Fútbol con otros ojos

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Por ESTEBAN JARAMILLO OSORIO
 

“Separa la razón del corazón”: Séneca.
 
Lo mejor del futbol, la habladera. Siempre lo he dicho. Lo mejor del gol, gritarlo, conversarlo, analizarlo.
 
La gambeta es una reina, el pase un masaje al corazón, el triunfo un desahogo, un título la máxima excitación. Un gol olímpico, un doble toque, una chilena y tantas jugadas más, son una oda a la libertad.
 
Una finta sucesiva, estática o en movimiento, un sprint en velocidad con el balón atado al pie, regando rivales entre esquives y malabarismos, es la alegría de sentir, de vivir, de disfrutar y de amar.
 
Un gol salvador en el último minuto o un penalti detenido en el suspiro final, un arrebato sublime para cambiar un resultado, una anhelada remontada o el inesperado milagro para un triunfo, es un atentado al corazón.
 
Y qué decir de los cantos encendidos desde las tribunas en furor, o de quienes lo relatan con pasión desbordada, contagiosa, que eterniza la proeza en la acción.
 
O de un zurdo exquisito, todos lo son, con sus toques magistrales que son las voces de los poetas del balón.  Con arte para correr, pasar y definir.
 
¿Qué sería del futbol sin polémicas? ¿Sin derrotas? ¿sin buenos futbolistas? ¿Sin artistas desbocados, de vida nocturna sin control? ¿Sin escándalos? ¿Sin triunfos discutidos? ¿sin árbitros sospechosos? ¿O grandes conquistas con héroes consagrados?
 
Sin el escorpión, sin el gol de media cancha de Pelé, sin aquel tejido maravilloso de Maradona, en México 86, en el llamado mejor gol de un mundial; sin el toque sutil de Iniesta para ganar con España en 2010, o el zurdazo espontáneo y apoteósico de James Rodríguez en Brasil contra Uruguay.

Sin el gol de Yepes, que fue gol, pero que FIFA anuló.
 
Sin la chilena de Zidane, sin la alegría de Ronaldinho quien hacía chica la pelota con sus malabarismos, al igual que Neymar; sin la potencia anotadora de Cristiano Ronaldo, de Halland y Mbappe, o el repertorio inagotable de gambetas de Lio Messi, el dinamismo de Rodri y Xavi Alonso y la movilidad con ojo de lince, para filtrar una asistencia de De Bruyne y de Lamine Yamal.
 
Futbolistas que ponen en aprietos a los fotógrafos porque no saben, por el derroche de talento, donde y a quien enfocar.
 
Soy futbolero, romántico como tantos en proceso de extinción. Que soplan contra el viento, que definen la vida, en la importancia del camino elegido y la felicidad del objetivo conseguido en la meta final, sin atentados a la legalidad.

Que no soportan la tentación de mirar hacia atrás, con el placer indescifrable de comparar, de hacer paralelos entre jugadores de todos los tiempos y de confrontar cuál futbol fue mejor, el de ayer, antier o el de hoy.
 
Soy amante del futbol sin trampas como algún día proclamó Cesar Menotti, con el placer infinito que definió Jorge Valdano o el mundo en un balón redondo, como tantas veces lo explicó, Juan Villoro el mexicano, reconocido escritor.
 
El futbol, el deporte más Bello, con respeto al juego limpio y al rival, como expresó el fallecido Papa Francisco, cuando en su oratoria le dio elegantes toques al balón. Esteban J.

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