La renuncia al título de Señorita Colombia fue anunciada por Laura Gallego Solís, abogada y creadora de contenido político, conocida por su paso como ex Señorita Antioquia, tras una polémica por un video en el que se formulaba la pregunta «a quién le darías bala». La joven comunicó su decisión alegando incompatibilidad entre su actividad política y las reglas del certamen, y la renuncia se difundió mediante un comunicado emitido por la organización que regula el certamen, en el que se anunciaron restricciones a los pronunciamientos políticos de las candidatas. La noticia llega en Colombia, en el marco de un debate nacional sobre libertad de expresión y el papel de las reinas de belleza en la esfera pública, y se enmarca en la histórica labor social del reinado, que acumula más de 91 años de existencia.
Antes de ingresar al concurso, Gallego Solís señaló que, al momento de su aceptación, el reglamento no contemplaba prohibiciones explícitas sobre pronunciamientos políticos. Sin embargo, tras su incorporación, la organización publicó un comunicado que restringe la libertad de expresión de las candidatas respecto a temas políticos. Este cambio ha desatado debate público; incluso el ministro de Minas y Energía, Edwin Palma, cuestionó si las acciones de la candidata quedaban permitidas por el concurso. En su defensa, Gallego sostiene que su contenido en redes está centrado en política y actualidad nacional y que el nexo entre su labor y el certamen, según ella, es el servicio social. En sus palabras, afirmó: «Preferí seguir aportando un granito de arena por la democracia del país»; añadió: «No me arrepiento para nada del video. Tal vez pude haber usado otro término menos desafortunado que el de bala»; y enfatizó: «Nunca en mi vida he sabido la violencia para nada, nunca he cogido un arma, nunca he cometido un delito».
La polémica y su impacto en el debate público
La renuncia ha encendido un debate sobre la delgada línea entre la libertad de expresión de las figuras públicas y las normas de un certamen que, históricamente, ha buscado proyectar a sus participantes como embajadoras del servicio social. Los antecedentes señalan que el reglamento prohibía pronunciamientos políticos, mientras que el video polémico con la pregunta «a quién le darías bala» surgió en un contexto de precandidatos presidenciales y provocó discusiones sobre los límites del discurso en redes. Con una historia de más de 91 años, el reinado enfrenta la posibilidad de revisar sus reglas y plantea preguntas sobre si las candidatas deben adherirse estrictamente a un silencio político o si pueden aportar desde su plataforma cívica sin comprometer su función institucional.
«Me empecé a sentir amordazada… No lo puedo soportar, mucho menos en el año electoral que se viene, que es el más importante para mí y para la democracia de Colombia» – Laura Gallego Solís
La respuesta pública ha sido variada, con críticos que señalan la necesidad de reglas claras para figuras que cuentan con una proyección social y política, y defensores que ven en la defensa de la democracia y del servicio social un componente legítimo del perfil de las candidatas. En medio de este pulso, la historia de Laura Gallego Solís, abogada y creadora de contenido político, vuelve a poner sobre la mesa el tema del balance entre autonomía de las reinas de belleza y las exigencias institucionales del certamen, dejando claro que el servicio social del reinado y su historial de intervención cívica siguen siendo factores centrales en la conversación nacional.
















