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La fiesta del pueblo

Por ESTEBAN JARAMILLO OSORIO

El ambiente, espectacular. Luces, pólvora. Alegría en las tribunas e identidad y conexión entre el club y la afición.

Once Caldas en horas dulces. Con momentos apasionantes que encadenan buenos resultados , con futbol destacado, activo su goleador, y, a pesar de las ausencias sensibles de jugadores clave en su formación, plantándose de igual a igual contra cualquier rival.

El turno esta vez para Millonarios. Técnico y colectivo, con juveniles veloces y atrevidos, aunque confuso al llegar al área de gol.

No fue un partido, de máximo nivel. Pero sí entretenido de principio a fin, por las alternativas de ataque exhibidas.

A pesar del final que Montero el portero visitante quiso empañar hasta enardecer las tribunas, por su deseo de jugar a no dejar jugar, escondiendo la pelota, cuando era de su control

Dayro salvo la expulsión. Quiso manosear al árbitro en sus decisiones. Barata la sacó.

El partido se explica con los goles. De buena concepción. Los errores de James Aguirre con rebotes repetidos, al comienzo del partido los enmendó con dos soberbias atajadas a quemarropa, que la tribuna celebró.

Dinámico fue el tramite, con pocas equivocaciones. Millonarios clasificado, el Once en espera, sin depender de los demás.

El turno ahora es para los Bolivianos en Copa. Partido que se espera con la moral rebosante. Con la tranquilidad que da el rendimiento del equipo y sus momentos estelares.

Los que vive con los pies en el piso.

Columna de opinión

Las opiniones expresadas en las columnas de opinión son de exclusiva responsabilidad de su respectivo autor y no representan la opinión editorial de La Veintitrés.

Foto Cortesía Once Caldas X @oncecaldas

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