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Su pasión por los toros nació desde cuando era un niño, su tío Joaquín lo llevó a La Macarena para que viera torear. Ahí comenzó una historia que jamás separó de su vida. Intentó ser torero, pero no tuvo el valor para enfrentar al rey de la fiesta. Desde entonces, comenzó a dibujar ilustraciones alusivos al toreo y nunca más se olvidó de la fiesta brava; reconoció que sus primeros dibujos sobre este arte, son los responsables de haberle hecho pintor. Desde la barrera, acompañó faenas inmortales de grandes maestros que le inspiraron para hacer sus obras, muchas de ellas universales.
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Este escultor y pintor antioqueño fue el creador del llamado ´boterismo` por el tamaño de sus obras. Comenzó muy temprano publicando ilustraciones en El Colombiano, luego en Bogotá a los 19 años, presentó su primera exposición individual. Se refugió un tiempo en tierra costeña y posteriormente se fue para Europa por un periodo de cuatro años estudiando en academias españolas, francesas e italianas. Regresó a América por México donde estudió a los pintores de aquel país y siguió su camino por Washington y Nueva York, donde vivió por varios años, antes de regresar a París donde fijó su residencia.
Sus primeras esculturas fueron creadas en 1964, pero fue en 1975 cuando se dedicó a ellas en Pietrasanta, Italia; la que se convertiría en su sede habitual de trabajo para hacer sus grandes esculturas.
Desde entonces y hasta hoy, Fernando Botero recorrió el mundo con sus obras de arte, más de 3400 que fueron creadas por este artista colombiano a lo largo de toda su vida, muchas de ellas colocadas en parques de grandes ciudades, en los más afamados museos del mundo o en la casa de coleccionistas privados que admiran su obra.
Murió a los 91 años en su casa de Mónaco donde residía, aunque tenía casas en diferentes lugares del mundo. Nunca dejó de pintar, lo hizo hasta los últimos momentos de su vida.
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