Indemnización de 112.000 euros a la familia Arrieta, sin registrar tras condena de Daniel Sancho

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A un año de la condena de Daniel Sancho a cadena perpetua en Tailandia por el asesinato del cirujano Edwin Arrieta, la familia Arrieta continúa en una situación económica devastadora y la indemnización de 112.000 euros aún no se registra; son dos años desde el asesinato y un año desde la sentencia, un lapso que agrava las preocupaciones sobre reparación y seguimiento de pagos.

Entre los protagonistas están Daniel Sancho, Edwin Arrieta, Darling Arrieta y Juango Ospina, abogado de la familia Arrieta. La condena se dictó en Tailandia, pero el contexto y las gestiones se han movido entre Madrid y Bangkok, con reuniones que se celebraron en la capital española y Darling viajando para buscar asesoría ante la situación legal y económica que atraviesa la familia a la que Edwin mantenía como sostén, junto a sus padres ya jubilados.

Condena, indemnización y la ruta de la reparación

La defensa de Daniel Sancho ha presentado una petición para repetir el juicio, en medio de dudas sobre cuándo y cómo se podrá cumplir la indemnización de 112.000 euros que permanece pendiente y sin registro oficial de pago hasta la fecha, lo que agrava la angustia económica de la familia Arrieta.

«La familia sigue en una situación económica devastadora. Edwin era el sostén del hogar: trabajaba junto a Darling y se encargaba del sustento de sus padres, que estaban jubilados. De la noche a la mañana se quedaron sin ingresos. Y lo más doloroso es la falta absoluta de empatía por parte del entorno de Daniel Sancho». – Juango Ospina, abogado de la familia Arrieta

Además, el abogado de la familia señala que no ha existido ningún intento de reparación o apoyo, ni siquiera simbólico. Según su versión, los abogados del acusado dicen que deben esperar a que la sentencia quede en firme, pero afirma que no hace falta esperar una resolución judicial para mostrar humanidad: si hay medios económicos y sensibilidad, lo correcto sería acercarse, pedir perdón y reparar el daño.

Sobre los movimientos de Sancho, Ospina explicó que el condenado viajó a Madrid para reunirse con otros despachos, pero a última hora le recomendaron el despacho de la familia Arrieta. Llegó un lunes por la tarde y desde el primer momento se percibió una conexión espiritual, según su testimonio.

En otro pasaje descrito por el abogado, Darling Arrieta, quien habría ingresado a la oficina apenas un mes después del asesinato, estaba destrozada por el dolor y también indignada por el tratamiento que algunos medios españoles dieron al caso: racismo, homofobia e incluso insinuaciones infundadas sobre Edwin, como tantas veces se hace injustamente con los colombianos.

Sobre la situación carcelaria de Sancho, Ospina añadió que la información disponible es que está como un preso más; las cárceles en Tailandia son muy estrictas y rigurosas. Además, desmiente cualquier beneficio que se haya filtrado a los medios, asegurando que no hay indicios de condiciones especiales y que Sancho comparte celda en una prisión que presenta un entorno nada fácil.

La historia mantiene su impacto al encarar preguntas sobre el trato hacia latinos en procesos judiciales en el extranjero y sobre posibles sistemas de reparación para las víctimas. El abogado de la familia desmiente cualquier lectura de beneficios para Sancho en Tailandia, subrayando la realidad de un sistema carcelario rígido y la necesidad de que se haga justicia de forma transparente y acorde con la indemnización pendiente.

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