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Las mil maneras de perder

Foto FCF

 Esteban Jaramillo Osorio

Hay mil y una maneras de jugar, ganar o perder un partido. Para perderlo, Colombia prefiere una, como ocurrió ante Bolivia, Uruguay, Brasil y Argentina, con vacilación y descuido en los últimos minutos.
 
Ante Brasil, Daniel Muñoz comprometido.

Cometió el penalti porque no tuvo en cuenta que en los duelos Vinicius es desequilibrante. Es un futbolista especial, que merece especial atención. Lo burló y disparó a distancia, sin recurso para Camilo Vargas, golero de notables atajadas, porque en el camino Lerma cambió la trayectoria del balón.
 
Vini Junior, como su equipo el Real Madrid sabe ganar con drama, en los últimos suspiros. Encontró el premio porque su selección, con altibajos, buscó siempre en ataque. Ese fue el premio, un gol que vale oro.
 
¿Miente el resultado? Me pregunto. Colombia de un vacilante comienzo pasó a cotejar de tú a tú con su rival, mano a mano vibrante en todo el campo, tuvo el triunfo maduro, pero, como siempre, falló en el toque final frente al gol.
 
Tuvo ritmo, habilidad, profundidad, sin claridad.
 
Perdió como en la hípica por una cabeza. Cuando las sustituciones alimentaron el desconcierto. O cuando Lorenzo no entendió que si imposible es ganar…mejor es empatar y no perder.
 
Si les quitas la pelota a los brasileños se ponen locos, pero te pintan la cara cuando la tienen. lo hacía en muchos pasajes del partido, con presión alta, toques creativos en espacios reducidos y frescura en el ataque.
 
También hay mil y una maneras de ver y analizar un partido. Las mil pertenecen a los aficionados, con sus plurales conceptos siempre respetables. 

La una, la solitaria, es de los sabios de la pelota, que ven lo que no se ve, o quieren que el aficionado vea lo que ellos quieren, que rastrean razones para descalificar comportamientos, imponiendo opiniones y conceptos con juicios sin neutralidad, por motivos ocultos. Broncas, por ejemplo. Muchos de ellos ni tocaron en las canchas la pelota.
 
Colombia carece de una línea de juego definida. Su mecánica en el rendimiento colectivo es producto de la calidad individual y de los elementos afectivos de los jugadores, en la cancha con el balón.
 
Perder deprime, pero no ahoga. Se aprieta la tabla, pero la clasificación sigue en la mano y el futbol apreciado no fue desastroso. Aunque preocupa mucho el manejo que Lorenzo le da a la nómina en los partidos… y en la convocatoria.

Columna de opinión

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