Por ESTEBAN JARAMILLO OSORIO
En el Once Caldas, todo al límite, nada aun resuelto, pero el ruido de las gradas, los rostros de triunfo, la influencia de los entrenadores y el compromiso de los jugadores, ese un manjar que se disfruta por estos días, entre los hinchas.
El futbol como estado de ánimo.
Los efectos de los resultados, estan a la vista. Clasificado en los dos torneos, destacado por su campaña, ve lejanas las épocas, en las que cocinaba con amagura la posibilidad de un descenso.
La comodidad del trámite actual, obedece a su rendimiento. Al trabajo colectivo que lidera Hernán Herrera, el técnico, con su grupo. Al aporte grupal de sus jugadores comprometidos con una idea y unos propósitos.
A Dayro Moreno, el encargado de marcar la pauta y encontrar el camino con sus goles. Secundado por piezas clave en el proceso de triunfos, como Mateo García, el inagotable; Alejandro García, Jorge Cardona, Juan Cuesta, James Aguirre, Michael Barrios, Jerson Malagón y Jefry Zapata.
El impulso ganador llega del vestuario. Desde los dirigentes serios. Por eso nunca un partido es un suplicio.
Los duelos en la cancha se dominan con argumentos y virtudes futbolisticas. Sin anti-futbol, tan propio de aquellos que pretenden ganar a cualquier costo, sin victimismo, sin los beneficios de la maquinaria arbitral en tantos casos destructiva, con ayudas que desdibujan muchos triunfos.
El Once sigue su camino paso a paso, día a día, partido a partido, sin desfallecer frente a los obstáculos, porque se conoció a sí mismo, identificó su juego con carácter, acometió los duelos con la seriedad debida y puso como único objetivo, sus victorias.
Porque en la cancha y en el vestuario, hay paz, hay calma. Esteban J.