitamos verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición”, pronunció durante el foro en la Sala Carlos Náder, la coordinadora de la corporación Renacer Caldas, Mercedes Vargas Pizarro.
En esa exigencia de justicia, ganaron la demanda contra el Estado colombiano. Primero, los integrantes de la Unión Patriótica intentaron una solución amistosa, pero al no ser posible, llevaron su caso ante la Comisión Interamericana y luego a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Hoy, la sentencia condena al Estado colombiano por un genocidio político, el único de su tipo en el mundo.
Este foro realizado el 10 de septiembre en la Universidad de Caldas es uno de los pasos hacia la justicia, y debe realizarse en al menos cinco universidades públicas del país, como lo establece la sentencia.
¿Qué opinan las víctimas y líderes de la Unión Patriótica?
Juan Esteban Montoya Hincapié , Fundación Derechos con Dignidad
«Cuando comencé, no tenía mucho conocimiento sobre lo que significaba realmente ser parte de algo tan grande como el movimiento patriótico. Pero todo cambió cuando empecé a conocer las historias de sus integrantes, sus vivencias llenas de sufrimiento, dolor, pero también de resistencia y una fuerza increíble. Esas historias me transformaron. Entendí que conocerlas me obligaba a hacer todo lo posible para que otros y otras también las conozcan. Solo cuando nos ponemos en el lugar del otro, cuando somos capaces de comprender su historia, podemos asegurarnos de que esos episodios no se repitan.
Estos foros académicos, que forman parte de las medidas de reparación ordenadas por la Corte, son un paso esencial para que podamos mantener viva esa memoria. Conocer la realidad de las más de 6.000 víctimas no es solo un derecho, es una responsabilidad. Esperamos que la luz que ellos dejaron siga acompañándonos y guiándonos, para que estos foros continúen hasta que alcancemos la justicia y el reconocimiento que tanto se necesita.»
Henry Ocampo, integrante Junta nacional de la unión patriótica
«Esta sentencia es más que un simple reconocimiento: es una declaración al mundo de que en Colombia se intentó exterminar la esperanza. Se asesinaba no solo a personas, sino también a un ideal, a un partido que nació tras los fallidos intentos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia durante el gobierno de Belisario Betancur. Muchos de nosotros, desde el movimiento sindical y social, creímos en ese proceso. Apoyamos la salida política al conflicto armado porque creímos firmemente en ella. Y por ese sueño de un país en paz, pagamos el precio más alto: la vida de nuestros compañeros y compañeras.
Pero hoy seguimos de pie, seguimos luchando. Estamos en las calles, en las plazas, alzando la voz y diciéndole al mundo que aquí estamos. No nos callarán, no nos exterminarán, y menos ahora, que somos parte de un nuevo gobierno de cambio. Seguimos resistiendo, viviendo, pero, sobre todo, seguimos construyendo un país mejor. La Unión Patriótica vive, y siempre vivirá en la memoria de nuestras víctimas, en sus familiares, y en cada uno de nosotros que soñamos y luchamos por un país en paz”.