La responsable de la agencia para la educación y la ciencia lamenta la decisión de Washington, al igual que el titular de la ONU, pero asegura que el organismo “se ha preparado para ello”. La contribución estadounidense, que en 2017 representaba casi una cuarta parte de los fondos del organismo, hoy solo asciende al 8%.
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La directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) expresó esta semana su «profundo pesar» por el anuncio de la retirada de Estados Unidos de la agencia para finales de diciembre de 2026.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, se unió a ella y lamentó «profundamente» la decisión del país norteamericano, según informó su portavoz en su encuentro habitual con la prensa.
«La UNESCO se ha preparado para ello«, dijo Audrey Azoulay en un comunicado. Reformada, estabilizada, apoyada por sus miembros, la agencia cultural de la ONU mantiene resueltamente el rumbo.
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Una ruptura esperada
El divorcio ya no es nada excepcional. Estados Unidos había abandonado la UNESCO en 1984, bajo la presidencia de Ronald Reagan, y luego en 2017, durante el primer mandato de Donald Trump, quien el martes decidió volver a retirar al país de la Organización. En ambas ocasiones, la Casa Blanca alegó motivos políticos, relacionados en particular con las posiciones de la UNESCO sobre el conflicto palestino-israelí, en particular por el reconocimiento del Estado Palestino.
“Esta decisión va en contra de los principios fundamentales del multilateralismo”, lamentó la directora general, subrayando que puede penalizar, en primer, lugar a los socios estadounidenses de la agencia, es decir, aquellas ciudades, universidades y comunidades locales que aspiran a inscribir sus sitios en el patrimonio mundial o a unirse a las redes de ciudades creativas.
Pero, a diferencia de 2017, el organismo ya no depende tanto financieramente de Washington. La contribución estadounidense, que en aquel momento representaba casi una cuarta parte de los fondos de la agencia, hoy solo asciende al 8%.
El presupuesto global, por su parte, no ha dejado de crecer, impulsado por el compromiso de numerosos Estados miembros y el aumento exponencial de las contribuciones voluntarias, que se han duplicado desde 2018.
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La nueva generación
Lejos de retroceder, la agencia ha redoblado sus iniciativas. “A pesar de la primera retirada decidida por el presidente Donald Trump en 2017, la UNESCO ha reforzado su acción en todos los ámbitos en los que su misión puede contribuir a la paz”, subrayó su responsable.
Desde la reconstrucción de la ciudad vieja de Mosul, en Iraq, hasta la adopción del primer instrumento mundial sobre la ética de la inteligencia artificial; los programas educativos en Ucrania, Yemen o Líbano; la protección de la biodiversidad o la promoción de la educación de las niñas, la agencia ha reforzado su mandato y ampliado su influencia.
En un tema especialmente delicado para la administración Trump, como es la memoria del Holocausto, la UNESCO se ha impuesto como actor central. Es “la única agencia de las Naciones Unidas responsable de estas cuestiones”, recordó la directora general, y su labor ha sido “aclamada unánimemente” por el Museo Memorial del Holocausto de Washington, el Congreso Judío Mundial y el Comité Judío Americano.
Desde 2018, la agencia ha prestado apoyo a 85 países en la formación de docentes y en la lucha contra la negación y los discursos de odio.
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Una puerta que permanece entreabierta
En la UNESCO no cunde el pánico. No hay previstos despidos. Los proyectos continúan. Y la agencia no renuncia al diálogo. “La vocación de la UNESCO es acoger a todas las naciones del mundo, y los Estados Unidos de América tienen todo su lugar en ella, hoy y mañana”, insiste Audrey Azoulay.
La organización seguirá trabajando “mano a mano con todos nuestros socios estadounidenses del sector privado, el mundo académico y el ámbito asociativo”, y dialogando con la administración Trump y el Congreso estadounidense.
Ahora más que nunca, la agencia fundada en 1945 quiere demostrar su utilidad. “Los motivos esgrimidos por Estados Unidos para justificar su retirada son los mismos que hace siete años”, constata Azoulay.
Sin embargo, añade, “la situación ha cambiado profundamente, las tensiones políticas se han apaciguado y la UNESCO constituye hoy en día un espacio excepcional de consenso al servicio del multilateralismo”.